Desde la noche del jueves pasado, incluso por sectores antes, el mal tiempo dio solo una tregua durante el fin de semana. En efecto durante buena parte del sábado y el domingo, las lluvias no se hicieron presentes en territorio entrerriano, aunque las coberturas nubosas ya se posicionaban amenazantes comenzando el día lunes.

Dentro de este contexto y con un intenso reciclaje del aire húmedo sobre todo el centro este del país, las precipitaciones no se hicieron esperar. Desde la tarde del lunes hasta avanzada la jornada del miércoles, el tiempo se mantuvo muy inestable, alternando lloviznas con lluvias débiles y por sectores algunos chaparrones más intensos.

El resumen de la semana pasada confirma las previsiones de precipitaciones innecesarias sobre gran parte del territorio entrerriano. El comportamiento pluvial fue menos dañino hacia el noroeste de la provincia y hacia el sur del departamento Diamante. Se destaca la vasta zona donde las lluvias se ubican por encima de los 50 milímetros, es decir un acumulado que corresponde prácticamente al promedio del mes de agosto. Dentro de esta zona, sobresale un corredor que se extiende desde el departamento Uruguay hasta Nogoyá, donde los guarismos superan los 80 milímetros, con áreas reducidas que quiebran la barrera de los cien milímetros.

El cambio de circulación que se operó durante la jornada del miércoles permitió ingresar en una nueva tregua de buen tiempo. El descenso de las marcas térmicas se hizo sentir ayer al menos en forma parcial, facilitando el retroceso temporario de la masa de aire húmedo. No obstante esto, nuevamente el aire hoy volverá a circular con dirección predominante del noreste. Es decir, no hay señales significativas de un cambio de patrón.

Se espera que durante el domingo y lunes, las coberturas y las precipitaciones débiles reaparezcan en forma generalizada.

Si diez o quince milímetros eran suficientes para volver a generar problemas, los últimos eventos pluviales han hecho más difícil la situación hídrica con que cierra el mes de agosto.

Como habíamos transitado el otoño y con la elevada carga de humedad que se ingresaba al trimestre frío, esta situación no puede sorprender demasiado. Si sobre aquella foto de reservas sobradas de principios de junio, superponemos la persistente circulación del noreste que afianzó las masas de aire húmedo en toda la franja este del país, no podíamos esperar que las lluvias no impactaran positivamente sobre el balance, manteniendo los suelos constantemente cercanos a la saturación.

Sobre esa baja capacidad receptiva de los suelos, sistemas precipitantes como los de la última semana, obviamente se traducen en excesos hídricos. A esta altura de las cosas, sólo es posible rescatar que estos acumulados no han sido acompañados por condiciones de tiempo severo.

Si bien la continuidad de las precipitaciones genera un escenario complejo para el desarrollo de la fina y el inicio de las tareas de siembra de los maíces tempranos, las zonas que puedan sobrellevar relativamente bien este período, podrán alcanzar el mes de octubre en muy buenas condiciones de humedad.

Como decíamos anteriormente, la transición hacia el mes de septiembre no parece imponer un cambio sustantivo respecto de lo que vino mostrando agosto. Si se espera que el aumento de la radiación y en consecuencia de las temperaturas medias, logre un ambiente con mayor capacidad para sostener el vapor de agua sin condensar. Es decir, con la llegada de días más largos progresivamente se irá reduciendo la chance de que se mantenga el patrón de nubes bajas que se ha visto favorecido en los últimos tiempos.