La industria es, en rigor, muchas industrias. Y en esa heterogeneidad el Gobierno puede mostrar buenos y malos resultados, caras y contracaras de una misma moneda.

Esto es lo que se reveló ayer durante el festejo del Día de la Industria, del que participaron desde los principales empresarios locales hasta la primera plana del Poder Ejecutivo, con Mauricio Macri a la cabeza. Una de las buenas noticias, por lo menos para los consumidores, la entregó el ministro de Producción, Francisco Cabrera. En su discurso frente a un auditorio repleto, afirmó que desde la eliminación del arancel de importación a las notebooks y tablets, a comienzos de este año, los precios de esos productos bajaron un 29% en dólares. Además, dijo que en el primer semestre del año las ventas de computadoras crecieron 54% y que "el mes pasado" subieron 82%.

"En un mundo digital, teníamos computadoras caras y de tecnología atrasada", justificó Cabrera. Pero lo cierto es que la comparación con el año pasado es relativamente injusta teniendo en cuenta la fuerte caída del consumo en 2016 y el adelanto de compras de bienes tecnológicos registrado antes de la devaluación del año pasado. En tanto, si bien los precios bajaron (en parte por la caída de las compras y un sobrestock de las empresas), la Argentina sigue siendo cara con relación al mundo. Por caso, una New Mac Book 2016 en el Apple Store de Lincoln Road de Miami cuesta actualmente US$ 1599, mientras que la misma máquina se vende en MercadoLibre a US$ 2609, o sea, un 63% más cara.

Los autos fueron también un foco de debate. Es que para los discursos oficiales la explosión de ventas de los 0 km es una muestra más de los brotes verdes de la economía. Del otro lado del mostrador, allí donde se encuentran los productores, esa verdad no es tan revelada. Los últimos datos de los concesionarios argentinos mostraron que en el top ten de los vehículos livianos más vendidos nueve son de origen brasileño, o sea, importados.

"Las automotrices locales tendrán que hacer su mejor esfuerzo para equilibrar el comercio y cumplir con el flex", afirmó el secretario de Industria, Martín Etchegoyen a LA NACION. El flex, coeficiente que indica cuántos dólares deben exportarse a Brasil por cada dólar importado desde allí, fue parte de un acuerdo firmado por cinco años con Brasil en 2016 y, según el Gobierno, la mayoría de las empresas actualmente lo están incumpliendo.

En las automotrices afirman que esto tiene dos causas: la primera, la caída de las ventas en Brasil, que produce autos chicos. Esa capacidad ociosa termina en la Argentina. La segunda, la baja del poder adquisitivo en las dos economías más grandes del Mercosur, lo que impulsa la venta de autos chicos brasileños y no de los medianos más caros que hace la Argentina.

"Es un acuerdo internacional que haremos cumplir. Antes ese flex no estaba reglamentado y nosotros lo reglamentamos. Y hace poco sacamos una resolución por la que las automotrices están obligadas a constituir garantías en caso de que incumplan el flex", afirmó Etchegoyen. El funcionario prevé que Brasil puede remontar su recesión y crecer este año un 1%. Toda la industria reza por eso.