Turbulencias políticas y económicas, que alcanzaron nuevamente altos decibeles el jueves pasado (con el debate por la despenalización del aborto, el paro de los camioneros, la renuncia del presidente del Banco Central). Frente a esto, la imagen que brindó el agro fue aleccionadora. Una muestra más de que queda vida inteligente en esta tierra. Menos mal.

Por un lado, las redes sociales revelaron cómo se plasma lo que va a ser la mayor cosecha de la historia. En otros tiempos no hubiera preocupado tanto que se atrase un día la llegada del fertilizante o la semilla a una chacra del sudoeste de Córdoba por la huelga de Moyano. Ahora saltó la bronca, porque nadie quiere perder tiempo. Siguen compartiendo experiencias y actitudes, con la mira puesta como nunca en la carrera de la intensificación, aprovechando la excepcional relación insumo/producto en los cereales (trigo y maíz).

Los precios acompañan generosamente, con posiciones por encima de la paridad teórica. Aunque todos saben que difícilmente se mantengan estos “basis” respecto a Chicago, por lo cual los analistas en general recomiendan ir cerrando contratos para asegurarse la rentabilidad de la campaña. Los proveedores recomiendan también anticipar la compra de insumos críticos, como el fertilizante, para no quedar atrapados en los clásicos cuellos de botella de la logística.

Sigue en riesgo (según advirtió ayer el ministro Nicolás Dujovne) la modificación del cronograma de retenciones, que puso en vilo al campo y a la agroindustria semanas atrás. (ver sección Economía).

Ahora, la inefable Lilita Carrió pidió la reducción inmediata de 5 puntos para la soja. Sería una medida excelente, pero planteada así implica sumar turbulencias al mercado. Los exportadores habían anunciado hace diez días un fuerte aumento en la liquidación de divisas. Lo anticipamos en estas páginas. Bueno, se concretó con creces: desde entonces, se liquidaron 4.000 millones de dólares, triplicando el ritmo diario del mes de mayo. Esto fue posible porque los productores salieron a vender su mercadería. Sería una mala señal que, después de hacerlo, se conozca una rebaja de 5 puntos. Quedarían afectados los vendedores, mientras los exportadores tendrían que soportar, una vez más, el sayo de salir beneficiados por alguna medida no esperada.

Hemos dado mucha batalla por el tema retenciones, proponiendo alternativas para terminar con un flagelo cuyo mayor impacto negativo es precisamente alterar la ecuación tecnológica. Un 25% en la soja significa que hace falta un 30% más de mercadería para pagar lo que se necesita para producir. Pero como están dadas las cosas, lo que haría falta es una ratificación más explícita de que se mantendrá el cronograma, y si existe la propuesta de acelerarlo, se lo anuncie de manera de aportar previsibilidad.

Hubo más noticias en la buena dirección, demostrando que el agro sabe muy bien qué destino darle a sus ingresos, más allá de las inconsistencias o sinuosidades de la conducción oficial. Tres plantas de etanol de maíz de la provincia de Córdoba anunciaron inversiones por 60 millones de dólares para ampliaciones, sabiendo que la demanda interna de naftas va en aumento. Y apostando también al incremento del corte, hoy en el 12%, que podría pasar rápidamente al 15%. Ahorro de divisas, más actividad en el interior y mejora ambiental. No pasó inadvertido el hecho de que el comprador del primer lote de maíz de la campaña 2017/18 fuera Bio4, la primera planta elaboradora de este biocombustible.

También es una gran noticia el nuevo avance del sector forestal, que ya había logrado convencer al gobierno sobre la mejora logística que significaría la autorización a los bitrenes. Ahora el propio presidente anunció el nuevo régimen de fomento a la forestación a través del seguro automotor.