Su cultivo data de la época prehispánica donde era un alimento importante para la población de la época, pero con la llegada de los españoles es reemplazada por los cereales. Su centro de origen es América Latina, específicamente la zona andina, pero se reconoce a Perú y Bolivia como los centros de mayor diversidad de genotipos y parientes silvestres. Sin embargo, evidencias arqueológicas, lingüísticas y etnográficas e históricas señalan que en el pasado esta especie tuvo una amplia distribución geográfica en Sudamérica que abarcó desde Venezuela y Colombia en el norte llegando hasta Tucumán en Argentina y al Archipiélago de Chiloé en Chile.

De los 5 tipos (ecotipos) definidos en los centros de origen, 2 se encuentran en Chile, las llamadas quínoas de los salares y las quínoas de zonas bajas o del nivel del mar, en este último se encuentran las quínoas del sur de nuestro país. Éstas han sido mantenidas desde tiempos remotos, al igual que en resto de la zona andina por las comunidades, quienes a través de la conservación in situ y el intercambio de semillas y saberes han permitido disponer hoy de importantes colecciones que son la base de la investigación que llevó a cabo INIA Carillanca a través del proyecto FIA Tecnologías para potenciar el cultivo de quínoa, como opción productiva para la Agricultura Familiar en la zona centro sur de Chile.

El proyecto, iniciado en 2015, llegó a su última etapa. En este contexto se desarrolló un Seminario internacional y feria de productos en base a quínoa, que permitió dar a conocer el potencial de este importante cultivo ancestral. La actividad contó con el apoyo de la Agencia de Desarrollo de La Araucanía.

A nivel mundial, la quínoa se sigue estudiando y revalorizando debido a sus cualidades agroecológicas, nutritivas, terapéuticas que le permitieron ser catalogada por la FAO (2013) como uno de los alimentos con mayor futuro en el mundo, principalmente porque contiene gran parte de los nutrientes, vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales que el organismo requiere y además por su capacidad de adaptación a diferentes condiciones agroclimáticas. “Según la FAO la reincorporación y masificación del consumo de la quínoa sería un elemento fundamental para enfrentar un gran desafío mundial que es reducir el hambre, la desnutrición y la pobreza”, indicó Jorge Díaz, Director e investigador del proyecto.

El proyecto

El proyecto, liderado por INIA Carillanca, co financiado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), tuvo como co-ejecutor a la Universidad de La Frontera (UFRO) y como asociados Agroforestal La Esperanza Ltda.; las comunidades indígenas Domingo Canio N°2, Antonio Paine 1, Antonio Paine Nº 2 y Domingo Caniu 1; la Municipalidad de Vilcún; INDAP y SAG, con la visión de aumentar la superficie sembrada, el rendimiento del cultivo y la oferta de nuevos productos procesados en base a quínoa desde La Araucanía, generando un impulso a la agricultura familiar dedicada a la producción de este cultivo. Los objetivos estuvieron orientados a identificar germoplasma de quínoa con características agronómicas y/o funcionales sobresalientes en términos de rendimiento y calidad; definir tecnologías de manejo agronómico integrado que permitieran el desarrollo del cultivo en el centro-sur de Chile y desarrollar prototipos industriales en base a este producto, que pudieran ser escalados por actores de la agricultura familiar en el mediano plazo, como también transferir y difundir los resultados obtenidos a productores, asesores y empresas.

Resultados

Durante la ejecución del proyecto se caracterizaron 125 genotipos de quínoa de la colección conservada en el Banco de Germoplasma de INIA Carillanca, seleccionados por características destacadas en peso de grano, altura, tamaño de panoja y rendimiento. Adicionalmente, se fueron regenerando y seleccionando para llegar a los mejores 6 genotipos seleccionados por atributos agronómicos (ej: rendimiento y peso de grano). La regeneración de estos genotipos permitió contar con suficiente volumen de semilla (entre 0,7 a 4 kg por genotipo), donde una parte se depositó en el Banco de Recursos Genéticos, otras se usaron en ensayos de campo, para la preparación de los prototipos industriales, para los análisis nutricionales y funcionales, y para las siembras participativas en las comunidades socias del proyecto. Los ensayos de manejo agronómico se establecieron en INIA Carillanca (comuna de Vilcun, Valle central) y Tranapuente (comuna de Carahue, Secano costero).

Las evaluaciones indicaron que los mejores resultados se lograron con una distancia de 40 cm entre surcos y una dosis de siembra de 5 a 10 kg/ha de semilla, y que la fecha de siembra más adecuada es a inicios de septiembre para el Valle central y Secano costero. En la fertilización nitrogenada (N) una adecuada gestión de este nutriente está en torno a los 230 y 150 kg/ha y de potasio de 120 y 100 kg/ha para el valle central y secano costero, respectivamente.

En el control de malezas se constató la importancia de sembrar a 40 cm para la realización de un adecuado control mecánico, y se identificaron tratamientos selectivos con el herbicida metamitron en premergencia, y propizamida y triflusulfuron en postemergencia. Una posible estrategia es integrar el uso del herbicida de premergencia con labores mecánicas entre las hileras del cultivo, lo que ha permitido incrementos significativos en más de un 20% con respecto a una situación sin control de las malezas.

En el tema sanitario, se detectó y confirmó la presencia de Perenospora variabilis (mildiú) y los estudios indican que la enfermedad no causa una caída significativa en el rendimiento. Sin embargo, el potencial de daño por dicha enfermedad está muy supeditado al ambiente y el genotipo o variedad.Por otra parte, mediante parcelas de observación se detectó como potenciales plagas insectiles y según orden de importancia a chinches, larvas de lepidópteros, mosca minadora y trips.

En la gestión del agua se determinó que para la localidad de Carillanca, los riegos debieran comenzar a partir de noviembre (estado vegetativo) y para la localidad de Tranapuente debieran empezar al final de noviembre (estado inicio de floración). En ambos casos terminar el riego aproximadamente entre 10 y 15 días antes del estado fenológico de grano maduro. Esto permite al menos incrementos de rendimientos en más de un 15%.

Un antecedente clave en la toma de decisiones es conocer los costos de producción y las utilidades que generan. Los costos directos del cultivo, utilizando las tecnologías desarrolladas, ascienden a $1.210. 226 (mano de obra, maquinaria, fertilizantes, plaguicidas, otros y gastos financieros). Por ejemplo, considerando estos costos y un rendimiento de 27,5 qq/ha a un precio de venta de $1.200/kg, el margen bruto por hectárea es de $ 2.089.774.

Por otra parte, el Instituto de Agroindustria de la UFRO, desarrolló los protocolos de producción de prototipos industriales correspondientes a una bebida seudoláctea saborizada, jalea, flan, mote y harina para repostería (queques). Estos han sido caracterizados en su contenido de energía, materia grasa, proteína, fibra cruda, hidratos de carbono y sodio.

Cabe indicar que, en el contexto del proyecto se establecieron siembras participativas en cada una de las 4 comunidades socias, módulos demostrativos de 0,1 a 0,2 ha de superficie. Los resultados obtenidos en las comunidades han sido muy alentadores, tanto así que hoy están organizados en una cooperativa que les permitirá seguir desarrollando de manera coordinada la quínoa como una alternativa productiva propia de su cultura mapuche.