En el caso de la soja hubo una reducción en el nivel del stock final de EE.UU., de 12,93 a 11,72 millones que, no obstante, quedó arriba de los registros de la campaña anterior, de 8,2 millones, y de 2015, de 5,35 millones.

El comentario de los operadores atribuía a esta caída de las existencias de la soja la fuerte suba registrada en Chicago, de US$ 10 por tonelada luego de conocido el informe del USDA. La posición mayo cerró anteayer en US$ 365,61, contra los US$ 375,25 del día anterior, mientras que los precios de la soja mayo en el Matba mejoraron US$ 5,2 y cerraron a US$ 268, contra los 262,80 de la jornada previa. En cambio, la soja disponible en la Argentina mejoró sólo US$ 4 y cerró anteayer en US$ 257. Sucede que todavía hay en nuestro país 25 millones de toneladas de soja en manos de los productores y ése es sin dudas el principal factor de incertidumbre y de potencial impacto bajista.

Si bien la baja podrá impactar en el valor de la soja disponible en el momento en que los productores salgan a vender semejante volumen, es muy probable que la baja impacte también en la tendencia de los precios de la soja de la nueva cosecha. Es muy difícil elaborar un análisis lineal relacionando mayor oferta de soja disponible con una baja en el precio, pues en esta campaña existe un factor adicional que impactará en la decisión del productor: la baja gradual de las retenciones del 0,5% mensual a partir de enero próximo.

Es probable que el productor siga el canto de la sirena, esto es, vender cada vez más tardíamente ante un gobierno que le garantiza una mejora del 0,5% en su precio de venta. En estas circunstancias el gradualismo tendrá un efecto bumerán, pues el productor va a decidir retener y vender más adelante, impactando en el volumen de oferta; afectando el normal ingreso de divisas, y provocando mayor incertidumbre.

Lo mejor, para no afectar el ritmo normal de ventas y el ingreso de divisas, es que el Gobierno decida reducir un 5% de las retenciones a partir de marzo próximo. El sistema de reducción gradual va a generar una fuerte distorsión en el mercado y podrá tener impacto negativo en los precios de la soja, transformando el eventual beneficio en una medida con impacto opuesto.