Expertos internacionales coinciden en señalar que el cultivo de organismos acuáticos es probablemente el sector de producción de alimentos con más rápido crecimiento global, sin embargo, es preciso mejorar el desempeño ambiental de la esfera, su gestión sanitaria y la bioseguridad.

Tanto el dinamismo de la rama como la disminución de la pesca de captura, hacen pensar que la expansión de la actividad pesquera provendrá principalmente de la acuicultura, capaz de aportar ahora alrededor de la mitad del pescado para el consumo humano en el planeta, indican estimaciones de Naciones Unidas.

Según distintas investigaciones, para cumplir con las promesas de la acuicultura como una industria mundial que ofrece proteínas de alta calidad, es esencial abordar los retos asociados con el uso de agentes antimicrobianos en organismos acuáticos cultivados.

A juicio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el uso de antimicrobianos en organismos terrestres y acuáticos, así como en cultivos agrícolas son fundamentales para la salud y la productividad, pero el empleo indiscriminado de tales sustancias genera cada vez mayores problemas. En el ámbito internacional, crece la preocupación por la resistencia antimicrobiana, pues constituye una amenaza para el desarrollo económico, la salud humana y animal.

De acuerdo con El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura, emitido por la FAO en 2016, el pescado provee al menos el 17 por ciento de la proteína animal ingerida globalmente.

Cálculos más recientes de World Fish señalan que para 2030 serían necesarias alrededor de 88 millones de toneladas de pescados y mariscos adicionales para satisfacer el incremento en la demanda mundial de proteína de origen acuático, de las cuales alrededor de 63 millones deberán provenir de la acuicultura.

En la actualidad, aproximadamente el 85 por ciento de las pesquerías están sobre-explotadas o en plena explotación, lo cual subraya la importancia del cultivo de organismos acuáticos, avalan diferentes estudios internacionales.

Desde la perspectiva ambiental, distinguió la FAO, la pesca y la acuicultura constituyen la fuente de alimentos de menor emisión de gases de efecto invernadero, teniendo en cuenta que la agricultura y la ganadería generan al menos el 30 por ciento de esas emanaciones indeseadas.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, quedó inscrito el compromiso internacional de “conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos acuáticos para el desarrollo sostenible”.

Datos de la FAO corroboran que la pesca y la acuicultura son el medio de subsistencia para alrededor de 540 millones de personas en el planeta, y esta última actividad por sí sola responde por más del 50 por ciento de los peces para el consumo humano.

Sin embargo, “es fundamental que este crecimiento se lleve a cabo de forma ambientalmente sustentable, socialmente justa y que genere productos sanos y seguros”, sopesó la entidad de Naciones Unidas.

A nivel global, pronosticó la FAO, la producción pesquera total podría llegar hasta 195,9 millones de toneladas en 2025, un incremento de 17 por ciento en comparación con la producción de 2013-15, de 166,8 millones.

Ello significa que en 2025 el mundo producirá cerca de 29 millones de toneladas más de pescado en relación con 2013-2015 y casi todo ese incremento se dará en los países en desarrollo y a través de la acuicultura, precisó la fuente. Del total de toneladas extras previstas para 2025, América Latina y el Caribe responderían por casi tres millones, apuntó Alejandro Flores, experto de la FAO en la región.

Aunque distante de los récords asiáticos, Latinoamérica progresa como exportadora de surtidos pesqueros y acuícolas para consumo humano directo e indirecto, destacó el funcionario, quien reconoció los resultados en Chile, Brasil, Ecuador, México y Colombia, entre otros escenarios.

El secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Social, Pesca y Alimentación de México, José Calzada, aseguró en diciembre pasado que la acuicultura en ese país prospera a un ritmo anual de 15 puntos porcentuales, superior al seis por ciento registrado como promedio mundial.

Al decir del titular, el valor de la pesca y la acuicultura en México asciende a unos 35 mil millones de pesos (más de mil 940 millones de dólares), y casi la mitad de ese valor está asociado fundamentalmente a la producción de camarón y tilapia.

Si bien el resultado resulta favorable, todavía esa nación compra cerca de 400 mil toneladas anuales de tilapia a mercados como China, Tailandia y Vietnam, “por lo que necesitamos hacer producir más a las grandes y pequeñas empresas con el fin de comenzar a sustituir importaciones”, expresó.

Planes de gobierno en Perú dan cuenta de un Programa Nacional de Innovación Productiva en Acuicultura y Pesca, que financiará cerca de dos mil proyectos de innovación pesquera y acuícola durante los próximos cuatro años.

El ministro peruano de la cartera de Producción, Pedro Olaechea, aseguró que el propósito es convertir a ese territorio suramericano en uno de los principales productores acuícolas de América Latina.

Serán 261 proyectos de investigación y mil 723 proyectos de asistencia técnica y capacitación, declaró al diario oficial El Peruano. El programa, añadió, cuenta con un fondo de 120 millones de dólares, de los cuales 40 millones provienen de un préstamo del Banco Mundial y los 80 millones restantes corresponden al gobierno nacional.

Resulta común que estados y bloques regionales adopten iniciativas propias para impulsar la acuicultura. Por ejemplo, para febrero está previsto el encuentro “Acuicultura de la Unión Europea-Criado en la Regiones de la UE”.

Con sede en Bruselas, Bélgica, el evento responderá a las Directrices Estratégicas para el desarrollo sostenible de la acuicultura, adelantó la Comisión Europea, interesada en “abordar los obstáculos que impiden el desarrollo del sector, principalmente a nivel nacional”.

Bajo el título en inglés “Short-term projection of global fish demand and supply gaps”, la FAO pronosticó en septiembre de 2017 que si los precios del pescado y las preferencias de los consumidores continúan por el rumbo actual, el crecimiento de los ingresos impulsaría la demanda mundial desde los 20 kilogramos (kg) al año por habitante a 23 ó 25 kg a principios de 2020.

Sin embargo, la producción acuícola mundial avanza a un promedio anual de 4,5 por ciento; es decir, por debajo de lo necesario para cubrir la demanda prevista en el corto plazo, advirtió la institución.

Inversiones en infraestructura y nuevas tecnologías podrían ayudar a la expansión del sector, cuyas perspectivas favorables resultan vitales para la seguridad alimentaria del planeta.

Fuente: Mundo Agropecuario