El aumento de los precios que se vio a nivel mayorista -como efecto de la devaluación- todavía no se trasladó totalmente hacia los precios al consumidor, debido a la caída que registró la demanda. La consultora Focus Market analizó los precios mayoristas versus los minoristas en 10 sub-categorías de consumo masivo: alimentos, productos de higiene, limpieza y tocador. La conclusión fue que ocho subcategorías , trasladaron menos del 50% del aumento que se vio a nivel mayorista.

Damián Di Pace, analista de la consultora, explica que "la caída del consumo limita el traspaso del aumento de los costos de producción a los precios minoristas".

En alimentos y bebidas, existe un comportamiento dispar, agrega. "Pero el denominador común es que se ve un consumo masivo en baja con una redistribución de la canasta de compra hacia productos de menor contenido proteico y segundas o terceras marcas", dice.

También, la consultora detectó "aumentos más acotados para los precios de los productos con mayor contenido proteico (alimentos frescos) y las primeras marcas". Otro punto es la "fuerte corrección (aumentos de precios) de harinas y derivados, productos que muestran un mejor desempeño por efectos estacionales", explica Di Pace.

En cambio, se evidenció un importante retraso en el traslado del aumento mayorista al minorista en el caso de las carnes, frutas y verduras. En este caso por la menor influencia de la devaluación en este tipo de alimentos.

"Para algunos productos, como textil y calzado, la compra externa dejó de ser una opción rentable", apuntó la consultora. Por eso, se facilitó el traslado del aumento del costo de producción a los precios minoristas. Finalmente, los lácteos, pescados y mariscos también mostraron, según este análisis, una menor brecha de precios entre mayorista y precio final al consumidor.

Un relevamiento anterior de la misma consultora mostró la evolución de los precios de la misma categoría de productos importados vs. los nacionales que se ofertan en las góndolas. La medición se hizo entre el 20 de abril al 1 de julio, periodo en el que el dólar aumentó en medio de una corrida cambiaria. El resultado arrojó que los productos importados aumentaron unas cinco veces más que los de fabricación local.