Diagnóstico y manejo de la fertilización de cultivos de girasol

M. Díaz-Zorita

El cultivo de girasol en la República Argentina se extiende en un rango variado de condiciones agroecológicas con rendimientos medios significativamente inferiores a los logrados en sistemas intensivos de cultivo. En esta brecha se conjugan e interactúan factores ambientales, fisiológicos y de manejo tecnológico entre los que se encuentran las deficiencias nutritivas. El girasol requiere de la provisión de abundantes niveles de agua y nutrientes para su normal desarrollo y producción de grano y aceite, con demandas proporcionales a los rendimientos logrados. De todos los nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas, nitrógeno, fósforo y boro han sido descriptos como los elementos que en mayor magnitud y frecuencia limitan su normal producción en la región oeste bonaerense.

Es objetivo de esta publicación presentar una propuesta de diagnóstico y manejo de la fertilización de cultivos de girasol considerando los logros de abundantes estudios específicos desarrollados fundamentalmente en el oeste bonaerense.

En el caso de fósforo los análisis de suelo constituyen la única alternativa para el diagnóstico de las necesidades de fertilización. Suelos con niveles de fósforo disponible (Bray Kurtz 1) inferiores a 12 ppm en su capa superior requieren de aplicaciones de fuentes fosfatadas independientemente de la fecha y del sistema de siembra empleado. En el caso de cultivos en siembra directa o siembras tempranas los umbrales de respuesta son cercanos a 17 - 20 ppm. Esta corrección, dadas las características de solubilidad y captación de los fosfatos debe realizarse en el momento de la siembra colocando el fertilizante debajo de la semilla donde las raíces lo intercepten en su crecimiento.

Las aplicaciones de fuentes nitrogenadas son convenientes de realizar en estadios de desarrollo vegetativo. Para el logro de incrementos en los rendimientos superiores al 10 %, respecto de aquellos sin agregado de nitrógeno, si la concentración del elemento en el cultivo es inferior al crítico (INN = 0.85 o NO3 en pecíolos = 3750 ppm) es conveniente la aplicación inmediata de alguna fuente nitrogenadas para la corrección de la deficiencia nutricional. La dosis de 40 Kg/ha de N mostró, luego de 4 campañas consecutivas de estudio, aumentos medios del 12% de rendimiento con respecto al testigo sin fertilización. La textura de los suelos, la disponibilidad de agua en el momento de la siembra o en floración y la densidad de plantas junto con la presencia de enfermedades son algunos de los factores ambientales y de manejo que regularon la magnitud de las respuestas al agregado de este nutriente.

La necesidad de fertilización con boro y el manejo de esta práctica requiere de la identificación de ambientes deficientes tanto por el análisis de suelos y plantas como de la observación de la frecuencia de plantas con sintomatología específica. En condiciones de deficiencias edáficas se logran aumentos de hasta el 33 % de los rendimientos con aplicaciones foliares. Aún se requiere del ajuste de esta práctica en planteos de alta producción y considerando las interacciones con factores ambientales.