"Hace tres horas que estamos discutiendo sobre las cajas negras de los frigoríficos y en la provincia de Buenos Aires aumentó un 50% el Inmobiliario Rural, ¿qué hacemos con la competitividad?", se escuchó decir a un dirigente rural en la reunión de la Mesa de las Carnes del martes pasado.

La frase revela las dos velocidades con las que avanzan el sector público y el privado hasta llegar a la ansiada meta de la "competitividad". El Gobierno está convencido que hay que dar pequeños pasos, día a día, para alcanzar ese objetivo. Desburocratizando, abriendo mercados externos y alcanzar consensos en las diferentes mesas sectoriales. El sector privado, en términos generales, acuerda con esos principios, pero está urgido por los números. "Tenemos que plantear la cuestión del tipo de cambio", se escuchó también en esa reunión.

Pese a que las exportaciones de carne vienen en aumento y terminarían el año cerca de las 300.000 toneladas, con lo cual la Argentina podría volver a entrar en el top ten de los exportadores mundiales de carene vacuna, como informó LA NACION esta semana, los ganaderos perciben que no hay incentivo económico suficiente como para producir novillo pesado para la exportación. "La suba de los reintegros a los frigoríficos no se traslada a precio", decía un dirigente rural que participó de la reunión de la Mesa de las Carnes. Finalmente el presidente Macri no recibió a la cadena debido a la tensa jornada que se vivió anteayer en el Congreso.

Productores e industriales perciben que la carga impositiva no tiene perspectivas de ser reducida. "Al aumento del inmobiliario rural bonaerense, se suman el de Córdoba, el de Santa Fe y el de San Luis", explicaba un ruralista. "Vimos pasar de largo la reforma que propuso Dujovne (Nicolás, ministro de Hacienda)", añadía. Sus quejas apuntaban contra la falta de ajuste por inflación que obliga a pagar ganancias por tenencia (ver página 6). Y los reclamos por el tipo de cambio también se escuchan en las economías regionales. "En la Patagonia, los productores de fruta, lana y carne ovina tenemos problemas para exportar", se dijo en una reunión de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

En el gobierno nacional responden que la discusión por el tipo de cambio implica tomar por un atajo, que los problemas por resolver no pasan por modificar el valor nominal del dólar sino por bajar costos y allanar el camino de la competitividad. Y que los productores tienen que presionar a sus gobiernos provinciales para que bajen la presión impositiva.

En esa discusión implícita se suceden malentendidos como la decisión del Senasa de instrumentar en forma obligatoria el pago electrónico o por internet de los trámites en sus delegaciones. A priori la medida contribuye a modernizar las operaciones y reduce la burocracia, pero se choca con las dificultades de conexión que hay en los pueblos. "Me alejo tres cuadras de la plaza principal y ya no tengo señal; ni 3G tenemos nosotros", contaba un productor pampeano en una reunión de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

Hay otros frentes que se les abren a los productores de las economías regionales. La Federación Olivícola Argentina (FOA) advirtió que aumentaron un 62% promedio las tarifas eléctricas, lo que pone en riesgo la actividad de las empresas de La Rioja y Catamarca, las mayores productoras detrás de Mendoza y San Juan. "Esta industria debe soportar elevados costos internos, atraso cambiario y leyes laborales cuyas modificaciones no repercuten en el análisis numérico", expresaron en un comunicado de la FOA. Los olivicultores reclaman un tratamiento especial dado su carácter de agroindustria electrointensiva con el uso del riego en la elaboración de aceitunas de mesa y aceite de oliva.

También están con la guardia en alto los fabricantes argentinos de maquinaria agrícola. El presidente de Cafma, Raúl Crucianelli, pidió esta semana que no se otorguen créditos a tasa bonificada a los equipos que tengan menos del 60% de componentes importados. Los industriales reconocen que han cerrado un bueno año, pero advierten nubarrones en su horizonte productivo.

Más allá de las quejas y reclamos los ruralistas e industriales, según afirman, respaldan el rumbo que tomó el Gobierno y tienen memoria respecto de lo que ocurría hasta diciembre de 2015. Y son conscientes de las tensiones políticas que se viven. La instrumentación de las soluciones no siempre coincide con las urgencias de quienes las expresan.