Primero frenesí, luego un poco de cautela, otra vez la escalada y al final cierta estabilidad precaria. Esa fue la secuencia agitada vivida desde el miércoles por los mercados, granarios y generales, primero, y luego, con el despliegue inquietante de los analistas económico-políticos el tema ganó consideración mediática.

El telón de fondo es que así como sucedió en la Argentina hace 10 años, ahora todo el mundo con vocación de informado tomó nota de que la soja es un producto central para la economía. Y eso, para la Argentina, es sin dudas una oportunidad.

No todo es lineal, claro, y hay mucha tela para cortar en un escenario aún indefinido, incluso con riesgos, pero prima facie implica que se sigue abriendo la cancha, para que el principal producto exportador de nuestro país juegue en el Mundial, ya no de los agroalimentos, sino de la economía general.

Trabajadores portuarios descargan toneladas de soja en camiones, en el puerto de Nantong, en China. / AFP
El ingreso de soja estadounidense a los puertos chinos se gravaría con un arancel adicional.

Por eso, el tema precios es un índice insoslayable, pero vale posar la lupa sobre lo que estaba latente y se hizo manifiesto: la oleaginosa no sólo es la mayor exportación estadounidense a China... también constituye una clave de la seguridad alimentaria del gigante asiático, que no tiene empacho a darle pelea a Donald Trump, pero no puede prescindir de las importaciones de ese grano, que surgió en su territorio pero ya no les alcanza.

Invirtiendo la cronología de los hechos, al cierre de esta edición las cotizaciones de la soja en Chicago buscaban un equilibrio, revirtiéndose ligeramente al alza luego de haber comenzado en baja el viernes temprano ante la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles sobre otros U$S 100.000 millones en bienes chinos y la respuesta de China de que lucharía “a toda costa”, y a “cualquier precio”.

Beijing no quiere una guerra comercial, pero no tiene miedo de librar una, dijeron en el Ministerio de Comercio chino, tras la solicitud de Trump, que el jueves ordenó al representante comercial de Estados Unidos que considerase la referida suba impositiva, en medio de una escalada que había trepado fuerte.

El miércoles, el gigante asiático anunció una nueva ronda de aranceles sobre 106 productos estadounidenses, entre ellos la oleaginosa, a la que gravaría con un arancel del 25% si proviene de Estados Unidos. Primero, el martes, Donald Trump, había anunciado sanciones arancelarias a 1.300 productos chinos.

Esto llevó a que a mitad de semana el precio de la soja descendiera hasta US$ 18 en la apertura del mercado de granos de Chicago. Un enorme volumen se vendió en el mercado nocturno de esa bolsa granaria de referencia global, en una clara y fuerte liquidación de los fondos que operan en las finanzas mundiales. Luego siguieron los sobresaltos en las cotizaciones, pero con Chicago en baja y la soja argentina en alza, en función de las expectativas de que China valore más nuestra soja.

Un nuevo dato saliente, entonces, es que si bien Chicago marca el pulso de los precios de los granos en todo el mundo, no siempre se trasladan linealmente, máxime cuando se generan escenarios como éste, de fuerte proteccionismo, en el que los precios cambian según la cara del cliente.

Con todo, los analistas de mercado son cautos. El Ing. Hernán Fernández Martínez consideró que “esto puede salir para cualquier lado porque China necesita comprar cerca de 100 millones de toneladas por año y si no se las compra a Estados Unidos, a alguien se las va a tener que comprar. Por eso habrá que ver cómo termina... prima facie puede ser un factor más alcista que bajista para la soja en Argentina”.

Consultado por Clarín Rural, Fernández Martínez reflejó que “hay muchas especulaciones al respecto, pero yendo a las posiciones de mercado, si yo estuviera comprado en futuros o con calls en Chicago lo sacaría hoy y esperaría para ver”.

Sobre los pasos a dar en las posiciones locales, dijo: “En Argentina no haría nada, para ver cómo termina la historia. Creo que va a generar preocupación sobre todo para los que muelen soja en Rosario, porque la exportación de grano de soja debería crecer en este contexto”.

El economista Iván Barbero, uno de los primeros que tomó nota del fuerte impacto en soja y que “en maíz y trigo tendría un menor impacto en precios”, afirmó que “cuando se aclare el panorama respecto a las trabas comerciales entre EEUU y China (en caso de fijarse los aranceles esto ocurriría después de mitad de año), los fundamentals volverán al centro de la escena y eso habilitaría un panorama alcista en Chicago para la soja en el segundo trimestre.

Otros analistas avezados consideraron que la alta dependencia que tiene China de la soja importada actuará como un dique de contención para que el mercado agrícola internacional se convierta en el epicentro de la guerra comercial que mantienen ese país y los Estados Unidos. “Esta medida equivale a patear un hormiguero. Yo creo que se busca sentar a Estados Unidos en una mesa de negociación”, evaluó Rodolfo Rossi, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja) y representante de la Argentina ante el Consejo Internacional de la Soja.

En tanto, el consultor Horacio Bussanello, especializado en la participación de China en el mercado internacional de alimentos, dijo descreer ese país concrete su amenaza, al menos en cuanto al bloqueo del ingreso de soja.

“Una medida así sería como atentar contra sus propios costos locales. China consumirá este año 110 millones de toneladas y debe importar cerca de 100 millones. La mayor cantidad del poroto viene de Brasil y Estados Unidos por lo que realmente dudo que pongan una tarifa porque se traducirá en mayor inflación local”, señaló.

Todos coinciden en que la soja está en el centro de la escena. Y más allá del subibaja de los precios, tiene un valor económico creciente en el concierto de las naciones. Argentina tiene instrumentos para entonar bien esa música.

Por Mauricio Bártoli