El Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (ISAAA, por su sigla en inglés) y PG Economics, Ltd. publicaron nuevos estudios que destacan los constantes beneficios sociales, ambientales y económicos que ofrece la adopción de los cultivos modificados mediante biotecnología en el mundo.

Los estudios complementarios “Impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados entre 1996 y 2016” de PG Economics y “Situación mundial de los cultivos genéticamente modificados comercializados en 2017”, de ISAAA) analizan la amplia adopción de los cultivos transgénicos por parte de los agricultores de todo el mundo, así como los impactos socioeconómicos y ambientales derivados de su uso a nivel internacional.

“Los cultivos genéticamente modificados (GM), también llamados transgénicos o biotecnológicos, ofrecen enormes ventajas para el ambiente, la salud de las personas y de los animales, y contribuyen a mejorar las condiciones socioeconómicas de los agricultores y del público en general”, señaló el presidente del Consejo Directivo de ISAAA, Paul S. Teng. “La reciente producción de cultivos transgénicos de última generación, como manzanas y papas que no se oscurecen ni deterioran, el ananá súper-dulce enriquecido con antocianinas, el maíz con mazorcas de mayor biomasa y altos niveles de amilosa, y la soja con contenido modificado de aceite, además de la autorización para comercializar caña de azúcar resistente a insectos, permiten ofrecer más variedad a los consumidores y los productores de alimentos”.

El informe del ISAAA muestra que el área de cultivos GM en todo el mundo aumentó un 3 por ciento o 4,7 millones de hectáreas en 2017. El aumento se debe principalmente al incremento de las ganancias provocado por los elevados precios de las materias primas, la mayor demanda de los mercados, tanto locales como internacionales, y la disponibilidad de semillas con nuevas tecnologías. A medida que más países en desarrollo aumentan el área cultivada con transgénicos y permiten que los agricultores adopten la biotecnología en la producción de alimentos, los pequeños agricultores perciben los efectos beneficiosos que esto tiene en sus vidas y en las de sus familias. De hecho, los países en desarrollo ahora totalizan el 53 por ciento del área de cultivos modificados mediante biotecnología en todo el mundo.

Entre 1996 y 2016, PG Economics informó que a partir de los cultivos GM se obtuvieron ganancias de U$ 186,1 mil millones para unos 17 millones de agricultores, muchos de los cuales eran mujeres o pequeños agricultores responsables del único sustento de sus familias y comunidades.

Graham Brookes, director de PG Economics y coautor del artículo sobre el impacto socioeconómico y ambiental, señala: “La falta de seguridad alimentaria a nivel global es un problema muy importante al que se enfrentan los países en desarrollo, con aproximadamente 108 millones de personas que viven en los países afectados por la crisis alimentaria y que todavía se encuentran en riesgo de sufrir falta de seguridad alimentaria o que ya viven en esa situación. Durante más de 20 años y hasta la actualidad hemos visto cómo la adopción de los cultivos transgénicos en los países en desarrollo ha contribuido a obtener rendimientos más elevados, productos más seguros y mayores ingresos. Estos factores pueden ayudar a disminuir la pobreza, el hambre y la desnutrición en algunas zonas del planeta más proclives a sufrir ese tipo de problemas”.

El estudio de PG Economics también indica que se han hecho grandes avances para reducir la huella de carbono de la agricultura, mitigar el cambio climático y adaptar los cultivos a dicho cambio. El último estudio destaca cómo el uso de la biotecnología en la agricultura sigue contribuyendo en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Junto con el récord de 189,8 millones de hectáreas sembradas con cultivos transgénicos en todo el mundo, la continua expansión de las tecnologías ofrece también características que mejoran la calidad nutricional y que pueden ayudar a contrarrestar el efecto negativo que puede tener el cambio climático en algunos cultivos. En este sentido, hay muchos desarrollos realizados en instituciones públicas con el objetivo de mejorar la calidad nutricional de diversos cultivos, como arroz, banana, papa, trigo, garbanzo, guandú (un tipo de poroto). Los estudios demuestran que el cambio climático podría reducir de manera considerable el contenido de proteína, zinc y hierro de los cultivos básicos, lo que pondría a 1,4 mil millones de niños en riesgo de presentar deficiencias significativas de hierro hacia el 2050.

ISAAA también informa que en 2017 hubo más frutas y hortalizas GM disponibles comercialmente y con beneficios directos para los consumidores. Dos generaciones de papas Innate® recibieron la aprobación de EE.UU. y Canadá, una con resistencia al pardeamiento y las magulladuras y con menor contenido de acrilamida y la otra con las características mencionadas anteriormente, además de bajos niveles de azúcares reductores (responsables del oscurecimiento que sufre la papa en la fritura o el horneado, generando acrilamida, potencialmente cancerígena) y protección contra plagas. En EE.UU. también se aprobaron las manzanas Arctic®, que no se oxidan, y en Bangladesh, las berenjenas Bt. Todos estos productos son más sustentables para los consumidores y también para el ambiente.

Otros aspectos que destaca el informe de PG Economics:

• En 2016, la reducción de emisiones de dióxido de carbono relacionadas con los cultivos a partir de la reducción del uso de combustible y la captura adicional de carbono en el suelo fueron equivalentes a sacar 16,75 millones de automóviles de las calles.

• Los cultivos transgénicos permiten que los agricultores usen insecticidas y herbicidas de forma más estratégica y así reducir el impacto ambiental asociado con su uso (un 18,4 por ciento menos en las zonas destinadas a cultivos GM desde 1996 ).

• En 2016, las ganancias directas para el productor a partir de los cultivos transgénicos fueron de U$18,2 mil millones, lo que equivale a un aumento promedio de U$102 por hectárea. Desde 1996, estos ingresos han aumentado unos $186,1 mil millones.

• La biotecnología sigue siendo una gran inversión para los agricultores: por cada dólar invertido en semillas GM, los agricultores obtuvieron en promedio U$3.49.

• Por más de 21 años, los cultivos transgénicos han sido los responsables de la producción adicional de 213 millones de toneladas de soja, 405 millones de toneladas de maíz, 27,5 millones de toneladas de fibra de algodón y 11,6 millones de toneladas de canola. Esto ha permitido cultivar más sin usar más tierra, reduciendo la presión de la agricultura sobre los hábitats naturales.

Otros aspectos que destaca el informe de ISAAA de 2017:

• El área destinada a cultivos transgénicos en todo el mundo siguió aumentando en 2017, hasta alcanzar los 189,8 millones de hectáreas en comparación con los 185,1 millones de hectáreas en 2016.

• En 2017, 67 países usaron cultivos transgénicos. Esto incluye un total de 24 países que sembraron cultivos GM, de los cuales 19 fueron países en desarrollo y 5 países industrializados. Además, otros 43 países que no se dedican a la agricultura autorizaron la importación y uso de cultivos transgénicos para alimentación humana y animal y para procesamiento.

• Las variedades de soja transgénica ocuparon el 50 por ciento del área destinada a cultivos GM en todo el mundo. Considerando el área destinada a cada cultivo, en 2017 el 77 por ciento correspondió a soja, el 80 por ciento a algodón, el 32 por ciento a maíz y el 30 por ciento a canola.

• Los países que adoptaron la soja genéticamente modificada en un nivel superior al 90 por ciento fueron EE.UU., Brasil, Argentina, Paraguay, Sudáfrica, Bolivia y Uruguay; en cuanto al maíz GM, EE.UU, Brasil, Argentina, Canadá, Sudáfrica y Uruguay; los países que adoptaron el algodón GM un nivel que alcanza o supera el 90 por ciento fueron EE.UU., Argentina, India, Paraguay, Pakistán, China, México, Sudáfrica y Australia; y por último, para la canola GM fueron EE.UU. y Canadá.

• La seguridad alimentaria internacional depende de las interconexiones entre los países que producen y generan excedentes de alimentos y piensos para animales y los países que tienen una producción deficitaria. En particular, la soja y el maíz GM permitieron que los países en desarrollo colmaran sus necesidades de piensos para producir proteínas de origen animal y de pescado.