La carne, como ya conocemos, es un alimento apropiado por nuestros consumidores y cualquier aumento aunque sea necesario y justificado nos pone de mal humor.

Desde hace tiempo venimos insistiendo desde este espacio que la carne vacuna viene corriendo por detrás a la inflación y que por factores de oferta y climáticos se retrasó el incremento de su precio.

En estos días,  el aumento del valor del maíz y su impacto en las dietas de los animales hizo que viéramos un pequeño aumento en la cotización de la hacienda para faena que no alcanza a cubrir la suba de los costos, por ende se supone que todavía hay márgenes de aumento.

Este nuevo escenario, hace inevitable para matarifes y abastecedores el traslado de esos cambios en los valores a los carniceros y por ende se verá reflejado en el precio final minorista, encontrándose mucha disparidad de precios. En el relevamiento de precios que realiza IPCVA se puede apreciar claramente que un kilogramo de carne tiene actualmente un precio muy competitivo y comparado con otros productos no refleja aumentos sustantivos.

También es bueno resaltar que en toda la cadena no hubo acciones especulativas y se mantuvo constante la oferta y abastecimiento.

Si bien el nuevo tipo de cambio favorece claramente a los frigoríficos vinculados a la exportación, la disminución de reintegros y la implementación de derechos de exportación en parte reducen este beneficio. La competitividad cambiaria ya sabemos que puede ser efímera ya que se licuaría con la suba de los costos industriales (hacienda, salarios, combustibles, etc.) y cuando lo hacen, los nuevos impuestos (derechos de exportación) quitan capital del circuito productivo.

Somos conscientes de la urgencia y emergencia del país pero apelamos a la sensibilidad de Gobernantes para estar atentos a quitar y reducir impuestos distorsivos para facilitar la inversión y mejorar las condiciones productivas.

En estos días también vimos que la tendencia de diferenciar el precio de la invernada entre machos y hembras se ha establecido en más de un 10%, claramente esta situación es consecuencia de mantener el peso mínimo de faena para hembras en 300 kilos y como lo anticipáramos desde FIFRA sería uno de los efectos no deseados de la medida. Por un lado afecta el valor que reciben criadores, pero por otro, ese animal en un sistema de engorde convencional de corral al ingresar con menos de 220 kilos llega a los 300 kilos sobre-engrasado, castigado asi en el precio de venta de las canales. El aumento del valor del maíz y teniendo en cuenta lo que acabamos de decir respecto del sobre-engrasamiento de las hembras, creemos que el diferencial entre terneros y terneras de invernada será aún mayor porque no alcanza a cubrir las pérdidas por engrasamiento. Por nuestra parte, seguimos insistiendo que habría que diferenciar en el peso mínimo de machos y hembras.

En el mercado hemos visto que habría operadores que están comercializando animales de peso inferior al mínimo exigido por la norma y que no guardan relación con el pago de cauciones, eso nos hace presumir que habría prácticas desleales, burlando los controladores electrónicos de faena (CEF) lo que implica la complicidad de productores, consignatarios, frigoríficos y matarifes.

Estamos convencidos que son más los factores distorsivos que genera la medida que los efectos positivos sobre el agregado de kilogramos en la producción de carnes. Hicimos el análisis y los 40 kilos en pie (entre lo que exige la norma vigente y los que consideramos debería pedir que tenga una hembras que va a faena) representan 22,8 kilos res en gancho adicionales. En el caso de las terneras esos 22,8 kilos representan el 1,72% de la producción de carnes, sobre una faena de 13 millones de cabezas a un promedio de 225 kilos/res con hueso.

En otro orden de cosas, la AFIP postergó la entrada en vigencia del Remito Electrónico de Carnes (REC) y AgroIndustria público la norma que reforma la Resolución 21 sobre el Registro RUCA incluyendo a las Carnicerías. El registro de los locales de venta minorista es condición sine qua non para una futura implementación del REC. Para que este sistema funcione y sea transparente es necesario que se avance en la disminución de las alícuota de ingresos brutos en todas las provincias, todavía hay provincias que gravan las ventas de carnes con alícuota superiores al 4%, en esos lugares no se van a registrar las ventas y complicarán el trabajo de los operadores formales.

En esta difícil situación económica del país ningún actor está en condiciones de perder ventas, por lo que creemos que lo que planteamos respecto de la cuestión fiscal y comercial deberá ser evaluado por las autoridades. Desde FIFRA participamos de la idea de ordenar y generar transparencia pero debemos hacerlo en condiciones equitativas, se puso mucho énfasis en lograr que provincia de Buenos Aires baje la alícuota de IIBB, pero quedan 20  provincias con alícuotas por encima y nuestros asociados operan con esa realidad.

Fuente: Fiffra