“Nos acaban de avisar que antes de fin de año llega el robot”. Entusiasmado, Martín Brito se sacude el polvo de cemento que adorna su mameluco azul. El ingeniero agrónomo, vestido ahora de constructor, está ansioso por relatar la historia de lo que va a convertirse en un hito de la lechería. “Será el primer tambo robot de Sudamérica con una quesería en el mismo lugar”, asegura. Y no es la única innovación.

Esto está ocurriendo unos 50 km al sur de Rio Cuarto, sobre la ruta 35. Sobre un terreno de 5 hectáreas, se está levantando la fábrica de quesos “Estancia El Sol Argentino de Roldán”, un nombre en homenaje al tatarabuelo, Mariano Roldán, fundador de Benito Juárez.

“Tenemos un gen recesivo de lechería: Mariano era tambero y ordeñaba Shorthorn lechero”. Atrás de la quesería, que da a la ruta, ya se construye el tambo robotizado, al que trasladarán las vacas que ordeñan desde hace una década en un campo alquilado.

Es una empresa de familia. Son tres ingenieros agrónomos: el padre y los dos hermanos, Gastón y él. “Gastón se ocupaba de la agricultura, pero salió la oportunidad de continuar un tambo que se venía abajo, en un campo alquilado”. Fue un momento difícil: Martín estaba haciendo su postgrado en la Universidad de Fresno, en el corazón lechero del valle central de California. Y acababa de nacer su primer hijo. “Nos volvimos”. El gen lechero se rebelaba, y se revelaba.

Ya había hecho sus pininos en el tambo trabajando en el INTA de Rafaela, con la mítica Miriam Gallardo. También había pasado por un grupo de Cambio Rural lechero, luego por All Tech nada menos que con Jorge Arias, otro rafaelino que triunfa en Kentucky.

“Aplicamos todo lo que había visto en USA con la idea de estabular en dos años. No se puede vivir arriba del barro, mejor no meterse. Renegar en el barro es perder plata. En campo alquilado hicimos una inversión fuerte en corrales con platea de cemento y sistema de rejas con clamp automático. La manga no va más, por mi salud mental y el bienestar de la vaca. Si no, no soy tambero”.

¿Sombra o chapa? Chapa. “No pensamos en seis meses o un año, aun cuando era campo alquilado. Hace siete años las 120 vacas están estabuladas. Y toda la comida se compraba afuera. La parte agrícola la dejamos completamente. Voy a cumplir 40, hace 10 que luchamos con camioneros, cosechadora. No tenemos maquinaria y se está tornando muy marginal, la renegada. Los caminos…y no se puede vivir esperando que te bajen un punto en la retención.” Y continúa. “¿A qué vine al mundo? A ser tambero”.

Pero la pregunta era: ¿cuánto vale un litro de leche y cuánto un kilo de queso? Encima, casi tuvieron que cerrar el tambo cuando los cheques de la usina venían de vuelta. La idea de elaborar la propia leche se iba haciendo carne. Pensaron en la vaca ideal para el sistema: triple cruza entre Holando, Jersey y la Red Swedish. Elevada producción individual (orgullosos con sus vacas de 50 litros) y alto contenido de sólidos: 3,50 de proteína y 4,20 de grasa.

Habían pensado en hacer la quesería en ese campo alquilado. Hasta que apareció la oportunidad de comprar 5 ha a 17 km, sobre ruta. Resuelto el tema caminos. El alimento básico será el heno de alfalfa, tras un acuerdo con una empresa de Calchín, que les asegura la entrega de la calidad que necesitan: humedad, proteína, y provisión continua. El resto es fácil, está todo en la zona: homeny (harina zootécnica de maíz) de una fábrica de polenta de Rio Cuarto, maíz, expeller de soja, burlanda húmeda.

El robot tiene un atributo fundamental: libera al tambero, que pasa a ser quesero. “En la Universidad de Fresno teníamos una fábrica de lácteos y aprendí a hacer desde quesos hasta helados, pasando por la chocolatada en galón (tarros de 4 litros)”.

La eliminación de las tareas más duras y rutinarias atraerá a las futuras generaciones, empezando por los hijos y familiares más cercanos. Su esposa está poniendo a punto los yogures. La quesería y el tambo robótico abren profesiones para los hijos si se quieren quedar en la empresa.

Ya está la maquinaria de la quesería, comprada en Rafaela. “Arrancaremos con quesos duros. Pero la idea es agregar todo”. Van a estar en 2500 a 3000 litros. La idea es que si hace falta se comprará leche a terceros. Habrá venta directa al público en la ruta y un sistema de distribución. Y tendrán habitaciones para pasantes que quieran experimentar con la nueva tecnología del tambo y la quesería.

La última e de leche es “esperanza”. “Llegamos hasta acá a pesar de que nos íbamos comiendo el capital. Tenemos esperanza en el valor agregado. Y en ponerle corazón al robot”.