Mucho se habló durante la campaña electoral de la carga impositiva y en particular del impuesto a las ganancias y poco se hizo hasta ahora. Pero el tema del impuesto a las ganancias siempre estuvo concentrado en las personas en relación de dependencia, que por cierto pagan como nunca en su vida pagaron ganancias para mantener piqueteros, ñoquis y políticos. También se concentró, pero con menos intensidad, en las empresas, que al no poder ajustar sus balances por inflación, pagan el impuesto a las ganancias sobre utilidades ficticias. Sin embargo nunca se habla del caso de los autónomos que, quizá por no tener representación gremial, somos los más explotados por el fisco. Es que hay 9,2 millones de asalariados en relación de dependencia incluyendo a los empleados públicos, 1,5 millones de monotributistas y solo 400.000 autónomos. Somos demasiados pocos para que alguien se preocupe por nuestra situación.

El autónomo es alguien que trabaja en forma independiente y que, al igual que una empresa, sabe cuáles son sus costos fijos pero no tiene un ingreso asegurado. A fin de mes no tiene que pasar a buscar el cheque por la ventanilla ni le acreditan el sueldo.

El autónomo factura y tiene un mínimo no imponible. Para este año el mínimo no imponible es de $ 51.967 anuales ($ 4.330 mensuales) y a partir de ahí comienza pagar el impuesto a las ganancias salvo por algunas deducciones que puede hacer, si tiene hijos hasta 25 años, esposa, madre a cargo y alguna que otra cosa más. Igual las deducciones son mínimas. El mínimo no imponible aumentó el 1.200% entre 2003 y 2017, mientras que la inflación, en el mismo período, será del 1.700%. En otras palabras, el mínimo no imponible aumentó muy por debajo de la tasa de inflación con lo cual aumenta la presión impositiva en términos reales.

Pero lo más curioso es que el que inventó el impuesto a las ganancias para los autónomos es bastante ignorante y desconoce un mínimo de economía y hasta de contabilidad. Voy a tomar mi caso como ejemplo.

El legislador considera que todo lo que uno factura por encima del mínimo no imponible es pura ganancia del profesional. Como economista puedo deducir como costo de producción la tinta de la impresora, alguna birome que compre, resmas de papel y cosas por el estilo. Pero lo que no entienden los legisladores que hay un costo de producción muchísimo más alto que es el de estudiar y analizar. Por ejemplo, para dar una charla sobre la situación económica tengo que buscar datos fiscales, monetarios, de actividad económica, etc., analizarlos, buscar informes y estudiarlos. El legislador cree que un economista serio se para delante de su auditorio y se pone a hablar sin haber hecho todo el trabajo previo. Sin embargo, la búsqueda de datos, su análisis, así como la lectura de informes, libros, etc. es un costo de producción que para el ente recaudador solo cuesta $ 4.330 por mes. Con todo el respeto que me merecen, una empleada doméstica gana 3 o 4 veces más que ese costo de producción que nos reconocen a los autónomos, en mi caso economista. El que legisla sobre impuesto a las ganancias para autónomos no entiende que buscar datos, procesarlos y analizarlos también es producir. Para los que legislan en este aspecto producir es algo que tiene que ser material. Ellos entienden que el que hace chorizos tiene el costo de producción de los ingredientes, la tripa, el hilo, la electricidad para el frío, etc., ahora no entienden como costo de producción todo el estudio que tiene que hacer un contador para mantenerse al día con el tsunami de normativas que emite la AFIP, leer fallos sobre casos tributarios y demás trabajo intelectual. En el caso de los economistas creen que nos entretenemos analizando las variables monetarias, financieras, fiscales, de actividad económica, etc. O tomemos el caso de un médico que tiene que estudiar todo el tiempo para mantenerse actualizado sobre nuevos tratamientos. Para ellos costo de producción es algo físico. No es costo de producción el trabajo intelectual. Por lo tanto, al establecerse un mínimo imponible muy bajo, rápidamente el autónomo trepa a la escala del 35% y el impuesto a las ganancias se transforma en casi en un impuesto a los ingresos brutos de los autónomos pero del 35%.

Habría que agregar que en el caso de los profesionales el físico y la mente van teniendo un desgaste y por lo tanto, al igual que cualquier máquina, el cuerpo del profesional debería tener alguna amortización. ¿O se creen que el resto físico de un profesional independiente es el mismo a los 30 años que a los 70 años?

En definitiva, uno de los sectores más perjudicados por este sistema impositivo perverso que solo busca mantener a piqueteros, ñoquis y legiones de políticos, es el de los autónomos. Y como somos pocos y no estamos sindicalizados, somos sometidos a todo tipo de presión fiscal mientras la única preocupación parece estar en el impuesto a las ganancias de los trabajadores en relación de dependencia.

Que queda claro, un profesional independiente trabaja tanto o más que un profesional en relación de dependencia, con la diferencia que a fin de mes no tiene asegurado el cheque en la ventanilla y el estado le nos aplica una presión impositiva salvaje. Peor que a los empleados en relación de dependencia.

El impuesto a las ganancias es un disparate conceptual, pero si en todos estos años los empleados en relación de dependencia protestaron por lo que tienen que pagar, si les sirve de consuelo, a los autónomos nos exprimen como a limones porque quienes establecen la forma de tributar del autónomo es un ignorante en materia económica y contable.

Toda esta expoliación tiene como premio final una jubilación de $ 6.500 mensuales como autónomo. Si esto no es explotación del ser humano y estado de esclavitud, se le asemeja bastante.

PD: en la era k tuve 7 inspecciones de la AFIP, espero que esta nota no se traduzca en otro acoso fiscal como el que tuve que padecer en la era kirchnerista.

Fuente: Economía para Todos