Todos reconocían que la Argentina reúne hoy condiciones óptimas para el progreso: apertura al exterior, abundante mano de obra calificada, mejores perspectivas de crecimiento que las demás economías de la región, bajo nivel de endeudamiento público y privado, pleno acceso a los mercados financieros internacionales y una política monetaria independiente orientada hacia el control de la inflación.

Sin embargo se temía que, como tantas veces ocurrió a lo largo de nuestra historia, la irresponsabilidad política pudiera repentinamente emerger para bloquear el camino al desarrollo. Este obstáculo desapareció la noche del 13 de agosto.

En Lisboa, las reacciones no tardaron en aparecer: se intensificaron los contactos de las empresas que más atención vienen dedicando a nuestro país y se ha confirmado que la Argentina será el principal protagonista de la próxima edición de Portugal Exportador, el mayor evento dedicado a la exportación que tendrá lugar en la capital portuguesa en noviembre próximo.

También en estos días, el mayor banco privado portugués, Millennium BCP, y el LIDE -una asociación que reúne las más importantes compañías portuguesas- propusieron celebrar encuentros empresariales y organizar también un torneo de golf dedicados a la Argentina.

Todas son señales de que quien nos mira desde afuera ve como positivo que, en la primera reapertura de las urnas tras las elecciones presidenciales de 2015, la mayoría de los argentinos haya renovado su voto de confianza al cambio en curso.

La afirmación de Cambiemos como primera fuerza política del país dará un gran impulso y solidez a la estrategia de reinserción inteligente de la Argentina en el mundo. En la medida que las ideas y los valores de Cambiemos sigan ganando terreno en las provincias del país, este hecho constituirá una excelente tarjeta de presentación de la Argentina en el concierto de las naciones.

Al día siguiente de las elecciones, quedó aún más claro para los observadores extranjeros que la Argentina no volverá al populismo político que ignoraba la separación de poderes ni tampoco al proteccionismo económico que durante tanto tiempo ha deteriorado el crecimiento de nuestro país y aumentado los niveles de pobreza.

En este nuevo contexto, las semillas sembradas durante los primeros meses del mandato presidencial -en el restablecimiento del diálogo con las demás naciones, en el regreso de la Argentina a los foros multilaterales y en la convocatoria dirigida a los inversores extranjeros- pronto se traducirán en una cosecha histórica que impactará positivamente en el nivel de vida de los argentinos.

De hecho creo que la seguridad transmitida por el veredicto de las primarias era el elemento que faltaba para escuchar el disparo en la línea de partida de muchas inversiones extranjeras. Se dan ahora todas las condiciones para que, sin más demoras ni titubeos, el interés expresado por los empresarios durante los últimos meses se convierta en iniciativas e inversiones concretas.

El triunfo del oficialismo en las primarias significa, por lo tanto, que las reformas están llegando a la economía real y el cambio a su destino final: la vida cotidiana y el bienestar duradero de los ciudadanos.

El autor es Embajador en Portugal