Comercio ilegal de mascotas, tala de árboles indiscriminada, expansión de la agricultura y destrucción de nidos por cazadores explican una disminución de por lo menos el 38% de las 96 especies de loros que habitan en 21 países de la región, incluida la Argentina.

Desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia, 192 poblaciones vulnerables estudiadas entre 2012 y 2017 están demandando atención urgente para su conservación, de acuerdo con un grupo de trabajo de la Unión Ornitológica Internacional (IOU, por sus siglas en inglés).

Diez de las 26 especies de nuestro país están amenazadas y otras dos, en peligro extremo. De hecho, a una ya se la considera "extinta". El loro hablador, barranquero y alisero, además del calancate frente dorada y el ñanday, están en situación vulnerable. En tanto, el maracaná lomo rojo, el loro vinoso, el guacamayo verde, el charao y la catita chirí están en peligro de extinción.

Pero las poblaciones que más preocupan son las de los guacamayos rojos y azules, a las que se las considera en peligro crítico. Es más, en la última categorización nacional, el guacamayo azul ya aparece como "extinto".

Una especie está amenazada si podría extinguirse en un futuro próximo por varias condiciones. En la "lista roja" de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), a esas especies se las agrupa en vulnerables, en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción.

Según los autores del nuevo relevamiento, publicado en la revista Biological Conservation, hace dos décadas estaba amenazado el 31% de las especies de la selva húmeda tropical y subtropical desde el sur del estado de la Florida y México hasta América del Sur. Ahora, el grupo de trabajo de Psitaciformes de la IOU afirma que la disminución alcanza al 38% de las 192 poblaciones de las 96 especies que habitan esta región neotropical.

En el sur americano, cuatro poblaciones de loros registran una disminución "extrema" de ejemplares en estos siete años. Dos son del maracaná cara afeitada ( Primolius maracaná) en la Argentina y Paraguay, y otras dos en Brasil: la amazona cara roja ( Amazona brasiliensis), en San Pablo y Santa Catarina, y el guacamayo de Spix ( Cyanopsitta spixii), en Bahía, y del que hay solo algunos ejemplares en cautiverio.

Las imágenes que acompañan el estudio como registro del tráfico ilegal de ejemplares son impactantes. Luego de la actividad agrícola, con su corrimiento de fronteras constantemente que amenaza al 72% de las poblaciones estudiadas, le sigue la captura para el tráfico como mascotas, que afecta al 68% de las poblaciones. La tala de árboles y la "intrusión o disturbios humanos" del ambiente neotropical ponen en riesgo a más del 55% de los loros en la región. "Esto sugiere un nivel de amenaza mucho mayor del que se pensaba", dicen los autores en un comunicado de la IOU.

El argentino Juan Masello, investigador principal del Departamento de Ecología Animal y Sistemática de la Universidad de Giessen, Alemania, dirigió a 200 investigadores de la IOU que entrevistaron a 101 biólogos y titulares de 76 agencias gubernamentales y ONG conservacionistas. En la región neotropical, el trabajo lo coordinó Igor Berkunsky, del Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable del Conicet-Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

Otras amenazas detectadas son el crecimiento de la población rural y la destrucción de los nidos por los cazadores furtivos. "Las medidas de conservación alcanzaron a menos del 20% de estas poblaciones -recomiendan Masello y Berkunsky-. Es crítico aumentar el alcance de la conservación para reducir la captura como mascotas".

El diagnóstico de las políticas ambientales indica que países de la región endurecieron las leyes de protección desde 2010, aunque el tráfico de loros sigue siendo "preocupante". Imágenes de jaulas con decenas de ejemplares, como las obtenidas en el país, lo confirman.

Cómo avanzar

Para los investigadores, el estudio describe "la urgente necesidad de implementar acciones de conservación", sobre todo para reducir la captura de loros silvestres para el tráfico de mascotas local e internacional y proteger a las poblaciones cercanas a las fronteras agrícolas.

Claudio Bertonatti es especialista en tráfico de fauna silvestre de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara . Explica que en el mundo hay 398 especies conocidas de loros, cotorras, cotorritas, guacamayos, cacatúas y cocotillas. El 28% (111) está en peligro de extinción, según la IUCN.

"La mayoría de las especies en peligro crítico hoy tienen sus últimas esperanzas de vida en los zoológicos y los centros de recuperación de fauna silvestre -dice-. Paradójicamente, esas instituciones también están amenazadas porque muchos anhelan el cierre de todos los zoológicos, sin discriminar entre los que trabajan para salvar la fauna de aquellos con fines comerciales. Esto pone en evidencia una vez más la necesidad de orientar el Ecoparque [porteño] y las demás instituciones zoológicas argentinas a proyectos que rescaten, reproduzcan y reintroduzcan las especies amenazadas".

En la vegetación verde intenso de Puerto Iguazú, Misiones, camino a las cataratas, un equipo de naturalistas, biólogos y veterinarios trabajan para conservar dos de las especies de loros más amenazadas del país: el guacamayo rojo ( Ara chloroptera) y el loro vinoso ( Amazona vinacea). Es el Centro de Rescate, Rehabilitación y Recría de Fauna Silvestre "Güirá Oga", donde ya se logró la reproducción en cautiverio de ambas especies con ejemplares rescatados del tráfico ilegal de fauna silvestre.

"El siguiente paso, nada sencillo, será tratar de que esos pichones regresen a la selva", cuenta Adrián Giacchino, titular de la Fundación Azara, que coadministra el centro con el gobierno provincial en la ruta nacional N° 12, km 1637, y se puede visitar todos los días, de 9 a 18.