En Latinoamérica se pierde más del 35 por ciento de la producción de alimentos, principalmente en las etapas de cosecha y poscosecha. A partir de ese dato, revelado por el director del Instituto de Clima y Agua del INTA Carlos Di Bella en el XI Congreso Nacional de Maíz que tiene lugar en Pergamino, toma relevancia la necesidad de repensar la incidencia de las tecnologías en la producción agropecuaria.

Y fue en el rol de las tecnologías disruptivas donde Di Bella puso el foco. “En español, la disrupción es algo brusco, que rompe, pero en inglés se vincula más con la innovación. La siembra directa, por ejemplo, es disruptiva, algo innovador que produjo un quiebre. Hoy, la agricultura es un canalizador importante de estas tecnologías disruptivas, pero entre estas tecnologías también hay mucho blabla, muchos espejitos de colores”, advirtió el técnico.

Luego se preguntó: ¿Dónde vamos a poner las tecnologías disruptivas?

“Parece ser que deberían apuntar a mejorar el manejo del ambiente. También, en la interacción de genotipo y ambiente, y a reducir las pérdidas que se producen en la cosecha y la poscosecha”, dijo.

Para clarificar de qué se habla cuando se menciona a las tecnologías disruptivas, Di Bella las clasificó en tres grupos: las digitales (sensores, drones, big data...), las biotecnologías y los procesos (agricultura vertical, hidroponia, irrigación profunda…). Y luego se enfocó en el primer grupo.

Entre las tecnologías digitales el especialista del INTA mencionó las siguientes:

La impresión 3D: “Pensar en que uno puede diseñar sus propias herramientas”.

Los robots: “Pueden estar en el terreno sembrando con determinadas densidades, aplicando productos, sacando malezas…”

Drones: “Se puede tener información bastante detallada del lote, y van mejorando”.

Inteligencia artificial: “Análisis, algoritmos y grandes volúmenes de datos. Permiten mejorar los pronósticos, generar potentes ingenierías de datos para la toma de decisiones”.

Pero lo que va a tener más impacto, según Di Bella, va a ser el uso de todas estas herramientas conjugadas en la agricultura de precisión, para hacer un uso más eficiente de los recursos, mejorar la calidad de lo que producimos y reducir la huella ambiental.

Además, afirmó que la biotecnología va a jugar un rol muy importante en tres aspectos: resistencia a sequía, eficiencia en el uso de nitrógeno y la biofortificación. “Si pudiéramos incorporar nutrientes en los granos sería muy importante”, detalló, y luego, con su perspectiva de climatólogo, concluyó: “Vamos a tener que lidiar cada vez más con eventos climáticos extremos. El éxito va a depender de cómo globalizamos todas estas tecnologías para que tengan realmente impacto en la producción mundial”.