Las lluvias vienen siendo protagonistas en el último tiempo en el sector agropecuario dejando campos y caminos anegados. Esto también hace repensar el manejo, sobre todo el de la fertilización de los cultivos, principalmente el de trigo (en pleno desarrollo y en el norte en plena cosecha) y el de maíz (en septiembre comenzó la siembra de primera).

“Cuando están las napas altas, como sucede ahora, que están a 50 centímetros del suelo en la región pampeana, el nitrógeno que se aplicó a la siembra se pierde si llega a las mismas. En este caso, conviene dividir la dosis de nitrógeno y cuando más veces se divida la aplicación, es mejor”, explicó Gabriel Espósito, responsable de la Cátedra de Producción de Cereales de la Universidad Nacional de Río Cuarto (Córdoba).

En este sentido, el especialista aseguró que siempre la eficiencia en el uso del nitrógeno aumenta cuando se realicen más aplicaciones. “El incremento de costos por la labor es insignificante comparativamente con la pérdida de la producción o del fertilizante”, agregó.

Por lo que en el cereal de invierno, recomendó, que se pueden hacer tres aplicaciones: en la siembra, en macollaje para ganar rendimiento y en hoja bandera, pensando en calidad.

Continuando en esta línea, Jorge Bassi, Gerente Comercial de Fertilizantes de Bunge, explicó que la empresa está haciendo mediciones de nitrógeno foliar con la herramienta llamada Spad (mide el verde de las plantas).

“Es difícil que se obtenga el mismo verde que de otros años a pesar que las parcelas de ensayos son con altas dosis. Esto es consecuencia del lavado de los suelos, falta de días de sol y por anoxia. Pero creemos que en la medida que baje un poco los niveles de húmedad del suelo y aumenten los días de sol muchos de estos cultivos se van a recuperar”, indicó.

Para Bassi, dividir las aplicaciones de nutrientes en trigo vino para quedarse, más allá de como sea la campaña. “Hay variedades de trigo con muy alto potencial de rendimiento pero también hay que buscar calidad. Y el nitrógeno es la base de la proteína. Se diluye el contenido de proteína sino se fertiliza de forma correcta. El aumento de dosis que se observa esta campaña en parte es porque se dificultó la comercialización por la baja calidad en los últimos años. Ahora, se busca más calidad y rinde”, expresó Bassi.

Para el caso del maíz, Espósito sostuvo que los inicios de la primavera y de verano, cuando se implanta la gramínea, son siempre inciertos tanto en temperatura y precipitaciones y en consecuencia, es muy difícil pronosticar una producción real cercana a la que se pueda obtener.

En cuestión, no hay modelos que ajusten la aplicación del total del nitrógeno a la siembra. Asimismo, los híbridos modernos han retrasado su consumo de nitrógeno. Antiguamente en floración consumían el 70% del nitrógeno. Ahora, los híbridos actuales están entre el 40% a 50%. Y consumen el nutriente en estadíos más avanzados.

Ante este contexto, el experto subrayó que no hay ninguna causa que justifique que se agregue el total del nitrógeno a la siembra. “Lo que va en el arrancador es más que suficiente. El resto habría que aplicarlo en V4, V8, V10 y hasta te diría que hasta alcanzar las 11 hojas no hay pérdidas de rinde”. Y agregó: “Si la napa está alta, conviene hacer dos aplicaciones: una en V4 y otra, en V8”.

Según Bassi, los productores en campañas anteriores adelantaban por miedo a la volatilización la aplicación del nitrógeno y se ven las complicaciones que tenía esta práctica. “En la presente campaña vemos que se dividirá la aplicación porque muchos compraron productos y todavía no se los llevaron”, graficó.