¿Ciclotimia?

En los días 8 y 9 de Agosto, el Dólar superó los $ 18, ante la aparición de encuestas que auguraban un triunfo de CFK en la Provincia de Buenos Aires, en las PASO. Luego tuvimos el “efecto Brancatelli”, que impulsó a María Eugenia Vidal en un programa de TV y, finalmente, quizás por aciertos de Durán Barba, Cambiemos perdió por muy poco en aquel distrito.

Ayer Lunes, se conocieron encuestas que pronostican el triunfo oficialista el 22 de Octubre, por 2 a 3 puntos; en BsAs. Por supuesto, el Dólar oficial cerró a $ 17,38 en el oficial y el Banco Nación le pagó a los exportadores, $ 17,01.

Corresponde mirar lo ocurrido en estas seis semanas, para entender lo que puede pasar desde el lunes 23 de Octubre en adelante, sobre todo a la luz de las diversas reacciones políticas, que pueden ser meros síntomas de ciclotimia o responder a cambios profundos en los diagnósticos que el oficialismo efectúa con miras a 2019.

En ambos peronismos, K y no K, se da por sentado que Cristina será derrotada y, por ende, se adoptan posiciones para eventuales negociaciones desde el mismo 23 de Octubre, en torno a la unificación del peronismo, para ganar en la presidencial y evitar la re-elección de Macri.

Cristina produjo una larga carta, con llamados a la unidad, que no hizo más que reflejar un cambio de estrategia, a la vez que un signo de debilidad. En la entrevista, en Infobae, con Novaresio, dijo que si ella es un obstáculo para el triunfo del peronismo, podría no ser candidata. Por supuesto que, en tren de favorecer la unidad del PJ, Picchetto la corrió del bloque de Senadores FPV, invitándola gentilmente a tener un bloque propio. Por su parte, Schmidt, de la CGT, proclamó que CFK debía incorporarse al peronismo, como factor aglutinante, pero sin que sea candidata presidencial en 2019.

En medio de la ciclotimia de las últimas semanas, podemos llegar a una conclusión preliminar: el problema es Cristina. Obviamente, es el problema del peronismo.

Para Cambiemos, cabe la posibilidad que la presencia de Cristina en el Senado, sin proclamar candidaturas, sea algo así como la “prenda de la desunión” de los peronismos de diverso pelaje, que le facilite a Macri la re-elección en 2019. Como se sabe, la Doctora es la peronista(SIC) que más mide, sin que alcance su caudal electoral para un triunfo en segunda vuela en las presidenciales y, por lo tanto, es el mejor tapón para que dos fuerzas políticas desunidas (PJ K y PJ no K) le faciliten a Mauricio el camino a “veinte años” de Cambiemos.

¿Qué hacer con los perdedores de las PASO?

La nueva propuesta de unidad de todo el PJ, aparte de ser poco creíble, revela -la desazón ante el avance macrista en las PASO del interior y -la resignación con respecto a la posibilidad de que Cambiemos, triunfando en Santa Fe y en Buenos Aires, logre unificar los principales 5 distritos electorales de La Argentina, bajo un mismo signo.

Massa piensa que la propuesta de unificar el peronismo, con Cristina adentro, no es nada más que una estrategia para esconder la ya casi descontada derrota de CFK en Buenos Aires y permitir que los intendentes del Conurbano administren la unidad futura del peronismo, en detrimento de la (ahora) más que débil Liga de Gobernadores del PJ. Por más que CFK levante a Taiana como prenda de unidad con el PJ no K (oponiendo a su ex Canciller al eventual ingreso de Gladys González al Senado), no podrá lograr más que una unidad en la derrota. Y esa derrota será difícil de esconder si la performance de los Gobernadores del PJ no mejora y se pierden los distritos de Santa Fe y Buenos Aires.

Si esto ocurre, a Mauricio se le hace “el campo orégano”.

En síntesis, la estrategia electoral de Cambiemos (y su exitosa maquinaria) abruma a los peronismos de todos los pelajes y divide al sindicalismo, entre una mayoría proto-oficialista y una minoría, que aun siendo rabiosamente opositora, no tiene más remedio que trabajar por la unidad CON Cristina y prescindir (por ahora) de ella como candidata, para que “la calle” siga respondiendo bien, en el caso que el oficialismo emprenda un programa de reformas, que pudiera afectar tanto a los sectores medios (que pagan tarifas públicas subsidiadas) como a los sindicalistas (que protegen su poder, en nombre de la rigidez de la contratación laboral).

¿Qué hacemos con Cristina?

Desde la aparición de “la carta”, el oficialismo produjo notables hechos políticos, cuya significación merece un cuidadoso análisis:

a. Envió al Congreso un Acuerdo de Responsabilidad Fiscal firmado con todos los Gobernadores, para congelar el Gasto Corriente y los empleos públicos en las diversas jurisdicciones de gobierno.

b. Envió un Proyecto de Ley por el cual asigna el 70% de coparticipación, que corresponde a la Nación por el Impuesto al Cheque y que los Gobernadores reclamaban para sí, a los recursos de la ANSES, con lo cual 1) cierra la discusión planteada por aquellos que reclamaban el 70% para las provincias y 2) congela, por dos años, la vigencia de dicho impuesto. Es una clara respuesta al comunicado de la Liga de Gobernadores, en el cual participó el Gobernador Morales de Jujuy, por el cual se llegó a un reclamo unánime y excluyente: la devolución a Buenos Aires de los Fondos del Conurbano (o su ajuste a valores actuales) es un problema político que no debería ser resuelto por la Suprema Corte sino por el Gobierno Nacional, con la asignación de recursos del Tesoro Nacional y sin tocar los fondos de las provincias.

c. Envío al Congreso de un Proyecto de Presupuesto que prevé pocos ajustes (sólo puede ser corrido por derecha) y, por ende, ni siquiera puede ser criticado por la oposición más crispada.

Queda claro que Cambiemos no está dispuesto a ceder nada a los Gobernadores. ¿No les tiene miedo?. Tal vez haya descubierto que son mucho más débiles políticamente de lo que ellos creían (o perdieron su oportunidad de limar a CFK). De hecho, necesitar a Cristina para la unidad y, a la vez, querer borrarla como candidata para 2019, demuestra una supina debilidad, que se suma a la falta de líderes provinciales que puedan disputarle una interna en las presidenciales de 2019, lo cual no hará más que dividir el arco opositor.

Aun suponiendo que Cambiemos obtenga más del 40% de los votos nacionales en Octubre, la suma de los dos peronismos reunirá un porcentaje mayor. Divididos, no presentan problemas: tienen pocas chances de crecer con vistas a 2019, si no logran sacarse de encima a CFK, a quien necesitan por su “voto propio” (y por “la calle”) pero repelen por su incapacidad para triunfar en un eventual ballotage a dos años vista.

Dicho de otro modo, los eventuales cambios que se proclaman para después del 22 de Octubre, desde el oficialismo, apenas renuevan un gradualismo chirle que no beneficia ni a una oposición rabiosa, como la que podría encarar Cristina, ni a un PJ no K, debilitado, al que le costará encontrar un rol opositor si el oficialismo prácticamente “no hace nada”.

Por Lic. Jorge Ingaramo
Fuente: Años de Campo