Van quedando atrás las estimaciones de 57 millones de toneladas de producción de soja que se barajaban en octubre-noviembre del año pasado. El consultor Sebastián Olivero la "recalcula" en 55 millones y bajando día a día tras cada jornada sin lluvia. Justifica su pronóstico en las altas temperaturas y en precipitaciones insuficientes para el cultivo. "En noviembre hubo lluvias oportunas, pero irregulares en muchas zonas; en otras llovió más parejo, pero se requieren nuevas precipitaciones para llegar a rindes de tendencia", proyecta. Añade que como resultado una proporción de la soja de segunda no se pudo sembrar y que otras se implantaron en fecha muy tardía, con menor potencial de rinde.

En una línea similar, el consultor Eduardo Sierra observa que el sistema climático sudamericano parece estar observando un cambio de signo. Desde el ciclo 2012/13 hasta el 2016/17 se observó una fase positiva, con predominio de condiciones Niño por el calentamiento del Pacífico y por el fortalecimiento de la corriente cálida de Brasil, en el Atlántico. Esta combinación de factores produjo lluvias abundantes que proveyeron las condiciones necesarias para el logro de una serie de buenas cosechas.

Volatilidad

Desde el inicio de la actual campaña comenzó a notarse un lento y progresivo enfriamiento del Pacífico Ecuatorial, que redujo precipitaciones y que podría causar el inicio de un episodio Niña. Como resultado de este fenómeno, en los primeros días de 2018 se observa una franja muy seca en gran parte de Buenos Aires, La Pampa, sur de San Luis, provincias de la Mesopotamia, este del Chaco y en Uruguay, entre otras regiones. Se encuentran en mejores condiciones el centro y el norte de Córdoba, el sur de Santa Fe, el norte de San Luis, el oeste del Chaco, Misiones y ciertas regiones de las provincias del NOA, según Sierra. Mientras tanto, los principales distritos productores de soja del sur de Brasil muestran buen abastecimiento de humedad.

Con ese contexto, Olivero prevé volatilidad del mercado en las próximas seis semanas, al compás de los pronósticos climáticos, porque la demanda mundial sigue creciendo y exige abundantes cosechas de EE.UU., Brasil y de la Argentina. "Hubo varios años de buenas producciones, que fueron acompañados por una demanda dinámica y se requiere la continuidad de aquellas para evitar saltos inesperados en los precios", completa.

Coberturas

¿Qué puede hacer el productor en este contexto? Si se desarrollan condiciones de volatilidad porque siguen las precipitaciones escasas y las altas temperaturas en las principales zonas productoras de la Argentina, se puede aprovechar algún pico de precios para la época de cosecha y cubrir una parte de la producción esperada con una herramienta flexible, como la compra de un put. Por ejemplo, esta semana se ofrecían con un precio de ejercicio de 258 dólares por tonelada, con una prima de 6 dólares. Si no se quiere gastar en la prima se puede lanzar un call con precio alto y una prima parecida. Otra posibilidad es una venta futura a 260 dólares por tonelada en el Mercado a Término y la compra de un call para capturar eventuales subas. También se pueden concretar ventas pesificadas que aseguren el tipo de cambio. Esta semana los exportadores ofrecían 5200 pesos por tonelada para mayo de 2018, que provienen de multiplicar 255 dólares a una paridad de $20. Con esta opción se asegura un tipo de cambio alto y un precio, y se puede complementar con la compra de un call abriendo la puerta a un alza. Puede ser útil para quienes deben pagar insumos pesificados en la época de cosecha.