La agricultura argentina es competitiva en el know how de la siembra directa y en la capacidad de adoptar rápidamente las nuevas tecnologías en semillas, agroquímicos y maquinaria agrícola, pero hay una asignatura que pendiente: lograr mayor eficiencia y precisión en la fertilización de los suelos para alcanzar mayores rendimientos -con menos insumos- y proteger ese recurso estratégico que es el suelo.

“La Argentina es uno de los países que menos análisis de suelo hace por tonelada producida”, le advirtió a Clarín Rural Ricardo Alonso, gerente general de la empresa Recuperar, que desde su base en Colonia Caroya -en el centro norte de Córdoba- produce fertilizantes microgranulados y correctores de suelo, entre otros productos, para el mercado argentino y para exportar.

La firma cordobesa se desarrolló a partir de la producción de correctores de suelos, que por su nivel de acidez ya no permitían aprovechar a fondo los fertilizantes -un problema que sigue vigente en muchas hectáreas-, y ahora apuesta a crecer exponencialmente de la mano de los fertilizantes microgranulados.

“Nosotros estimamos que el año pasado se incrementó un 500% el uso de esta tecnología de nutrición para los cultivos en la Argentina, contra un 7% que creció la apuesta a la fertilización”, destacó el gerente.

Las ventajas son claras. Las plantas aprovechan mucho mejor las nano partículas, que son cuatro veces más pequeñas que las de un fertilizante convencional, e incorporan en un mismo combo nitrógeno, fósforo, calcio, azufre, potasio y zinc. “Si utilizabas 120 kilos de fertilizante por hectárea en maíz, con los productos micro granulados necesitás sólo 30 kilos y la planta los aprovecha mejor”, aseguró Alonso.

La tecnología se desarrolló en Francia y España, y se comenzó a importar hace cuatro años. “Pero a nosotros nos pareció que las recetas que venían de Francia no iban a funcionar bien acá y nos dimos cuenta que teníamos la tecnología para hacerlo nosotros”, recordó (es un camino que también vieron empresas como Rizobacter en Pergamino).

El horizonte de desarrollo es muy interesante. A partir de las ventajas logísticas de este tecnología, es factible crecer en el mercado paraguayo, boliviano, uruguayo y también en brasileño, a través de la hidrovía de los ríos Paraná - Paraguay.

“La verdad es que podemos ser proveedores privilegiados de toda la región de Mato Grosso en Brasil, donde crece fuerte la agricultura, y seguimos haciendo gestiones para subir por el Paraná con las barcazas hasta Corumbá, en el límite con Bolivia”, contó Alonso. En el 2012, el mercado externo representó el 40% de la facturación de la firma.

En la Argentina también están trabajando en yunta con la cadena manisera -“una gran extractora de calcio”, precisó Alonso- para mejorar los suelos y levantar los rindes. “Con arrendamientos a largo plazo, una buena estrategia de fertilización y una rotación que incluye pasturas, maíz y también soja, es impresionante como repuntan los rendimientos”, indicó.

El empresario está convencido que a la Argentina la falta inteligencia económica colectiva. “Nosotros podríamos producir nuestro propio zinc, por ejemplo, y acordar una plan de nutrición y corrección de los suelos que en muy poco tiempo nos permitiría llegar a las 200 millones de toneladas de granos en cada cosecha y con mayor sustentabilidad”, insistió Alonso.

Con ese potencial en la mira, la firma tiene previsto invertir en los próximos años $ 16 millones para ampliar su capacidad de almacenamiento en la planta de Colonia Caroya, en la que hoy trabajan 32 personas.