La "guerra comercial" entre Estados Unidos y China parece no haber marcado su último round. Mientras los emisarios de un lado y del otro del océano Pacífico tratan desesperadamente de acercar las puntas, el primer mandatario estadounidense, Donald Trump pareciera empeñarse en querer transmitirle al mundo que "es él" el presidente del país más importante de la tierra.

Tal como he comentado desde estas páginas en ediciones anteriores, el mayor problema es que nosotros como uno de los países más estructuralmente exportadores de granos del planeta asistimos a este conflicto entre las dos naciones más poderosas sin poder siquiera emitir palabra, pese a resultar claramente perjudicados.

Por supuesto que la baja de los precios evidenciada por la soja desde prácticamente fines de mayo no solo está vinculada con estas cuestiones geopolíticas. En tal sentido, la buena condición de los cultivos en Estados Unidos, sumada a una posición de los fondos de inversión en Chicago netamente comprada, ayudan a precipitar las cotizaciones. No obstante, pareciera demasiada exagerada la caída si tenemos en cuenta que el momento crítico del cultivo recién llegaría en agosto y, además, que la cosecha tiene que ser perfecta.

Resulta difícil encontrar en la estadística una seguidilla de tantos días con signo negativo en los precios. Pero claramente si Trump termina por imponer aranceles a productos chinos y el gigante asiático hace lo propio (donde se incluiría un impuesto del 25% a las importaciones de soja estadounidense), los precios de la oleaginosa podrían seguir cayendo en los Estados Unidos.

La pregunta es: ¿qué pasará con los valores en los otros países proveedores (léase América del Sur)?

Los números duros de este mercado no parecen ser tan desalentadores. Si se observan las proyecciones con "faros" un poco más largos y nos olvidamos un rato de la coyuntura, se podrá llegar rápidamente a la conclusión que aún con una muy buena cosecha estadounidense, el déficit entre la producción y el consumo mundial de los principales granos (trigo, maíz y soja) podría ampliarse por segundo año consecutivo.

Manejar correctamente el timing del mercado resultará fundamental, teniendo en cuenta que una buena condición de los cultivos al arranque del ciclo no implica una buena cosecha al final, pero en donde las cuestiones de política internacional suelen resultar, en muchos casos, imponderables.

Por: Diego de la Puente