Empecé mi carrera profesional hace poco más de 10 años, allá por 2005. En este lapso, la tecnología cambió de manera trascendental nuestro trabajo como asesores, técnicos de campo o investigadores. Estos cambios serán cada vez más vertiginosos y debemos estar atentos para discernir entre lo útil y lo que no lo es. Constantemente debemos evaluar la nueva tecnología y capacitarnos para no quedarnos atrás.

¿Qué "leen" los satélites o drones? Aparte de brindar imágenes en colores naturales, en general usamos los índices de vegetación con fines agronómicos, siendo entre ellos el más conocido el índice verde. Estos índices, como su nombre lo indica, alcanzan valores más altos cuando hay mayor cobertura vegetal y, en segunda instancia, cuando esa cobertura vegetal es más verde. Adicionalmente hay algunos índices menos usados, que indican la capacidad de esa cobertura vegetal para convertir la radiación absorbida en biomasa.

La calidad de esta información depende en gran medida del tamaño del píxel y de la frecuencia con que podemos tener esta información. Los drones tienen la ventaja de que el píxel puede ser menor, y por otro lado, podemos tener una lectura en el momento que queremos, mientras que el clima nos lo permita.

¿Para qué usamos esta información? Actualmente podemos tener en nuestra computadora, netbook o teléfono, casi en tiempo real, una idea de la variabilidad espacial y temporal de nuestros lotes. Esta información no reemplaza la recorrida de campo al menos en la actualidad, pero nos ayuda a planificarla. ¿Dónde están los manchones más afectados por la sequía? Luego de ver las imágenes satelitales, vamos a los lugares con problemas. Del mismo modo, llegamos a la cabecera de un lote de maíz y en lugar de caminarlo de punta a punta, lo que nos llevaría un tiempo considerable, podemos ver el lote con un dron, con una visión que de ninguna manera podríamos tener caminando todo el lote.

Desde el punto de vista de la variabilidad temporal, podemos ver la evolución del lote en la actual campaña y compararlo con ciclos anteriores. Si tenemos que hacer un muestreo de suelo o determinar ambientes homogéneos de producción, podemos ver varias imágenes, ver cómo se comportó la vegetación en situaciones climáticas contrastantes y con análisis de cluster determinar las zonas de comportamiento homogéneo. Luego empieza a jugar la agronomía tradicional, para evaluar qué factores determinan esta variabilidad. También en muchos casos esta tecnología se está usando en investigación agronómica, ejemplos de ello son las plataformas de fenotipado usadas en mejoramiento genético vegetal (con diverso grado de automatización) o los diversos sensores utilizados para determinar el estatus nutricional de cultivos, entre otras cosas.

Con tanta información en mano, el nuevo cuello de botella pasa a ser nuestra capacidad de gestionar y de analizar esta información. En este sentido algunas aplicaciones móviles, software y páginas web son útiles, ya que nos pueden ayudar a ordenar la información. Nuestra nueva tarea es la interpretación de esta información y su integración con otras variables de decisión, en un entorno sumamente complejo y cambiante. Este es nuestro nuevo desafío.

Por: Luis María Arias Usandivaras