Esta semana el Comité Regulatorio de la Comisión Europea puso a consideración la renovación de los registros del glifosato para su utilización dentro de los países miembros.

Francia ya había anunciado en forma unilateral la prohibición del uso del glifosato pero esta medida no tiene sustento legal ante la normativa interna aprobada por todos los países miembros, que deberán volverse a reunirse ante el empate técnico registrado a mediados de semana. El resultado fue que 14 países miembros votaron a favor de la propuesta de la Comisión de extender por 5 años la reinscripción, que en la práctica implica la reaprobación; otros 9 países se opusieron a esta medida, y hubo 5 países que se abstuvieron. De haberse aprobado esta medida hubiera implicado que pasados los 5 años, el uso del glifosato estaría prohibido en la Unión Europea (UE).

La no autorización en el uso del glifosato podrá generar serias disrupciones en el comercio de alimentos, granos, aceites y oleaginosos, en la medida que luego de la prohibición de su uso se avance en la exigencia de que todo alimento o grano importado no supere las 0,001 partes por millón de trazas de glifosato. En la práctica es imposible aceptar esa exigencia y muchos analistas prevén que se trata de una nueva barrera paraarancelaria que se utilizara en forma arbitraria para impedir el ingreso de alimentos a la UE, provenientes no solamente de la Argentina sino también de Brasil.

Con este potencial riesgo comercial la Argentina podrá sufrir serias consecuencias, empezando por la reducción de 5 millones de hectáreas del área de siembra de soja, principalmente en el NOA y en el NEA. A ello se debe agregar el riesgo de perder exportaciones de harina de soja por un total de 9 millones de toneladas, que tienen como destino la UE. La combinación de menor superficie, producción y caída de la oferta exportable de harina de soja, solo considerando nuestro país, tendrá un impacto fuertemente alcista en el mercado internacional.

Si a esto agregamos la caída probable que se registrará en la producción de soja de Brasil y de los Estados Unidos, estamos ante un efecto explosivo que tendrá impacto en la seguridad alimentaria y en el comercio global, no sólo de soja sino también de proteínas animales. Corre riesgo todo el sistema productivo.