San Jerónimo, 18 de abril. Debido a que se incrementó el precio de la gruesa de coco, de nuevo se puede ver a la gente en los pueblos de San Jerónimo y Tecpan metida en los trabajos de cosecha del fruto de la palma. Labores como la tumba de coco de las palmas o poner el coco en los asoleaderos se ven con mayor frecuencia que meses atrás cuando los precios eran menores.

En varios pueblos de San Jerónimo, como Hacienda de Cabañas o Arenal de Álvarez, se pueden ver solares con cientos de coco en espera de ser jimados por los trabajadores. Asimismo, de nueva cuenta se puede ver a los bajadores dirigirse a las huertas cargando sus varas altas con sus ganchos montados en sus bicicletas o en burros.

También con mayor frecuencia, cuando se pasa por esos pueblos, se pueden ver los terrenos con cocos partidos asoleándose, antes de llevarlo a vender a los compradores, cuyas camionetas circulan nuevamente por los caminos llevando y trayendo toneladas.

Carlos Gerardo del Río se dedica a jimar coco desde que tenía 11 años. Comenzó acompañando a su padre en las huertas y después de aprender a tumbar y jimar coco, decidió dedicarse por su cuenta a esa labor. Sin embargo, cuando llevaba 3 años, según contó, de pronto el trabajo escaseó, y tuvo que dedicarse a otra cosa para mantener a su familia.

“El trabajo de pronto se fue porque el precio del coco bajó y la gente dejó de bajarlo porque ya no sacaba ganancia. Muchos dueños de las huertas decidieron frenar la tumba y venta de cocos porque ya no era conveniente, pues era más lo que le metían que lo que sacaban de ganancia”, puntualizó.

Abundó que él optó, incluso, por dedicarse a trabajar de albañil para mantener a su familia, o alquilarse de peón en las huertas.

Sin embargo, en los últimos meses, gracias a que se elevó la demanda de coco y con ello el precio de la gruesa, los propietarios de las palmas vieron conveniente cosechar de nueva cuenta para vender, lo que originó que buscaran otra vez a los bajadores, cargadores, jimadores y choferes para trabajar en las huertas.

El regreso de la actividad coprera en los pueblos de estos dos municipios, que se encuentran entre los mayores productores de copra de la entidad, regresa los escenarios que eran comunes en esta región años atrás, dentro de la dinámica que fue sustento para miles de familias en la Costa Grande de Guerrero.