El máximo directivo de la multinacional cerealera Bunge admitiió ayer que si los márgenes lo justifican la compañía podría exportar soja estadounidense a la Argentina.

Así lo afirmó el Presidente Ejecutivo, Soren Schroder, en un evento de inversores en Nueva York (Conferencia BMO Farm to Market 2018), informó la agencia Reuters. El ejecutivo explicó que podría haber períodos de tiempo a fines del verano y otoño boreal de este año en el que haya algunos flujos comerciales de soja estadounidense a Sudamérica, pero acotó que "en este momento los márgenes no justifican tales movimientos".

La Argentina realizó la primera importación de soja de los Estados Unidos en 20 años a principios de abril pasado, justificada por la profunda sequía que afectó la cosecha de la oleaginosa en el plano local, desde octubre del año pasado. La primera compra fue por un total de 120.000 toneladas, en un operación realizada por la aceitera Vicentín. Más tarde esa operación se repitió en una nueva oportunidad, que se embarcarán en septiembre próximo, período en que comenzarán a escasear la granos locales.

Fuentes del sector destacaron a El Cronista que "están dadas las condiciones para que se sigue importando soja, y para que ésta sea industrializada". Para eso está vigente el régimen de admisión temporaria, desde 2015, para completar la capacidad ociosa de las fábricas productoras de harina y aceites (principalmente ubicadas en el polo cerealero exportador de Rosario). Según comentaron desde la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), la capacidad ociosa de dichas terminales ascenderá este año al 40%, producto de la falta de granos, desde un 30% que evidenció el año pasado. "Los precios internacionales están posibilitando la importación sin que el costo del flete afecte los márgenes", destacaron.

Si bien en Bunge todavía no lo confirmaron, las declaraciones del CEO abren la puerta a nuevas importaciones. El mismo directivo también resaltó el papel de la región y la importancia que tiene para la compañía al señalar que sería capaz de soportar cualquier turbulencia en el negocio global de granos, producto de las tensiones entre China y Estados Unidos, "gracias a su enorme capacidad para procesar soja en Sudamérica", al igual que a su expansión en Europa.

En la región la compañía posee activos en Brasil que incluyen desde fábricas, plantas de molienda y procesamiento, hasta centros de distribución y terminales portuarias, mientras que en la Argentina desarrolla una fuerte presencia en sus exportaciones de aceite de soja y harina de soja. De hecho, el año pasado se ubicó en tercer lugar entre las mayores exportadoras de granos y subproductos con un total de 8,746 millones de toneladas, sólo por debajo de norteamericana Cargill y la china Cofco (incluyendo la operación de Nidera), según datos del Ministerio de Agroindustria.

Schroder dijo que la sequía que afectó el verano al país llevó a algunos procesadores de soja a comprar oleaginosa estadounidense para entrega en el otoño boreal, anticipándose a la brecha en la cadena de suministros, pero Bunge no tiene ese problema: "por ahora los márgenes no justifican exportar soja estadounidense a Argentina y la empresa no cree que el volumen de tales flujos comerciales sea particularmente significativos".