Ante la gran demanda por el avance masivo en el país de las plantas de biogás, apoyados por el plan oficial Renovar, tanto las instituciones públicas como privadas acordaron una normativa exclusiva para la aplicación y el uso del digerido.

El documento fue generado por una mesa multidisciplinaria, creada desde hace casi 3 años y liderada por El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (Secretaría de Control y Monitoreo Ambiental) y profesionales de distintas especialidades pertenecientes al INTA, INTI, SENASA, Probiomasa (Ministerio de Agroindustria) y empresas privadas. El borrador de la normativa ya está finalizado y se encuentra en etapa de revisión.

“Hay una presión muy grande para que la normativa salga lo antes posible por la gran cantidad de plantas de biogás que se están instalando en el país y que esperan valorizar agronómicamente el digerido”, señaló Patricia Bres, investigadora del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (Lab. de Transformación de Residuos) del INTA Castelar, y quien fue uno de las partícipes activas de esta comitiva.

Además, aclaró, se están generando otras dos normativas para la utilización del biogás en la Red Eléctrica y para el Monitoreo y Seguridad en las plantas de biogás.

La planta de biogás para el tratamiento de residuos orgánicos y efluentes genera un efluente gaseoso (biogás) que puede ser utilizado como fuente de energía alternativa y un efluente semi líquido, denominado digerido, con potencialidades para ser utilizado como biofertilizante.

“Otros países tienen normativas que regulan el uso y aplicación del digerido y manual de Buenas Prácticas Agrícolas que la acompañan. Argentina aún no cuenta con esto por lo que la normativa será clave para que las plantas de biogás regulen y gestionen adecuadamente el uso y aplicación del digerido al suelo”, precisó.

El digerido generalmente es almacenado en lagunas por cierto tiempo para que continúe su proceso de degradación de la materia orgánica y sea un producto estable.

Según Bres, algunos productores lo siguen tratando por lagunas en serie a fin de que el digerido alcance los valores límites permisibles para ser volcado en un cuerpo de agua superficial (Res 336/2003 por la Autoridad Regulatoria del Agua, para el caso de la provincia de Buenos Aires). Otros, agregó, lo aplican en el propio predio como biofertilizante, pero esta práctica no está contemplada ni regulada por las normativas vigentes.

El trabajo considera diferentes aspectos que están involucrados en el uso y aplicación del digerido.

En cuanto a los puntos más importantes, se encuentra la regulación de los valores límites de metales pesados en el digerido y en el suelo.

“Las concentraciones superiores de metales a las establecidas podrían causar toxicidad y una contaminación ambiental”, explicó. Otro aspecto importante de restricción es la presencia de compuestos patógenos (E. coli, Salmonella).

Por otro lado, la aplicación del digerido deberá estar acompañada por un plan de aplicación, que contemple los niveles de nutrientes y los límites permisibles establecidos en la normativa, tanto en el suelo o cuerpo receptor como en el digerido.

También, añadió Patricia Bres, la normativa establece las condiciones de estabilidad del digerido, los requisitos a considerar antes y después de la aplicación, las características del sitio y cuerpo receptor (distancias de aplicación y pendiente del suelo), las condiciones de almacenamiento del digerido, las frecuencias de muestreo tanto del suelo como del digerido, entre otros.

Cada uno de los artículos y anexos de esta normativa fue generado mediante el consenso de los integrantes de la mesa comitiva. “Fue un trabajo muy exhausto e intensivo, con reuniones periódicas donde se debatían cada uno de estos puntos”, agregó.

Según la especialista, la aplicación indiscriminada y el uso inadecuado del digerido pueden provocar un impacto negativo en el ambiente. “Si bien tiene características intrínsecas que lo valorizan como biofertilizante, es muy importante conocer previamente su calidad y el contenido de metales para evitar una contaminación ambiental y preservar la salud y el bienestar de la población”, explicó.

Por su parte, Ezequiel Weibel, socio de Biogás Argentina, aseguró que la provincia de Córdoba, por ejemplo, tiene reglamentado la utilización de efluentes agropecuarios (no de biogás) por lo que se busca seguir con estos pasos a nivel país.

Esta empresa fue la que desarrolló el proyecto de biogás a Luis Urdangarín, en Carlos Tejedor, al oeste de Buenos Aires, quien armó un feedlot con capacidad para 500 animales pero el productor no sólo se quedó con la producción de carne, fue más allá y comenzó a procesar el estiércol de los animales. Cada día, en los corrales del establecimiento La Micaela, se producen aproximadamente 13,5 toneladas de estiércol, que son recolectadas y tratadas.

Así, tras modificar la infraestructura de los corrales colocando hormigón en el piso, invirtió U$$ 300.0000 en 2014 en un biodigestor para producir biogás con el fin de comercializar energía eléctrica.

Y ahora, con el residuo líquido que queda decantado luego de todo el proceso, busca introducirse en este negocio y venderlos como un insumo más.

“El Senasa todavía no lo ha caracterizado al biofertilizante de biodigestión. Es un tema de burocracia. Lo están analizando pero hace dos años que presenté el proyecto”, explicó el productor, dando cuenta la falta de una norma que regule esta práctica.

Para comenzar con este proyecto, Urdangarín había firmado un convenio con la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) con el fin de comercializar el biofertilizante.

En cuanto a la producción de energía eléctrica, el productor le vende a la red de Carlos Tejedor desde el 2016. En estos momentos producen 30.000 kilowatts (W) por mes. A un consumo promedio por casa de 200 kilowatts, abastece a 150 viviendas. En 2017 Urdangarín facturó casi $1 millón.