Manejo nutricional para altos rendimientos de trigo/soja de segunda
G. Cordone(1), F. Martínez(1) y H. Ghio(2) (1) AER INTA Casilda y (2) AAPRESID
Las condiciones climáticas de la Región Pampeana Norte de los últimos
ciclos agrícolas han sido generalmente favorables para el cultivo de trigo,
sumado al ajuste de las prácticas de mane-jo, al alto potencial de rendimiento
y al mejor conocimiento del comportamiento sanitario de los materiales
genéticos disponibles en el mercado determinaron una tendencia a discutir cuál
es la fertilización para obtener la máxima producción del cultivo. Sin
embargo, al considerar la zona Triguera II Norte, se plantea la necesidad de
analizar la fertilización para altos rendimientos de trigo y de soja, ya que es
la sumatoria de la secuencia la que nos indicará el resultado final de la
campaña. Las metas del manejo nutricional deben trascender lo referido a
niveles productivos y de rentabilidad, abarcando también aspectos como
eficiencia de utilización y conservación de la calidad y cantidad de los
recursos involucrados. Por lo tanto, el objetivo de este trabajo no es hacer
consideraciones para obtener trigos de 7000 kg.ha-1, valores frecuentemente
reportados en el SE de Buenos Aires, sino que la meta es definir el manejo
nutricional para trigo de 45005000 kg.ha-1 y soja de segunda de 3300-3500
kg.ha-1 . Estos valores fueron tomados de los promedios obtenidos en distintos
ensayos de fertilización y lotes comerciales cuyas fuentes se presentan en la
Tabla 1. Las recomendaciones de fertilización que se proponen para el logro del
objetivo planteado reflejan la experiencia de los autores obtenida en trabajos
de experimentación y producción y no surgen de un ensayo o programa de
investigación en particular.
Un aspecto a analizar en el escenario de alta producción de trigo, es la
inestabilidad de rendimiento de este cultivo, aún utilizando paquetes de alta
tecnología. Es muy afectado por las condiciones climáticas de la región
(intensas hela-das al comienzo de la implantación con abundante cobertura de
rastrojo, heladas tardías, neblina, períodos húmedos prolongados en
floración, y baja radiación y altas temperaturas en llenado de grano, etc.),
situaciones que conspiran contra el logro de altos rendimientos y buena calidad.
Al hablar de una estrategia nutricional para altos rendimientos, es necesario
hacer referencia a un escenario en el cual el suelo es bien manejado, implicando
rotación y siembra directa. Esto involucra altos volúmenes de rastrojo,
situación que merece consideración porque puede producir problemas de
implantación. La calibración de la sembradora se transforma en un desafío
sobre rastrojo voluminoso de maíz o sobre uno de soja mal distribuido, así
como sobre una superficie desuniforme por las huellas de cosecha. Consecuente,
hay que ser muy cuidadoso al ajustar la densidad de semilla con la cali-dad de
siembra probable de acuerdo a las condiciones del lote. En casos problemáticos,
la utilización de un cultivar de ciclo largo puede disminuir, o compensar en
parte, la deficiente calidad de implantación.
La ubicación del fertilizante también plantea interrogantes a la hora de
aplicarlo en presencia de mucho rastrojo en superficie, ya que esto impacta en
la eficiencia de uso. Cuando las condiciones del suelo son secas, los nutrientes
ubicados superficialmente (al voleo) pueden quedar no disponibles para las
plantas, este problema es más acentuado cuando las precipitaciones son bajas en
la etapa inicial de crecimiento para los suelos pobres en P, en cuyo caso hay
que usar arrancadores ubicados en la línea de siembra (Roberts T.L. y Johnston
A.M., 2006). La aplicación al voleo de N cuando la cobertura del suelo es
abundante no es el método más eficiente por las pérdidas potenciales por
inmovilización en los residuos y por volatilización, la aplicación en banda
es más efectiva ya que minimiza esas pérdidas por menor contacto con el
residuo, sobretodo si se usa N ureico. Por otro lado, incorporar el fertilizante
nitrogenado no siempre asegura una mayor eficiencia de utilización; si los
gránulos de fertilizante quedaran mezclados en una interfase rastrojo-suelo
aumentaría la inmovilización del N (Cordone et al., 2003). Incorporar el
fertilizante nitrogenado no es sinónimo de mayor eficiencia de utilización,
sino que ésta depende de la cali-dad de aplicación.
Las pérdidas por volatilización pueden disminuirse utilizando fertilizantes
nitrogenados que no contengan N ureico, como los derivados del nitrato de
Amonio, o que lo contengan en menor proporción como el UAN (solución acuosa de
urea y nitrato de Amonio); sin embargo persisten los problemas de
inmovilización cuando se aplican sobre o dentro de un rastrojo voluminoso de
alta relación C:N. Las mezclas de UAN con Tiosulfato de Amonio ajustan con los
requerimientos nutricionales de trigo/soja; su aplicación chorreada se comporta
como el bandeado superficial de granulados, mejorando el desempeño al saturar
la ureasa presente en el suelo y en el rastrojo.
Para completar el escenario de alto rendimiento de trigo es necesario hacer
algunas consideraciones respecto a la fertilización y su incidencia en el
contenido proteico. Desde la campaña pasada se estableció un Standard de
contenido mínimo de proteína del 11% y se reglamentó un sistema de
bonificaciones y descuentos. En las últimas campañas se produjeron altos
rendimientos, pero en muchos casos con contenidos proteicos muy por debajo del
nivel requerido actualmente. Por lo tanto, es otro aspecto a tener en cuenta al
decidir la fertilización a aplicar.
El análisis del suelo es la herramienta básica para cualquier estrategia de
fertilización. Prescindir de él e intentar planificar una estrategia carece de
sentido. A su vez, puede decirse que el mejor dato de análisis de suelo no
será mejor que el esfuerzo y atención con que se efectúe el muestreo. La
oferta de servicios de laboratorios regionales cubre toda la región.
Manejo de nutrientes
Nitrógeno
Es conocida la dificultad para recomendar la dosis de N a aplicar, ya que su
eficiencia dependerá de factores más o menos controlables, pero también de
otros no previsibles que podrán mejorar o disminuir la eficiencia de la
fertilización. La investigación provee distintos métodos de diagnóstico a
través de la determinación de umbra-les críticos a la siembra, de la
cuantificación del verdor de las hojas, de sensores remotos y de modelos de
simulación, entre otros; así como también de estrategias de fertilización a
través de métodos de balance y reposición. Cada una de estas metodologías
tiene mayor o menor facilidad operativa para su aplicación y grado de ajuste
con la realidad, pero es cierto que esta diversidad torna difícil la elección
de una de ellas al momento de decidir la fertilización en los planteos
productivos; incluso algunos de éstos métodos pueden ser usados
complementariamente. La recomendación de N que se hace a continuación se basa
en la combinación de dos de éstas metodologías, sin que ello signifique
establecer una escala sobre las bondades de cada una.
La exportación de N en el grano de trigo es de 22 kg.tn-1, por lo tanto el
rendimiento objetivo planteado en este trabajo de 4400 kg.ha-1 estará
extrayendo del suelo 92 kg.ha-1 de ese nutriente. Por su parte, los 3500 kg.ha-1
de soja de segunda se llevarán del suelo una cantidad media calculada de N
igual a 33 kg.ha-1, considerando que un 60% del requerimiento es provisto por la
fijación simbiótica. Racionalmente, la extracción total calculada para la
secuencia trigo/soja sería de 125 kg.ha-1 de N y habría que pensar en reponer
este valor como la dosis de mantenimiento a aplicar al trigo para conservar el
stock de N del suelo. Salvagiotti et al., 2004 encontraron un umbral crítico de
N a la siembra del trigo (N aplicado como fertilizante + N-NO inicial del suelo
3en 0-60 cm) igual a 92 kg.ha-1 para el área Cen-tro-Sur de Santa Fe. Para esta
zona, y en condiciones de campo, se han encontrado valores a siembra que
oscilaron entre 20 y 60 kg.ha-1 de N mineral en los 60 cm superficiales,
entonces el N a aplicar oscilaría entre 80 y 120 kg.ha-1 .
La experiencia de los autores indica que para rendimientos ubicados en el
límite superior o algo por encima del rango experimentado por Salvagiotti, se
debe manejar una disponibilidad de N mineral en el suelo entre 100-140 kg.ha-1
en los 0-60 cm de profundidad. Para el ajuste final de la dosis a aplicar se
considerarán: el agua útil has-ta 1,50m de profundidad, el nivel de materia
orgánica del lote, el potencial del cultivar elegido, el cultivo antecesor, la
expectativa de rendimiento y la relación de precios fertilizante: grano de
trigo.
Estas dosis, además de abastecer el requerimiento del trigo, permitirían
compensar algo del déficit creado por la soja (diferencia entre lo que fija por
simbiosis y lo que extrae con el grano), ya que no es una estrategia racional
aplicar N a las leguminosas. En realidad, la fertilización nitrogenada ideal
para la secuencia trigo/soja de segunda es aquella que permite alto rendimiento
del trigo y no deja N mineral remanente en el suelo a la cosecha, de este modo
la soja tendrá mayor nodulación y, al mismo tiempo, disminuirá el riesgo de
pérdidas de N por lixiviación. Este es un aspecto de eficiencia de
utilización de N muy importante, ya que "forzando" a la soja a
nodular más, se estará incorporando más N al sistema planta-suelo sin costo
efectivo y con una fuente no contaminante. Además, parte del N inmovilizado en
el rastrojo de trigo estará disponible vía mineralización cuando la soja
tenga mayor demanda (R5) y cuando los nódulos reduzcan su actividad (R6-R7).
Para un aprovechamiento eficiente de los nutrientes debe haber una
sincronización oferta-demanda y la secuencia trigo/soja ofrece la posibilidad
de lograrlo si no se agrega N en exceso al trigo.
Los ensayos muestran que el rendimiento de trigo puede responder a dosis más
altas de N aplicado que las consideradas en este trabajo, sin embargo, el exceso
de N puede producir vuelco en años muy húmedos con materiales susceptibles.
Contrariamente, si la disponibilidad de N es baja en ambientes muy buenos y en
años con condiciones favorables para alta producción se produce grano con
contenido proteico menor a la exigencia del Standard de comercialización.
Algunos investigadores trabajan con aplicaciones foliares de N en antesis con el
objetivo de aumentar la proteína, pero los resultados regionales aún no son
muy alentadores o son aleatorios. Según Jorge Fraschina, INTA Marcos Juárez
(com. personal), la estrategia de fertilizar para calidad en nuestra zona es
mucho más complicada que en el SE bonaerense, donde la primavera es más
húmeda y hay mayor eficiencia de la fertilización al voleo en la etapa de
crecimiento. Resultados presentados por Gudelj et al, 2006 muestran que la
estrategia de reposición con NPS fue la única posibilidad para lograr 11% o
más de proteína cuando las condiciones climáticas fueron buenas para obtener
rendimientos de 5800 kg.ha-1 .
Fósforo
Los altos rendimientos de los cultivos agrícolas han incrementado la tasa de
extracción de este nutriente, aumentando dramáticamente el área con baja
disponibilidad de P asimilable, debido a que las dosis de aplicación han sido
muy inferiores a la exportación. Este es un costo de producción que no ha sido
incluido en los cálculos de la rentabilidad de la empresa agropecuaria, es un
"costo oculto" que se descubre cuando hay que reponerlo, si se
pretende obtener altos y sostenidos rendimientos.
Históricamente, se ha considerado como buena disponibilidad a una
concentración mayor a 20 ppm de P disponible (Bray I) medida en los 20 cm
superficiales del suelo. Actualmente este contenido ha quedado circunscripto a
sectores ubicados en el Centro-Oeste de Santa Fe, y Cen-tro-Este y Centro-Norte
de Córdoba. Precisamente, 18-20 ppm es el umbral crítico de P disponible a
mantener para no limitar la obtención de altos rendimientos de trigo/soja. Por
debajo de ese valor hay que aplicar P en cantidad suficiente para mantener y
elevar el nivel del suelo, y en el otro extremo, una disponibilidad mayor a 30
ppm permitiría lograr altos rendimientos sin fertilizar, aunque esos altos
rendimientos continuados decrecerán el contenido de P si no hay aportes que lo
restituyan.
La exportación calculada de P para el rendimiento fijado como objetivo de la
secuencia trigo/soja será aproximadamente de 35 kg.ha-1. Si se toma como base
la reposición del nutriente, esa cantidad pasaría a ser considerada la
"dosis de mantenimiento". Como la mayor parte del área triguera bajo
análisis está por debajo del umbral crítico, habrá que aplicar además de la
dosis de mantenimiento una "dosis de restitución". Según Rubio et
al. 2004, se necesitan aproximadamente 5 kg.ha-1 de P para incrementar 1 ppm el
P disponible. En la Tabla 2 se presenta el criterio de manejo de la
fertilización con P según el contenido en el suelo, ya que por tratarse de un
elemento no móvil, resulta más simple la determinación del umbral crítico
que en el caso del N y S mineral.
Si el contenido es muy inferior a 18-20 ppm y se quiere elevar, se considera conveniente plan-tear una estrategia para corregirlo en 2 o 3 años atendiendo a aspectos operativos, de costo y eficiencia. En este caso, es aconsejable hacer la aplicación a la siembra del trigo ya que permite distribuirlo más uniformemente en el suelo que si se lo aplica en cultivos con líneas más espaciadas, y además incorporarlo para una más rápida disponibilidad. Por ejemplo, si el nivel en el suelo fuera:
· 10 ppm: aplicar 35 kg.ha-1 (dosis de mantenimiento) + 17 kg.ha-1 (5 kg x
10 ppm a elevar = 50 kg/3 años = 17 kg/año, dosis de restitución) = 52
kg.ha-1 de P por año durante 3 años, esto es 226 kg.ha-1 de fosfato mono
amónico por año durante 3 campañas.
· 18-20 ppm: dosis de mantenimiento =35 kg.ha-1
· 20-25 ppm: arrancador = 20 kg.ha-1
· 25-30 ppm: arrancador mínimo = 10 kg.ha-1
· > 30 ppm: no fertilizar
Como arrancador es conveniente fertilizar al costado o en la línea de trigo; cuando se fertiliza para mantenimiento y/o restitución se puede aplicar mitad al voleo y mitad en la línea para simplificar la operación de siembra
Azufre
Es el tercer nutriente en importancia en el área y el de más reciente
aplicación. Numerosos trabajos han mostrado el incremento de rendimiento de la
soja de segunda como efecto residual cuando se lo aplica al trigo (Martínez y
Cordone, 1998). Si bien es algo móvil en el suelo, en nuestras condiciones
edafo-climáticas no lo es tanto como para desplazarse fuera de la zona de
alcance radicular. Cumple un rol fundamental en la nutrición nitrogenada de la
soja al estar involucrado en la nodulación.
Aún no se ha encontrado un umbral crítico para diagnosticar su deficiencia,
sin embargo algunos autores han propuesto una concentración inicial de 11 ppm
de S-SO4 para alcanzar el 90% del rendimiento máximo en soja (Ferraris et al.,
2004). También se han identificado parámetros edáficos y de manejo que
condicionan la respuesta de soja a la fertilización azufrada (Vilche, 2005)
tales como la presencia de pisos densificados, baja estabilidad de agregados,
erosión, repetida utilización del doble cultivo y sin inclusión de maíz o
sorgo en la secuencia. En general, en soja de segunda se observa mayor magnitud
de respuesta que en soja de primera ya que esta última se siembra en un suelo
con 5-6 meses de barbecho. A la cosecha de trigo, la mayor parte del SSO del
suelo se encuentra inmovilizado en el 4 rastrojo, la soja se siembra en un suelo
pobre en N y S mineral. La diferencia entre estos dos nutrientes es que la
planta no tiene posibilidad de obtener S si no es por fertilización para paliar
esa deficiencia, mientras que la de N puede ser compensada vía fijación
simbiótica.
La fertilización azufrada se maneja definiendo la mayor o menor probabilidad de
un ambiente a manifestar deficiencias y se recomiendan dosis por cultivo, por
secuencia anual, o para una rotación de 2 o más años. Para la secuencia
tri-go/soja, y particularmente si en el lote se han obtenido altos rendimientos
acumulados en los últimos años con altas tasa de extracción de S, se
recomienda agregar 18-22 kg.ha-1 de S-SO a la siembra del trigo, esto simplifica
la operación de siembra de la soja. Cuando se usan dosis altas de N en trigo,
se ha encontrado disminución del rendimiento de la soja de segunda comparado
con el testigo sin fertilizar; esto fue atribuido en principio a menor
disponibilidad hídrica, pero posteriormente se encontró que agregando S a la
fertilización del trigo, se podían obtener altos rendimientos de ambos
cultivos (Cordone y Martínez, 2002). Esto significa que en planteos de altos
rendimientos la aplicación de S es imprescindible.
Para la secuencia que nos ocupa, el sulfato de Amonio es una fuente muy usada porque pro-vee los dos nutrientes y se puede mezclar sin problemas con las fuentes fosfatadas para ser aplicada al voleo antes de la siembra de trigo. La aplicación chorreada de mezclas de UAN y tiosulfato de Amonio se utiliza por la simplificación operativa y sus buenos resultados. Las mezclas de yeso con fuentes fosfatadas son una alternativa de fácil manejo y bajo costo, pudiendo ser aplicada en la línea o al voleo anticipada.
Consideraciones finales
La máxima producción debe ser considerada abarcando aspectos referidos a la
economía de recursos no solo financieros, sino también naturales. Esto implica
el desafío de lograr altos rendimientos que puedan ser sostenidos en el tiempo.
Por esta razón, en este trabajo se discutió el manejo nutricional para una
meta de rendimiento de la secuencia de 4500-5000 y 3500 kg.ha-1 para trigo y
soja, respectivamente. Se trata de no aplicar N en exceso que, si no es
absorbido en su mayor parte a la cosecha del trigo y queda remanente, tendrá
riesgo de ser lixiviado, causando disminución de la nodulación de la soja (por
su estrategia de sustitución al utilizar el N disponible en el suelo) y de este
modo, disminuir la incorporación biológica de N al sistema plantasuelo. El
balance de N de soja es negativo, se lleva con el grano más de lo que fija,
entonces resulta imprescindible desarrollar estrategias para incorporar el
máximo de N vía fijación simbiótica y combinarlo con una sincronización de
oferta-demanda para aumentar su eficiencia de utilización. Si se piensa que no
es racional fertilizar a la soja con N y que este cultivo ocupa más del 50% de
la superficie de cultivos agrícolas del país, cualquier estrategia que mejore
el manejo del N en soja se transforma en una cuestión de significancia
nacional.
Respecto al P, se debería lograr un nivel generalizado de 18-20 ppm (P Bray en
0-20 cm). Aún asumiendo el alto costo por unidad de este nutriente, esta meta
es alcanzable en la mayor parte de la región bajo estudio por la
característica de sus suelos. No es esperable lograr altos y sostenidos
rendimientos de los cultivos si no se atiende a esta pauta. En el caso del S, su
utilización es clave para obtener alto rendimiento de soja luego de un alto
rendimiento de trigo. En el futuro será necesario disponer de herramientas más
precisas para diagnosticar su deficiencia y no arriesgar por aplicaciones
excesivas.
Un aspecto a reafirmar es que la fertilización debe asumirse como inversión en
el recurso suelo y no solo como insumo de un cultivo. Una razonable
fertilización en trigo/soja apunta a mejorar el desempeño de ambos cultivos;
en este marco se propone asignar sus costos en función del efecto sobre cada
uno. Una aproximación en este aspecto sería computar todo el N, la mitad del P
y la tercera parte del S a trigo, y el resto a la soja de segunda. De esta forma
se estará afectando el costo de la fertilización a ambos cultivos y no
asignándolo únicamente a trigo.
Bibliografía citada
Cordone G. y Martínez F. 2002. Efecto de la aplicación de Azufre y
distintas dosis de Nitrógeno sobre el rendimiento del doble cultivo trigo-soja.
Informaciones Agronómicas N° 13. INPOFOS.
Cordone G., Martínez F., Abrate R. y Turinetto M. 2003. Efecto del rastrojo
antecesor y de la ubicación de fertilizantes líquidos y granulados sobre el
rendimiento de trigo. Para Mejorar la Producción 22/INTA Oliveros.
Ferraris G., Salvagiotti F., Prystupa P. y Gutiérrez Boem
F. 2004. Disponibilidad de azufre y respuesta de soja de primera a la
fertilización. Soja en siembra directa 2004. AAPRESID.
Gudelj V., C. Galarza, G. Espoturno, O. Gudelj, P. Vallone, H. Ghio, M. Boll y
F.García . 2006. Evaluación de la fertilización a largo plazo. Informaciones
Agronómicas N° xx (en prensa). INPOFOS.
Martínez F. y Cordone G. 1998. Resultados de ensayos de fertilización azufrada
en soja. Para Mejorar la Producción 8/INTA Oliveros.
Roberts Terry L. y Johnston Adrian M. 2006. Intensidad de cultivo, rotaciones y
tecnología de fertilización para la producción sustentable de trigo. Una
experiencia norteamericana. INPOFOS. Informaciones Agronómicas N°
29. INPOFOS.Rubio G., Gutiérrez Boem y Cabello M. 2004. ¿Cuánto fósforo hay
que aplicar para alcanzar el umbral crítico de fósforo disponible en el suelo?
I. Cálculo a partir de propiedades básicas del suelo. Informaciones
Agronómicas N°23. INPOFOS.
Salvagiotti F., Cordone G., Castellarin J., Bacigalupp S., Capurro J., Pedrol
H., Gerster G., Martínez F., Méndez
J. y Trentino N. 2004. Diagnóstico de la fertilización nitro-genada en trigo
utilizando un umbral de disponibilidad de nitrógeno a la siembra. Para Mejorar
la Producción 25/INTA Oliveros.
Vilche M. S. 2005. Identificación de propiedades edáficas que condicionan la
respuesta de soja [Glycine max
(L) Merr.] a la fertilización azufrada. Tesis Maestría de Recursos Naturales,
Universidad Nacional de Rosario, Fac. C. Agrarias, Zavalla (Santa Fe).