Presentados como una sucesión de casos particulares, al final expresaron una llamativa coincidencia temporal: cooperativas de diversas regiones del mundo experimentaron cambios estructurales con el cambio de siglo. Quizás fue una coincidencia con el almanaque, pero lo cierto es que alrededor del año 2000, las entidades agrupadas en torno al esfuerzo propio y la ayuda mutua se profesionalizaron radicalmente.

Y si bien este movimiento tuvo evoluciones diversas desde los pioneros de 1844, en Rochdale, Inglaterra, el siglo XXI aceleró notablemente el agregado de valor en los productos y servicios que se brindan entre los asociados. El francés Jean Luc Penot, de la Univeridad de Versalles y el brasileño Oscar Ló de la cooperativa Vinícola Garibaldi, Brasil, entre otros, reflejaron estas dos corrientes de acción en el primer Congreso Internacional de Cooperativismo Agroindustrial, que desarrolló Coninagro esta semana en Buenos Aires.

Los disertantes, que también llegaron desde España, República Checa, Uruguay y Chile contaron sus casos como situaciones locales, pero como enseñó Tolstoi en 1910, si uno pinta su aldea puede ser universal... y reflejar el mundo.

El cambio, parece, fue un clic global, y se reveló compartido en este encuentro, que buscó retomar el pasado, revivir el presente y proyectar el futuro del mutualismo, como definió Marcelo Collomb, el titular del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), que apoyó intensamente al equipo liderado por Carlos Iannizzotto, presidente de Coninagro.

Casos internacionales

El primero de los testimonios internacionales fue el de la española María Arantxa Laskurain, secretaria general de la Corporación Cooperativa Mondragón, una organización vasca que tiene una estructura particular, basada en la cooperación interempresarial, en el protagonismo de las personas y en el compromiso con el desarrollo del entorno. Hoy, es el principal grupo empresarial del País Vasco y de los más importantes en toda la Península Ibérica. Está conformado por 266 empresas y cooperativas, que operan en la industria y las finanzas, y cuenta con iniciativas en innovación y la educación. Tiene más de 80.000 trabajadores y el año pasado generó ingresos por unos 12.000 millones de euros.

Luego, Penot, se abocó a analizar mecanismos de gestión, desde la autoridad que a su criterio deben tener los consejos de administración para tomar decisiones, a cómo conviene transmitir la capacitación cooperativa. La importancia del apoyo del Estado para desarrollar políticas públicas de fomento productivo fue un eje de coincidencias entre Penot y quien lo sucedió en el estrado, Rostislav Cutka, productor porcino de República Checa, que recibe subsidios de su país y de la Unión Europea.

Cutka puso el foco en “las cooperativas como herramientas para generar valor agregado en origen” y puntualizó el uso de tecnologías como la alimentación automatizada. Con la colaboración del doctor José Acosta, del INTA, que conoció la experiencia checa, el visitante contó que integra una cooperativa de pequeños y medianos productores (no sólo de cerdos, sino también tamberos y agrícolas) que, “comenzó en 1952 y, con diversificación productiva y tecnología, se ha desarrollado hasta poder brindar múltiples servicios a sus asociados”.

Robson Mafioletti, superintendente de la Organización de Cooperativas Brasileñas en el Estado de Paraná (OCEPAR), Brasil, también destacó la importancia del agregado de valor, como de la participación en toda la cadena de producción. Al dar detalles de la industrialización creciente de esa cooperativa, en el marco de un cooperativismo muy pujante en el sur del gigante sudamericano, afirmó que “la manufactura de pollos y porcinos está teniendo muy buenos resultados”.

Precisó que hay 13,2 millones de cooperativistas brasileños 6,3% de población, un porcentaje que si se incluye a los familiares sube al 25,4%. Y aseguró que el 30% de la población del estado de Paraná está involucrada con la producción agroindustrial y genera el 60% del PBI de la región. “Un municipio típico del estado de Paraná tiene a la agroindustria en el centro de su dinámica. Y el cooperativismo es protagonista, centrado en las personas no en el capital, apuntando a la seguridad alimentaria y a la calidad de vida”, dijo Mafioletti.

Ponderó las fuertes inversiones en formación profesional: organizan 8 mil eventos por año, que involucran a 200 mil personas, con un presupuesto de 10 millones de dólares al año. “Es la clave para estar motivados y crecer”, dijo convencido. Y señaló que “el planeamiento estratégico no es suficiente pero sí imprescindible para avanzar”.

Con un crecimiento incesante que en este siglo viene duplicando la facturación cada 5 años, esperan llegar a 2020 con una facturación de 25 mil millones de dólares. El comercio es clave para ello, y aprovechan muchas a las ferias (tipo Expoagro) como “vectores de transferencia tecnológica, para que los productores estén en la frontera del conocimiento”.

También de Brasil llegó Oscar Ló, de la Cooperativa Vinícola Garibaldi, que en Río Grande do Sul, a 100 kilómetros de Porto Alegre, congregó a 70 fundadores de inmigración italiana en 1931. “Hasta el año 2000 elaboramos muchos productores de bajo valor agregado, a granel, pero ya en 2003 nuestro principal foco empezó a ser la agregación de valor, con preeminencia del envasado”, relató.

Hoy son 400 asociados en 8 núcleos, con rondas de reuniones regulares sobre los temas de la cooperativa. En ese marco impulsaron su proyecto de orgánicos y biodinámicos (lo consideran como la evolución de lo orgánico), con el jugo de uva como estandarte para llegar a consumidores juveniles.

Pero su orgullo son los premios obtenidos por las bebidas espumantes “más de 200 en los últimos 5 años”. En un concurso realizado en Mendoza obtuvieron 7 medallas de oro y en Chile se quedaron con la medalla de “mejor espumante del Cono Sur”.

En tanto, Augusto Grob Fuchs, de la Cooperativa Agrícola y Lechera de la Unión (Colun), de Chile, reflejó que en el país trasandino actúan 1.400 cooperativas con 1,8 millones de socios.

Colun es exclusivamente lechera, una de las 3 que quedan en Chile, que produce en total 2,5 millones de toneladas, 0,5% de la producción mundial. El 86% de la producción lechera de Chile se produce en la zona de los lagos del sur.

El aspecto saliente es que del otro lado de la Cordillera de los Andes están muy activo en la exportación de productos lácteos, porque Chile no alcanza a consumir y además porque tiene un intercambio muy intenso con otros países, especialmente Australia. Para lograrlo, privilegian sobre todo la calidad del equipo de trabajo. “Nuestro lema es que la calidad no se controla, se fabrica”, dijo Grob, orgulloso. Y destacó: “La gracia es que una persona vale un voto. Es una forma de vida, se trata de ayudarse”.

En representación de las Cooperativas Agrarias Federadas (CAF), de Uruguay, testimonió Virginia San Martín, su presidenta. Describió 20 organizaciones en red, con más de 13.300 productores asociados (25% del país, y en un 80% agricultores familiares) distribuidos por el territorio oriental. Contó que, por ejemplo, comercializan la producción de 2.000 productores lecheros integrados principalmente en Conaprole, firma que explica el 80% de la producción nacional de leche. Además, las cooperativas de la CAF manejan el 30% de la producción nacional de trigo, otro tanto de cebada, y el 25% de soja, contando para ello con un cuarto del volumen de acopio nacional.

“Somos los hermanos menores de la región, es cuestión de tomar coraje”, dijo la cooperativista uruguaya y se animó a contar un “fracaso: abrimos un frigorífico años atrás y fue una experiencia fallida de la cual todavía quedan esquirlas”.

Con todo, miran con fe hacia el futuro: “Hemos sumado profesionales en comunicación y también en responsabilidad ambiental, porque es clave conectar el campo con la ciudad. En ese marco, cuidar el capital social y brindar tanto servicios como beneficios es lo fundamental, articulando en el territorio”.

Balance

Entre testimonios de productores de leche, vino, grano, cerdos, yerba, biocombustibles y miel, etcétera, la jornada dio tiempo para presentar el proyecto de Ley de Economías Regionales que impulsará Coninagro en el Congreso de la Nación. También se propuso crear un Programa Anticíclico de las Economías Regionales, el reimpulso de las cooperativas de Crédito, complementadas con Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) y hasta un Procrear rural, para construir 100.000 viviendas en el campo. También se volvió sobre el tema del seguro multirriesgo.

Entretanto, Penot fue uno de los que definió las preguntas clave para el éxito de este tipo de organizaciones: “¿Qué hacemos juntos y qué podemos hacer juntos?” Otro eje que expresó el francés y fue subrayado por la uruguaya es que “el camino está trazado, y es la intercooperación, un cooperativismo unido para insertarse cada vez en el mundo”.