Salir del círculo vicioso

En nuestro país, las regulaciones iniciadas en 2006 produjeron mucho daño. La producción de carne vacuna se orientó exclusivamente al mercado interno y fuimos perdiendo la exportación. Ahora que las cosas cambiaron, entramos en un círculo vicioso: no hay exportaciones, porque no hay novillo gordo y no hay novillo gordo, porque no hay exportaciones.

La Argentina necesita aumentar sus exportaciones de carne vacuna, en 500.000 toneladas, peso de res en el canal, en tres años. Con el crecimiento de 38.000 toneladas de 2016, necesitaríamos 13 años. Pero se requiere hacerlo en tres, para lo cual hace falta faenar 2,1 millones de cabezas de 450 kilogramos en promedio, peso vivo, con un rendimiento de 57% de la res en el canal. Los destetes probables, con un índice de 63% en 23 millones de vacas entoradas, implican que pueden entran en etapa de recría 14,5 millones de cabezas, por año. Es difícil que, en un solo año, un 15% de los destetes pase a una recría que termine en animales tipo exportación.

Se requiere, por ende, un plan a tres años vista, aunque en el primer año se debería encontrar un mecanismo lo suficientemente eficiente, para recriar –a bajo costo- un millón de terneros, sin enviarlos a faena de consumo. Se trata de pasar de un ternero destetado, por ej. en marzo de 2017, con 170 kilogramos, a un animal que ingrese a terminación a corral con 180 kgs de recría, o sea que vaya al corral con 350 kilogramos de peso para su terminación en 100 días, con 460 kgs y engrasamiento de tipo exportación.

La devaluación, la supresión de ROEs, la eliminación de Retenciones y los reintegros anunciados en estos últimos días, son importantes. Pero espontáneamente el proceso de aumento del peso de faena, llevará tiempo, dada la escasez de capital de trabajo del ganadero y el costo del mismo, medidos en términos de rendimiento financiero.

Una asociación público-privada que beneficie a la sociedad en su conjunto y que le dé la posibilidad al Estado de ingresar como cuotapartista de un Fideicomiso, así como la alternativa de salir del mismo si lo considera oportuno, facilitaría el acceso de los ganaderos a capital de trabajo e inversión en pasturas y verdeos, de tal magnitud que garantice el logro del objetivo planteado.

Ahorrar en bifes

Proponemos crear un Fideicomiso público-privado, con fecha de inicio en 2017 y culminación en 2020, pudiendo ser prorrogable la vigencia del mismo, previa liquidación anual de los resultados para los cuotapartistas privados que hayan participado (y para los tenedores de cuotaspartes adquiridas al Estado Nacional, mediante mecanismos transparentes de licitación).

El patrimonio del Fideicomiso estaría constituido por terneros machos en recría, en diversos campos, tasados a valor producto. Este valor se repartiría en cuotaspartes, cuyos tenedores pueden ser: el mismo ganadero, inversores privados, fideicomisos como el del Banco Nación o el propio Estado.

Se aspira a incorporar M 2,1 de cabezas/año a la actividad de recría destino exportación (RX), empezando con 1 millón de cabezas en el año 1. La carga estimada por hectárea sería de 3 terneros y se comenzaría el proceso con 335.000 hectáreas de recría. Se trata de un número de hectáreas alcanzable, siempre que exista capacidad inversora para el logro de pasturas plurianuales y cadenas de suplementación que, liquidado el Fideicomiso, quedarán en propiedad del ganadero que encara la recría.

Como la principal dificultad del ganadero es el capital de trabajo, el Fideicomiso le compraría la mitad de los kilogramos involucrados en el Fondo, que son los que normalmente el productor debe vender, ya que necesita Caja para la subsistencia de la explotación y de su familia. Supuesta una facturación total de MU$S 360, las cuotaspartes suscriptas por el Estado, en su carácter de promotor, ascenderían hasta los MU$S 180, aunque el capital semilla podría ser sustancialmente inferior. Los citados 360 millones surgen de financiar por 360 días promedio, a razón de 0,5 kilogramos/día de aumento de peso, un millón de cabezas de terneros con un valor estimado de U$S 2 por kilo vivo.

El Fideicomiso puede comprar, a valor kilo vivo, en base a un Índice transparente, el equivalente en kilos de MU$S 70 para invertir en las 335.000 hectáreas, como pasturas y verdeos (U$S/ha 210). El monto total inicial del Fideicomiso sería de MU$S 250, suma de los MU$S 180 de capital de trabajo y MU$S 70 de pasturas y praderas.

De ser exitoso el modelo, el Fideicomiso podría ampliar la dotación de recursos hasta el equivalente de las 800.000 hectáreas, con el modelo funcionando a pleno, En caso que el Estado no pueda vender cuotaspartes a inversores o capitalizadores provenientes de otros sectores, por ejemplo tamberos, la máxima inversión alcanzaría a los MU$S 597 en el año 3.

El ganadero se incorporaría como cuotapartista, vendiendo la mitad de los kilogramos al Estado y, suscribiendo cuotaspartes –en forma opcional- si desea efectuar inversiones en pasturas, praderas y verdeos.

Habría múltiples contratos de suscripción de cuotaspartes por el ganadero, pero siempre con una base en el entorno de 170 kilogramos por ternero destetado, 180 kilogramos agregados en la recría y 350 kilogramos de peso de venta, para su posterior terminación a corral. En el contrato de suscripción de cuotaspartes figuraría la fecha de venta tentativa, con un rango de equis días.

Habría alternativas de plazo de terminación del contrato: a) normal, de 360 días, con 500 gramos/día, b) alternativa de alta carga y máxima inversión en pasturas y c) baja receptividad, es decir 400 gramos/día y una duración de la recría de 15 meses.

El cuotapartista, podrá optar por convertir su inversión en kilogramos. Dicha inversión en praderas y pasturas no tendrá rendimiento financiero, ya que está traducida a kilos de peso vivo. Por supuesto que, cuando se liquide en el mercado, por venta del animal semi-terminado, se le descontará –en kilogramos de peso vivo a valor neto de venta- todo el costo de la inversión efectuada.

La inversión semilla del Estado no tiene como objetivo incorporarse al negocio ganadero, sino promover la participación privada, facilitando la creación de fideicomisos similares a los que han sido útiles en la construcción de viviendas y de edificios de propiedad horizontal.

Se trata es de estimular la recría y hacer que el ganadero participe de los beneficios del cambio de modelo ganadero, del mismo modo que La Argentina como país, se beneficia de la triplicación de sus exportaciones y el Fisco del logro de los beneficios de la mayor recaudación tributaria. Por ello, debe efectuarse la promoción inicial estatal del mecanismo para que, luego, el Estado se vaya desprendiendo de sus cuotaspartes, que estarán expresadas a valor kilogramo de carne, según un precio neto de ventas, basado en un Índice transparente, de publicación habitual en los medios de prensa.

Los inversores extra-sector o los llamados capitalizadores de hacienda o de terneros machos provenientes de la actividad tambera, podrán efectuar ofertas de compra si consideran que esa inversión es oportuna. Se trata, como se dijo, de una cuotaparte a valor producto, que -en principio- no tiene rentabilidad financiera extra. Funciona en este sentido, como una inversión en ladrillos, en la actividad inmobiliaria. Esta vez, se invierte en bifes.

Las rentas serían puramente de capital y dependerán crucialmente del valor de la hacienda que, se espera, crezca en la medida que La Argentina se incorpore al circuito de exportación y recupere la posición que tuvo como proveedor de los mercados mundiales.

Fuente: Años de Campo