Con cada publicación mensual de las estadísticas de la Administración Nacional de Aduanas de China el mercado le toma el pulso a los pasos dados por el principal comprador mundial de poroto de soja. Pero en el nivel local, una vez más las cifras aportadas por el organismo dejan al descubierto la pérdida de participación de la mercadería argentina en el total de las crecientes importaciones chinas, no sólo de poroto, sino también de aceite de soja.

En efecto, durante los primeros once meses de 2017 la participación del poroto de soja argentino en el mercado chino cayó al 6,9%, desde el 10,8% vigente tras igual período de 2016.

En el detalle del trabajo de la Aduana se aprecia que en noviembre China importó 665.030 toneladas de poroto argentino, un 13,9% menos que las 772.756 toneladas de octubre y un 37,3% por debajo de las 1.060.493 toneladas compradas en igual mes de 2016. El total de las ventas de la Argentina hasta fines del mes pasado sumó 5.942.154 toneladas, un volumen que resultó un 25,9% inferior al despachado en el mismo segmento del año pasado, de 8.014.549 toneladas.

Este retroceso argentino contrastó con las cifras generales de las importaciones chinas de soja, que al cierre del relevamiento de noviembre totalizaron 85.990.261 toneladas, un 15,8% más que en igual segmento del año anterior, de 74.238.817 toneladas. También contrasta con el crecimiento interanual de las ventas de Brasil a China en los primeros once meses de 2017, del 29,9%, tras pasar de 37.723.913 a 48.986.831 toneladas; o del incremento de las exportaciones de Uruguay, de un 45,6%, al pasar de 1.661.416 a 2.419.351 toneladas, e incluso de la suba casi marginal de las colocaciones de los Estados Unidos, del 4,4%, al variar de 25.546.747 a 26.666.126 toneladas.

Acerca del aceite de soja, la Aduana de China informó que al cierre de noviembre las importaciones totales sumaron 620.909 toneladas e implicaron un crecimiento interanual del 18,6% frente a las 523.513 toneladas de 2016. Entre los abastecedores, la Argentina, que es el principal país exportador del subproducto de la soja, quedó relegado al 9º lugar, con ventas por apenas 739 toneladas, un volumen que -pese a lo marginal- representa un crecimiento del 64,7% frente a las 449 toneladas de 2016.

También en el caso del aceite de soja Brasil es el principal proveedor de China, con 338.848 toneladas hasta el cierre de noviembre, seguido por Rusia, con 103.321 toneladas, y por los Estados Unidos, con 83.007 toneladas. Antes que la Argentina, en el listado de abastecedores chinos aparecen Ucrania, Turquía, Kazajstán, Serbia y Vietnam.

Pero el mal año de las exportaciones del complejo sojero no están limitadas a las colocaciones en China. En efecto, según la referencia de las cifras publicadas por el Senasa, con datos al cierre de noviembre, las ventas de poroto de soja evidencian una caída interanual del 34,1%, al pasar de 11.293.712 a 7.446.463 toneladas; las de harina, un retroceso del 35,3%, de 23.859.474 a 15.416.760 toneladas, y las de aceite, un derrumbe del 82,6%, de 4.264.054 a 740.931 toneladas.

Para completar el cuadro, también para el segmento de los primeros diez meses de 2017, el Ministerio de Energía de la Nación relevó la exportación de 1.294.328 toneladas de biodiésel, un 4,1% menos que en igual período de 2016, en el que se despacharon 1.349.752 toneladas.

Vale señalar que ante la previsión del cierre del mercado estadounidense, muchas firmas anticiparon envíos durante el primer semestre del año, por lo que el impacto de la pérdida del principal mercado para el agrocombustible argentino se evidenciaría con mayor claridad durante el próximo año.

Repercusiones
Las cifras negativas que dejan las exportaciones del complejo sojero durante 2017 son motivo de preocupación en la industria, donde se apunta a la demora en la comercialización de la materia prima en el mercado doméstico, como el primer eslabón de la cadena. "Tengo entendido que la retención de soja está en el orden de los 15 millones de toneladas", dijo a LA NACION Andrés R. Alcaraz, gerente de Comunicaciones Corporativas y Relaciones Institucionales de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara).

"Todo esto determina que la industria de molienda en la Argentina esté con una capacidad ociosa de entre el 35 y el 36%, cuando lo máximo tolerable para la operación, de manera de que no se sobrecarguen los costos fijos, ronda entre el 12 y el 14%", explicó el ejecutivo. Y añadió que los niveles de retención de mercadería no se pudieron compensar con la admisión temporaria de soja de Paraguay y de Brasil, que rondó los 1,8 millones de toneladas.

"Esta situación genera preocupación por el incremento de los costos fijos y por la caída de los márgenes de la industria aceitera, que es un sector que ha seguido invirtiendo en infraestructura, con un horizonte puesto en el mediano plazo y en la expectativa de un incremento de la producción de granos en la Argentina", dijo Alcaraz. Según datos de Ciara, entre 2007 y 2017 el crecimiento en la capacidad de molienda del complejo oleaginoso argentino fue del 33,2%, al pasar de 46,6 a 62,1 millones de toneladas actuales.

Para Adrián Seltzer, de la firma corredora Granar SA, el hecho de que aún queden entre 15 y 18 millones de toneladas de soja sin ser comercializados "implica un claro riesgo" frente a una eventual caída de los precios cuando todo ese volumen salga al mercado.

En cuanto a las razones de por qué el productor opta por conservar remanentes tan elevados de su cosecha, el especialista dijo que hay muchos factores que pueden explicar la situación, pero el hecho central es que "el productor es eternamente alcista y siempre inicia su análisis con la expectativa de que el precio de mañana sea mayor al de hoy. Para peor, ese razonamiento generalmente no va acompañado de una estrategia comercial que minimice el riesgo si la lógica alcista no se cumple".

La coyuntura argentina también aporta fundamentos a la tendencia de retener soja. "Hoy juega en la decisión de no vender el inicio del gradual descenso de las retenciones dispuesto por el Gobierno a partir de enero, que lleva a que muchos productores crean -en forma errónea desde mi punto de vista- que por esa sola medida el porvenir es alcista para los precios, prescindiendo de manera temeraria de los movimientos que pueda registrar el mercado global de la oleaginosa", indicó Seltzer.

Añadió que en el sector agropecuario se da una dicotomía muy grande entre la asimilación de la tecnología en función de la producción y la persistencia de viejas prácticas a la hora de la comercialización. "Hoy vas a cualquier establecimiento agrícola y te encontrás con sistemas de producción muy tecnificados; con máquinas que monitorean cada insumo que se aplica, y con sistemas de riego inteligentes, pero cuando ese mismo productor pasa a la etapa de comercializar lo obtenido apela a lógicas de varias décadas atrás, donde el día a día marca el rumbo, donde las ventas sólo tienden a cubrir necesidades de muy corto plazo, y donde no se pone el debido énfasis en cerrar márgenes que hagan sustentable todo el negocio. Considero que no es coherente poner en riesgo la inversión por no ajustarse a objetivos comerciales precisos", señaló.