MAR DEL PLATA.-En el año donde la siembra del trigo es el primer gran test para medir la respuesta de los productores a las medidas del Gobierno para que se siembre más (quita de retenciones y de las trabas para exportar), la fertilización se pone el traje de protagonista. Un traje que por las políticas del kirchnerismo se había achicado por donde se lo mire, con un volumen de consumo total en el cereal que retrocedió de más de un millón a 500.000 toneladas. Y dosis en kilos de productos que bajaron de un nivel superior a los 200 kilos a 120/130 kilos por hectárea y niveles de proteína en los trigos que de promedios de 11% disminuyeron a 8/9%. Hoy diversas proyecciones ubican a la relación insumo/producto como la mejor en 15 años para la fertilización y con un retorno del 100% para la inversión. Es una oportunidad para que el traje se agrande.

En este marco, LA NACION entrevistó en el congreso A Todo Trigo, organizado la semana pasada por la Federación de Acopiadores, al presidente de Fertilizar, Jorge Bassi, al secretario de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa), Eduardo Tajada, y al director del Ipni Cono Sur, Fernando García.

-¿Cuál es la perspectiva para la fertilización del trigo en esta campaña?

Bassi. En las últimas campañas estuvimos en un mínimo en el uso de fertilización. Bajar tanto las dosis terminó implicando pérdidas de rendimiento y de calidad que están a la vista de todos. Una encuesta entre 220 productores nos dio un aumento en la intención de fertilización del 42% y ése es un número que marca un cambio. El año pasado, a esta altura no teníamos preventa de fertilizantes y ahora hay más negocios.

Tajada. Arrancamos el año de una manera diferente aunque el productor ahora esté con la preocupación puesta en levantar la soja. Con lo que ocurrió en los últimos años hubo estrategias defensivas, pero ahora el productor tiene que cambiar el chip y tomar buenas prácticas para cuidar el patrimonio que es el suelo.

García. La propuesta para este año es buscar rendimiento y calidad. Nunca el premio por la calidad fue tan alto. Históricamente era de 10 a 15 dólares y este año llegó hasta 30 dólares o más. Pero rendimiento y calidad no tienen que ir separados. Si al nitrógeno lo variás, podemos lograr las dos cosas y eso es lo que vimos en A Todo Trigo, con muchas presentaciones sobre cómo plantear un esquema de nitrógeno para un trigo de alto rinde y calidad que puede ser desde el inicio (siembra) o ir monitoreando el cultivo a lo largo del ciclo. Hoy desde el punto de vista de kilos de trigo que tenemos que pagar por kilo de nitrógeno estamos con la mejor relación de los últimos 15 años.

-¿De qué manera la caída en la fertilización terminó jugando en contra también de la calidad del cereal?, ¿Cómo hay que pensar las estrategias ahora?

Bassi. En la última campaña hubo proteína de 8/9% cuando el promedio de otros años estaba en 11%. Cuando se achica la dosis de los fertilizantes nitrogenados influís en los rendimientos y en la proteína. Al quitar el fertilizante nitrogenado es lógico que el promedio haya sido tan bajo. Entre lo bien fertilizado y lo mal fertilizado hay más de un punto de proteína. Hoy estamos dos puntos debajo de la anterior campaña.

Tajada. Nosotros vemos que los productores que se quedaron en la rotación siguieron fertilizando y, en general, han sido exitosos en cuanto a la sustentabilidad del sistema porque también las condiciones de sus suelos son mejores.

-García. Estamos en la era de la eficiencia productiva y ambiental y debemos pensar que el sistema es complejo y todas las estrategias hay que evaluarlas para cada ambiente, para cada lote, ver dosis y pensar en el cultivo que sigue y evaluar la fertilización variable según el ambiente

-¿Hay alguna receta a seguir este año para fertilizar el trigo?

Bassi. Lo primero es hacer el análisis del suelo para saber de dónde partimos y buscar modelos de diagnóstico zonales, como Triguero y otros, que avalen cómo fertilizar cuando tenemos la información del análisis del suelo. Luego hay que imponerse la voluntad de hacer las cosas bien. Es importante el balance de nitrógeno, fósforo y azufre para toda la pampa húmeda. No podemos dejar de pensar en los tres nutrientes.

Tajada. Hay gente que apostó a la fertilización y afortunadamente tuvo rinde y calidad. Pero, claro, el sector en general vino golpeado para hacer eso (por las restricciones que había antes).

García. Hay que hacer análisis del suelo y ver la condición de cada lote. En la Argentina se hace una muestra cada 250 hectáreas. Eso es muy poco y estás exponiendo un negocio a perder o dejar de ganar por el mal uso de un nutriente. Se ha generado mucha información estos años en eso. Por otra parte, se habla mucho de rinde y nitrógeno, pero también tenemos que tener cuidado de no olvidarnos del fósforo y el azufre, que sufrieron en los últimos años, El fósforo y el azufre juegan para el trigo, pero también para el cultivo de soja de segunda que viene. Armar la estrategia del doble cultivo trigo/soja empieza hoy, aunque veamos lejos a la soja.

-¿Hay alguna zona donde más se notará la recuperación del trigo y su fertilización?

Bassi. Hay una región en la pampa húmeda, un triángulo entre Venado Tuerto, Rosario y Carlos Casares que puede recuperar muchas hectáreas. Es una región donde antes ibas por la ruta y veías trigo. Allí el aumento puede ser considerable porque la base era muy baja. En cuanto a la región sudeste, como el trigo es el principal cultivo, nunca bajó tanto y no va a rebotar tanto. En dosis, salvo los productores muy tecnológicos, bajó mucho en una estrategia de arriesgar el menor capital dada la incertidumbre política que había. Los suelos quedaron con buen contenido de húmeda en las zonas que no estuvieron inundadas, pero las zonas inundadas nos tienen preocupados.

Saber por dónde empezar

El análisis del suelo representa un costo de 2 US$/ha y es la base para decidir una inversión de US$ 140 por hectárea. Por ello, los especialistas recomiendan hacerlos porque, remarcan, "sin análisis no hay diagnóstico". En este contexto, los números sobre la relación insumo/producto son claramente convenientes para la práctica de la fertilización. De hecho, hoy se requieren unos 2,3 kilos de trigo para comprar 1 kilo de urea y unos 3,5 kilos de trigo para comprar 1 kilo del fertilizante fosfato diamónico.

Para llevar adelante la fertilización los expertos recomiendan tener un balance de nitrógeno, fósforo y azufre. Los tres juegan un rol clave en el resultado final, tanto en el rendimiento como en su calidad.