Como hemos venido analizando en los últimos meses el comportamiento pluvial ha sido decepcionante en forma persistente, con muy escasas excepciones y por lo tanto casi todo el análisis de los resultados se remitirá a la capacidad que han tenido los distintos suelos para conservar la humedad del inicio de la campaña y eventualmente la posibilidad que los cultivares tuvieron para acceder a la napa. Este último recurso en muchos sectores no es tan accesible. La provincia de ER por ejemplo, no tiene la facilidad de acceso a las aguas sub-superficiales que si se da en otros sectores de la zona núcleo. En épocas en que las lluvias fallan, esta situación es una ventaja y en otras un perjuicio.

En los siguientes dos mapas se muestra cual era la clasificación de humedad a principios de octubre y la evolución de las precipitaciones durante el cuatrimestre noviembre febrero.


No vamos a reiterar análisis ya realizados de las complicaciones por excesos hídricos que se observaban a comienzos del mes de octubre. Lo que sí es importante marcar, es que aquella sobreabundancia de reservas, en muchos casos muy perjudicial, hoy termina siendo el principal factor de mitigación del deterioro de los rendimientos y en muchos casos lograr, al menos, resultados decorosos.

En cuanto al mapa de categoría de lluvias, los últimos años nos desacostumbraron a graficar situaciones con desvíos negativos de gran escala tan contundentes. En todo caso ha predominado lo contrario.

Por lo pronto, el escenario más probable sigue imponiendo las lluvias por debajo de los valores normales para la primera quincena de marzo. Las señales de cambio deben llegar con la transición estacional o con algún primer sistema precipitante de buen volumen y cobertura independientemente de la zona. El mismo es necesario para detectar un cambio en el patrón del comportamiento atmosférico, algo que por el momento sigue sin percibirse.

A pesar de lo que dice el título, la campaña gruesa de este año será difícil de olvidar y además quedará en el tope de la volatilidad climática dada su característica más destacada: el pasaje a gran escala de la inundación a la sequía en apenas cuatro meses.