La Dirección de Mercados Agroalimentarios del Ministerio de Agroindustria de la Nación relevó ayer las existencias de soja más bajas de los últimos ocho meses en poder de la industria aceitera: 1.766.502 toneladas en el inicio de noviembre, un volumen que implicó una caída del 16,73% respecto de las 2.121.329 toneladas reportadas el mes anterior.

Según cálculos del sector comercial, ese stock representa la molienda de sólo dos semanas, por lo que las fábricas deberían entrar en el mercado a buscar materia prima en forma más agresiva, es decir, con mejores ofertas de precios. Un aspecto positivo de la reducción de las reservas fue la fortaleza de la molienda de soja durante octubre. En efecto, según el organismo, la industria procesó 3.568.865 toneladas, un 10,23% más que durante septiembre, cuando se molieron 3.237.766 toneladas.

Para Andrés Alcaraz, gerente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), el crecimiento de la molienda es una "muy buena noticia", porque implica que las fábricas lograron achicar la capacidad ociosa, que en meses anteriores osciló entre el 35 y el 36%, frente a una media que ronda el 30 por ciento. Sin embargo, el directivo señaló que ahora la industria "va a sufrir la escasez de mercadería" hasta que comience a ingresar soja desde Paraguay y desde Brasil, entre enero y febrero.

"Es posible que algunas plantas aprovechen la escasez de materia prima para acelerar sus habituales paradas técnicas y estar a pleno para el inicio de 2018", dijo Alcaraz y recordó que, por día, la industria puede procesar entre 150.000 y 160.000 toneladas de soja.

Ventas con cuentagotas

"Por excesos de humedad, el ciclo comercial 2016/2017 atravesó problemas de logística que complicaron las entregas, algo que paulatinamente se fue resolviendo, pero que dejó su huella. Ahora, para entender la reticencia de los vendedores a desprenderse de su mercadería se suma el pase (diferencia) entre el valor actual y el vigente para la soja con entrega en mayo, que favorece al grano de la nueva cosecha", dijo a LA NACION Delfín Morgan, director de la corredora Morgan, García Mansilla y Cía. SA.

Añadió que además de la expectativa de mejores valores, la cautela del productor responde también a la baja gradual de los derechos de exportación que comenzará en enero próximo. "Retener mercadería sólo por una expectativa de mejores valores no está mal siempre y cuando se tomen coberturas (estrategia comercial) para evitar los riesgos que implican que esa expectativa no se cumpla o -peor- que los precios bajen. Diferir decisiones de venta sin ese respaldo no es más que un juego de azar", advirtió.

En opinión de Adrián Seltzer, de la firma corredora Granar SA, a la industria "se le va a hacer muy difícil poder sostener un volumen de molienda por encima de los 3 millones de toneladas en los próximos meses". Y fundamentó su posición en el hecho de que los productores siguen vendiendo con cuentagotas y sólo en función de necesidades financieras de corto plazo. "Para lograr quebrar esa resistencia y seducir a los vendedores, que aún conservan un importante volumen de soja, los compradores deberían salir a ofrecer valores superiores a los actuales".

Seltzer coincidió con Morgan al señalar que el productor opera con cautela en un mercado que hoy le ofrece más por la soja con entrega en mayo que por el grano disponible. "Esa ecuación es la que los compradores deberán modificar para atraer mercadería. Y no descarto que algunas fábricas opten por trabajar en contra margen, porque hoy les generará un mayor perjuicio incrementar la capacidad ociosa que elevar el precio propuesto a los vendedores".

Ayer, la reacción del mercado fue en ese sentido. Las fábricas salieron a pagar en forma abierta $ 4450 por tonelada de soja disponible para el Gran Rosario, $ 50 más que anteayer, pese al cierre bajista de la jornada en la Bolsa de Chicago y a una capacidad de pago de la industria aceitera que fue calculada en 4413 pesos por la Bolsa de Comercio de Rosario.

Como dato adicional de preocupación en la industria, Alcaraz explicó que tras el cierre del mercado estadounidense para el biodiésel argentino, y luego de las compras anticipadas hechas por la demanda de ese país cuando se vislumbraba un conflicto comercial inminente, "recién ahora la industria local comenzará a sentir la pérdida de un negocio que le generaba ingresos suficientes como para compensar los números y mejorar así sus márgenes".