Es indudable que la baja de la tasa de pobreza del 30,3% en el segundo semestre de 2016, al 28,6% en el primer semestre 2017 y al 25,7% en el segundo semestre de 2017 es una muy buena noticia. En un año la pobreza bajó 4,6 puntos porcentuales. Casi 1,2 millones de personas dejaron de ser pobres de acuerdo a los datos del INDEC. No obstante todavía falta ver si esta baja es una cuestión estadística o una tendencia producto de una política económica que crea puestos de trabajo surgidos de la inversión.

No es fácil rearmar una serie histórica de pobreza porque hubo varios cambios. En primer lugar, a partir de 2007 el INDEC dejó de ser creíble de manera que los pocos datos de pobreza que publicó bajo el kirchnerismo, no sirven. En segundo lugar porque en su momento dejaron de publicar los datos de pobreza con el argumento que si se contaban los pobres se los estigmatizaba. El único dato que tenemos de la era de Cristina Fernández es que Aníbal Fernández llegó a afirmar que Argentina tenía menos pobres que Alemania. En tercer lugar, antes se publicaban los datos de pobreza en mayo y en octubre de cada año y ahora se publican semestralmente. De todas maneras, tomando los datos del INDEC antes de su destrucción, los datos de la UCA en base a los precios reales y no los relevados por el INDEC en la era K y los nuevos datos del INDEC bajo la conducción de Todesca, podemos tener una idea de la evolución de la pobreza en Argentina en los últimos 29 años como puede verse en el gráfico 1.

Gráfico 1


En el gráfico 1 puede observarse que hay dos grandes picos de pobreza. El primero en la onda de octubre de 1989 como consecuencia de la hiperinflación. En ese momento la pobreza llegó al 47,3% y la segunda ocurre con la devaluación de 2002 en que la pobreza llegó al 54,3% en la onda de octubre de ese año.

El dato relevante es que luego de ambos picos, la caída de la pobreza es muy rápida. Luego del máximo en 1989, la pobreza baja en todas las mediciones hasta alcanzar el mínimo de esta serie histórica en mayo de 1994 con una pobreza del 16,1%. Desde mayo de 1994 en adelante la pobreza crece y se ubica en un rango del 25% aproximadamente hasta que se produce el otro gran salto con la devaluación de 2002.

Ahora bien, en el primer semestre de 2003 Néstor Kirchner recibe un 54% de pobres. En el segundo semestre de su mandato había una pobreza del 47,8%. Es decir, en un semestre bajó la pobreza en 6,2 puntos porcentuales. ¿Acaso Néstor Kirchner fue un genio que en un semestre bajó la pobreza en esa magnitud? No, es un problema de comparación estadística. Por la forma en que se mide la pobreza, cuando hay una devaluación y ajuste de tarifas importante, se dispara la Canasta Básica Total (CBT) y más personas quedan debajo de la línea de pobreza.

Recordemos que la pobreza se mide de la siguiente forma. Se toma una CBT compuesta por una determinada cantidad de alimentos, remedios y otros pocos bienes y servicios. La CBT es una especie de IPC con menos rubros. Se valoriza esa canasta, es decir, se establece cuánto cuesta comprarla. Supongamos que esa CBT tiene un costo de $ 5.500 mensuales para una persona, si esa persona gana más de $ 5.500 mensuales no es pobre y si gana menos de $ 5.500 es pobre. La pobreza se calcula en base a si una persona tiene o no suficientes ingresos para comprar esa CBT. Obviamente también se estima el costo para un grupo famaliar.

La valiosa tarea de Todesca al frente del INDEC permitió volver a calcular la serie de pobreza en Argentina luego de que el kirchnerismo decidiera dejar de medirla. El dato completo nuevo es a partir del segundo semestre de 2016 que muestra una pobreza del 30,3%. El aumento respecto a los años anteriores (aquí tomo datos del Observatorio de la Deuda Social en Argentina de la UCA) se debe a la devaluación y ajuste de precios que se hicieron en el primer semestre de 2016. Es decir, la baja importante respecto al segundo semestre de 2016 se debe a que se compara con el pico luego de la devaluación y ajuste de tarifas de 2016. El 2017, siendo un año electoral y con el tipo de cambio planchado en valores cercanos a los $ 17, muestra una baja pero hay que tomarlo con pinzas. Para saber si estamos en una tendencia realmente descendente habrá que esperar algunos semestres más y en particular el primer semestre de 2018 ya que en el primer semestre de este año se produjo el aumento del tipo de cambio y fuertes aumentos en las tarifas de los servicios públicos.

Si tomamos desde mayo de 1988 hasta el segundo semestre de 2017 tenemos casi 30 años con una pobreza que, salvo en 1994 en que bajó hasta el 16%, se mantuvo en un promedio del orden del 25% con los picos mencionados.

Incluso si tomamos los datos del promedio de puestos de trabajo en blanco del segundo semestre de 2016 y lo comparamos con el promedio del segundo semestre de 2017 vemos que se crearon 248.000 puestos. El 16% de esos puestos de trabajo son aumento del empleo público, con lo cual se estaría distorsionado el verdadero número de puestos de trabajo y por lo tanto de pobreza. Incluso hay que tomar con pinzas los 36.300 nuevos monotributistas sociales que en gran medida responden a los planes sociales. Dicho de otra manera, la pobreza baja cuando una persona gana lo suficiente para comprar la CBT para él y toda su familia. No cuando recibe un subsidio vía el empleo público o simulando trabajo por medio de los planes sociales.

Disminuir la tasa de pobreza en forma estructural va a llevar muchos años. Eso requiere de una fuertísima corriente inversora que todavía está por ver si ocurre, para crear puestos de trabajo que permitan pagar salarios que cubran la CBT.

Estadísticamente se observa una baja en la tasa de pobreza en las dos últimas mediciones, pero la serie de 30 años muestra comportamientos similares. De manera que descorchemos champagne para festejar que bajó la tasa de pobreza, pero no nos apuremos y no nos emborrachemos con el dato. Todavía falta mucho para quebrar estos 30 años de pobreza clavada en un piso del 25% de la población que el populismo, el estado sobredimensionado, la carga tributaria y la legislación laboral junto con la inseguridad jurídica nos dejaron.

Fuente: Economía para Todos