El Presidente, con sus últimos gestos, está buscando recrear esas expectativas como combustible político. No fue casual que, durante su reciente conferencia de prensa, repitiera una docena de veces la palabra "futuro". Es una manera de persuadir a la ciudadanía de que, aunque el presente diste de ser el mejor, las soluciones no vendrán del pasado. Hay motivos para dudar acerca de si podrá recomponer la confianza: la triste realidad indica que la gran mayoría de los pronósticos del primer mandatario en materia económica se vieron incumplidos uno tras otro. Los más recordados son la idea de que en el segundo semestre de 2016 todo estaría mejor y la más cercana, de que lo peor ya pasó.

Hoy es difícil sostener que lo peor ha pasado. El trimestre julio-septiembre estará signado por una pérdida de poder adquisitivo que afectará negativamente el consumo, al tiempo que el freno a la obra pública para disminuir el gasto público y el déficit fiscal, junto a los coletazos de la devaluación del peso, ya ha comenzado a deteriorar al sector de la construcción, que había sido uno de los más dinámicos hasta el primer trimestre de este año.

Hay datos positivos, con todo. En el primer semestre del año, el déficit primario del Estado representó solo el 0,9% del PBI, por lo cual, de acuerdo con consultoras como Ecolatina, la meta fiscal para 2018 parecería bien encaminada. No puede decirse lo mismo de la inflación, a tal punto que algunos economistas juzgan que, para alcanzar un valor inferior al 30% anual, como el comprometido ante el FMI, haría falta un mayor enfriamiento de la economía, una idea que inquieta a dirigentes de todos los colores políticos.

Otro dato desalentador proviene del sector externo: el déficit de cuenta corriente alcanzó los 9600 millones de dólares en el primer trimestre del año y el acumulado de los últimos cuatro trimestres llegó a los 34.000 millones de dólares, cifra récord desde la salida de la convertibilidad. No es casual que Macri haya puesto tanto énfasis en estas horas en la necesidad de mejorar las exportaciones.

Más que transmitir certezas numéricas, el Presidente, con sus últimas intervenciones públicas, ha procurado ocupar el centro de la escena para que este no sea monopolizado por los críticos del Gobierno y quienes buscan persuadir a la sociedad de que la actual situación se asemeja a las peores crisis que sufrimos los argentinos. Y como para dar una señal de fortaleza, ayer, en Instagram, cuando se le preguntó si iba a buscar la reelección , respondió que no le gustaba hablar de 2019, pero que está acá "para acompañar el cambio todo el tiempo que ustedes decidan". Un indicio más de la campaña permanente.

Por: Fernando Laborda