La disyuntiva entre rollo o megafardo parece que no es tal. Es cuestión de escala y destino, y eso define una u otra opción entre los productores de forraje. Así lo entiende Federico Sánchez, de INTA Manfredi, al analizar cuál es la forma de henificación más apropiada para cada caso.

Según el experto, los usuarios de rotoenfardadoras suelen ser productores y contratistas convencionales. Los de megafardos apuntan a la exportación. “Son públicos con perfiles distintos, que no compiten entre sí. De las 5,5 millones de toneladas de alfalfa que producimos en Argentina, el 70% se henifica en forma de rollo. No obstante, el formato megafardo, que creció mucho desde 2008, representa un 18% del total, con unas 900 mil toneladas”, describió.

Según detalló Sánchez en Oncativo, en una nueva Experiencia Forrajera, organizada por Claas y con la participación de otras empresas, en Oncativo, Córdoba, “el megafardo permite henificar un 45% más de forraje, lo que representa 250 kilos por cada metro cúbico. El rollo alberga entre 150 y 180 kilos por metro cúbico. “La mayor densidad del megafardo tiene ventajas logísticas. Además, la megaenfardadora tiene más cuchillas y permite picar más chico. En cuanto a la humedad, en el rollo empezamos a trabajar con un 20% de humedad y en el megafardo se necesita un 17% porque es mucho más denso”, explicó.

Un par de datos explican otro tipo de diferencias definitorias: una rotoenfardadora vale entre 40 y 45 mil dólares y una megaenfardadora 250 mil dólares. A su vez, un medidor de humedad vale en el mercado entre 7 y 8 mil pesos y brinda la herramienta necesaria para saber cómo se está trabajando.

Al control de malezas en alfalfa y a la importancia de la inoculación en el silaje se refirió Martín Correa, de Basf Argentina. “El período crítico más importante de presión de malezas es a los 40/90 días con pérdidas que pueden llegar al 70%. Se pierde en promedio un kilo de materia seca de alfalfa por cada kilo de maleza. Eso significa una merma de eficiencia de nuestros tambos”, comentó el especialista.

Y remarcó la importancia de la inoculación para acelerar procesos de fermentación, disminuir más rápido el PH y aumentar la estabilidad aeróbica evitando deterioro. “Se mejora el consumo animal y el rendimiento ruminal con un bajo costo”, expresó.