“Hay expectativas atractivas de que la demanda supere a la oferta total. Seguramente vamos a asistir a un ajuste de stocks que generará precios en alza”. Con ese mensaje claro del analista Gustavo López comenzó el XXVI Seminario anual de la Fundación Producir Conservando, bajo el lema “Los desafíos del sector agroindustrial para recuperar la competitividad”.

Poco antes, el ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires Leonardo Sarquís había asegurado que existe una enorme oportunidad para el país, y a poco del comienzo de una nueva campaña agrícola remarcó: “Si los perfiles dan, siembren porque hay perspectivas muy buenas, los precios están. Tenemos que siempre mirar la oportunidad que nos da el mundo”.

Según el análisis de López, el crecimiento poblacional del mundo sigue a un ritmo relativamente importante, y el PBI crece prácticamente en todos los países y más en los países en desarrollo. Estos son los factores que traccionan la demanda global de granos, por lo que López afirmó: “No creo en eso de que la era de las commodities ha pasado”.

Luego aseguró que el complejo soja sigue creciendo a un ritmo muy acelerado y sigue siendo el que motoriza el comercio global. Pero las carnes y el resto de los granos también cuentan con buenas perspectivas en este escenario.

Desde el lado de la oferta, López destacó el enorme crecimiento productivo que tuvieron dos nuevos jugadores en los últimos años. Por un lado, Brasil pasó a sembrar casi 60 millones de hectáreas y producir 200 millones de toneladas de granos. “No solo tiene saldo exportable de soja, es el segundo exportador de maíz”, detalló. Por otro lado, Rusia, Ucrania y Kazajstán (el llamado bloque RUK) no aumentaron tanto su área pero si su producción, y también se acercan a las 200 millones de toneladas. “Era importador neto y hoy es uno de los principales exportadores, en trigo es el principal”.

Además de la fuerza que hacen estos jugadores, ¿cómo está inmersa Argentina en el complejo granario mundial? El analista advirtió que en la competencia “hay un proteccionismo creciente, y la Argentina tiene que mantenerse en ese escenario con limitaciones”, pero reconoció que hubo tres medidas que al país le permitieron volver a crecer: la quita de aranceles de exportación, la eliminación de restricciones comerciales y el tipo de cambio.

Claro que al pensar en la competitividad del agro local también mencionó algunos factores internos. Hay alta incidencia de los alquileres por el crecimiento del valor de la tierra, los costos productivos también aumentaron, y el costo del fobbing (poner la mercadería en el puerto) pasó de 7 a 14 dólares por tonelada en la última década. Y luego, recordando los altos valores que alcanzaron los granos hace algunos años, resumió: “Hoy, a pesar de tener un volumen mayor de exportaciones, es imposible pensar en los ingresos del principio de la década por la caída en los precios”.

A su turno, en línea con las estimaciones de López, Marcelo Regúnaga afirmó: “Para un país como Argentina, plantear que nuestro crecimiento a largo plazo va a depender del comercio interno es un disparate”.

Luego, el ex secretario de Agricultura de la Nación puso el foco en algunas cuestiones que explican la falta de inserción de la Argentina en el mercado global. “Argentina no tiene un Ministerio de Comercio Exterior, no tiene una agencia de Comercio Exterior ni una agenda de negociaciones internacionales, y nuestros competidores si los tienen. Todas las economías del mundo están integradas en cadenas globales de valor. Está claro que si Argentina quiere crecer en el largo plazo tiene que tener una estrategia basada en el comercio exterior. Tenemos una oportunidad en el sector agropecuario, pero también podría haberla para la industria”, dijo, y más tarde añadió: “Buena parte de nuestros competidores han firmado tratados de libre comercio con los mercados más atractivos. Nosotros estamos en alerta rojo”.

Para Regúnaga, si la Argentina quiere ser un país moderno debe asociarse con el mundo como lo han hecho Chile, Australia, México o Nueva Zelanda, y hacer acuerdos con los bloques de la Unión Europea y Asia Pacífico.