Retrospectivamente, la popularidad de Cambiemos se funda en que aparece como la única alianza capaz de vencer a Cristina. Hacia adelante, Cambiemos implica algo distinto de aquellas cosas que se denunciaban del kirchnerismo. En la novedad reside la motivación para esperar que se concrete el nuevo proyecto que promete baja inflación, crecimiento y empleo.

Si ambas caras del lazo "cambiemita" fueran ciertas, por un lado se constataría que el combustible de ese motor es la oposición a CFK. Es decir, Cambiemos interpela a sus votantes como opositores. Por el otro, Mauricio Macri sería el depositario de una confianza destinada a vehiculizar ese cambio anhelado que se traduciría en un apoyo amplio para sus propuestas de gobierno.

¿Tienen estas especulaciones correlato con la realidad? En octubre de 2016 y julio 2017, con Eduardo Levy Yeyati y Constanza Abuin, les preguntamos a 2716 habitantes de Buenos Aires su opinión sobre una serie de políticas públicas. Los resultados mostraron que, por ejemplo, un 69% de las personas que votarían (en una hipotética elección) por Macri y un 66% de los que votarían a Cristina apoyan mayores niveles de proteccionismo. Los resultados son similares.

Lo notable es que los niveles de apoyo a esta (y a otras políticas) variaron enormemente entre los partidarios de uno y otro líder cuando se aclaraba el origen de la propuesta. En la mayoría de los casos, los votantes de Cambiemos reducen su apoyo a una política pública si suponen que fue propuesta por Cristina. Esto evidencia la resistencia del votante de Cambiemos a la posibilidad de que la ex presidenta vuelva al gobierno.

Por otra parte, quisimos saber si el votante seguía a su líder, más allá de oponerse al que no le gustaba. Elegimos un tema en el cual los votantes de Macri y de Cristina hubieran mostrado opiniones muy desencontradas, más allá de su origen. Los que expresaron su intención de voto a Macri se oponían a la jubilación universal. A la inversa, los votantes de Cristina apoyaban esa iniciativa. Contra nuestra expectativa, cuando se le dijo a un grupo de partidarios de Macri que era él quien proponía la jubilación universal sus votantes no le dieron carta blanca.

Es decir, los votantes de Macri mantuvieron su oposición a la política por su contenido y no le dieron apoyo por el hecho de haber sido propuesta por el presidente. Los partidarios de Cristina bajaron su apoyo cuando pensaron que era Macri quien la había propuesto.

Nuestra investigación abona la idea de que a los partidarios de Cambiemos no los une el amor, sino el espanto. Así, su éxito electoral en las próximas elecciones plantea por un lado la paradoja de la desaparición de Cristina como una amenaza real para sus partidarios, con el susceptible riesgo de que deje de ser la catalizadora de esta unión a partir del descontento y la consecuente necesidad de cambiar esa naturaleza del vínculo electoral, cuyo reemplazo no parecen ser muy claro. Por otra parte, de conquistarse sucesivos éxitos electorales, la innovación y el cambio que representa Cambiemos quedarían desdibujados, con el riesgo de que la coalición empiece a expresar la continuidad más que el cambio.

Si para el "ciudadano de a pie", interlocutor privilegiado de Cambiemos, la novedad no justifica el apoyo incondicional para cualquier política, menos lo hará cuando Cambiemos se convierta en Sigamos. De ahí que Cambiemos no podrá prescindir de la construcción de alianzas y acuerdos sectoriales con grupos organizados para la intermediación de intereses, a la hora de sumar consensos para sus políticas.

La autora es Politóloga, profesora e investigadora Universidad de San Andrés