Maiz, un cultivo imprescindible en la rotación

Ing. Agr. Forjan Horacio

La inclusión de maíz contribuye a mejorar la estabilidad del sistema de producción y a mantener la calidad de los recursos y el potencial productivo de nuestros suelos

Durante los últimos años la agricultura regional ha experimentado cambios muy significativos. La superficie dedicada a los cultivos de cosecha ha aumentado notoriamente a través de la prolongación de los ciclos agrícolas con respecto al período de uso ganadero y a la incorporación de nuevas superficies con menor aptitud para la actividad agrícola.
Los rendimientos de los cultivos han manifestado incrementos considerables, con índices de extracción de nutrientes crecientes, habiéndose comprobado respuestas a la fertilización fosfatada en todos los cultivos y más recientemente a la nitrogenada en trigo y maíz, creándose una mayor dependencia de los fertilizantes.
Si bien en la última década la fertilización de todos los cultivos es una práctica que se ha difundido y ampliado, en general ningún lote ha sido fertilizado bajo el criterio de reposición (agregar todos los nutrientes que el cultivo extrae). Las oleaginosas no han mostrado hasta el momento respuestas importantes al agregado de nitrógeno y en el caso de maíz los altos requerimientos de este elemento generalmente no son cubiertos por las dosis de fertilizante aplicadas. Este constante aporte de nutrientes que es realizado naturalmente desde el suelo a través de la mineralización de la Materia Orgánica (M.O.) sin una adecuada reposición, está provocando una disminución en los niveles de M.O. de los suelos de la región. Esa pérdida se incrementa cuanto mayor es la presencia en la rotación de cultivos que realizan un bajo aporte de rastrojos como las oleaginosas (soja, girasol). En consecuencia, los altos requerimientos de nutrientes, la baja cantidad de residuos que dejan algunos cultivos y la escasa fertilización que reciben, provocan esa pérdida de M.O. y están conduciendo a una disminución considerable de la fertilidad de los suelos y por lo tanto de la sustentabilidad física, ecológica y económica de las explotaciones agrícolas del sur bonaerense.
Estos balances negativos de M.O. están siendo reportados en buena parte de la región pampeana, especialmente ante el aumento de la superficie sembrada con soja, debido a que el carbono mineralizado anualmente por la soja no es compensado por la escasa cantidad y baja relación C/N de sus rastrojos.

Los cultivos y la materia orgánica del suelo

La materia orgánica constituye el indicador más directo de la calidad de un suelo. Es el principal reservorio de nutrientes para las plantas y contribuye fuertemente a la estabilización de la estructura edáfica. Es un componente clave del suelo ya que contiene alrededor del 95% del nitrógeno edáfico e influye favorablemente sobre las propiedades químicas, físicas y biológicas, siendo por lo tanto fundamental para obtener rendimientos elevados y estables de los cultivos. Numerosos estudios marcan diferencias entre cultivos por su incidencia sobre la MO del suelo. A través de las rotaciones y las labranzas se puede manejar el momento, la cantidad, la calidad y la forma de retorno de carbono al suelo, y los factores que influyen sobre su procesamiento. En general, la cantidad de residuos restituída al suelo es el factor que, a igualdad de condiciones generales de manejo, tendrá el mayor efecto sobre la dinámica de la MO. Una mayor frecuencia de cultivos con gran volumen de rastrojo hacen que la tasa de caída del contenido de MO sea menos abrupta o que inclusive pueda haber una recuperación del mismo. Por el contrario, materiales con una baja relación Carbono/Nitrógeno y mayor contenido de compuestos solubles, hacen que durante el proceso de su descomposición en el suelo se fomente una mayor mineralización de la MO del mismo. Los cultivos de trigo, soja, girasol y maíz difieren en la cantidad y calidad de los rastrojos que quedan en el sistema luego de la cosecha. Por lo tanto, la frecuencia de aparición de aquellos cultivos en la rotación incide sobre el contenido de MO del suelo.

Producción de rastrojos de distintos cultivos (Ensayo rotaciones CEI Barrow)

El elevado volúmen del rastrojo de maíz contribuye favorablemente sobre el contenido de materia orgánica del suelo en aquellas secuencias donde interviene. Además, la elevada relación carbono/nitrógeno permite una mayor perdurabilidad de los residuos.

El maíz en la rotación

La rotación de cultivos es una tecnología fundamental para asegurar la viabilidad de los sistemas agrícolas de la región. La alternancia de cultivos con diferencias en su balance de nutrientes y en el aporte de rastrojos, modificarán indefectiblemente el funcionamiento del sistema de producción en el mediano y largo plazo. Es importante analizar la trascendencia que adquiere la inclusión de un cultivo como el maíz ya sea por su aporte al resultado económico de la empresa como por su contribución a la diversificación de la rotación agrícola y a la sustentabilidad. Tanto los efectos directos (rinde, resultado económico) como indirectos (producción de rastrojo, mantenimiento del balance de materia orgánica, eficiencia en el uso del agua y rinde de los restantes cultivos en la rotación) adquieren importancia en un análisis global de la rotación. Las rotaciones que incluyen maíz obtienen una mayor rentabilidad en el largo plazo por su contribución a la estabilidad de los sistemas de producción, manteniendo la materia orgánica de los suelos para beneficio de los cultivos siguientes. Este papel que cumple el cultivo en el mantenimiento de las funciones del sistema de producción generalmente no es tomado en cuenta cuando sólo se comparan márgenes económicos por cultivo. Un escenario de cambio como el que se está experimentando en la agricultura de la región debe responder a un proceso razonado, apoyado en el conocimiento y manejo tecnológico adecuado de cada componente del sistema de producción. En este contexto, el cultivo de maíz surge como un eslabón que, integrado a otros, contribuye sustancialmente al funcionamiento y mantenimiento de la calidad de los recursos y al potencial productivo de nuestros suelos.