Temprana

Varios factores convergen para esta preferencia: los márgenes brutos esperados superan a los de la soja, tiene mejores perspectivas de precio por los discretos rindes de la cosecha estadounidense y hay suficiente humedad y temperatura de suelo en la zona núcleo como para avanzar con la implantación de una superficie importante en los primeros días de septiembre.

Además, los últimos pronósticos meteorológicos vaticinan condiciones neutras para la primavera y el verano, lo que significaría un adecuado abastecimiento de agua para el desarrollo del cultivo. "La intención de muchos agricultores de Córdoba, Santa Fe y de Buenos Aires es no resignar superficie maicera respecto de la campaña anterior, sobre todo en lotes de loma de buena profundidad. Es más: si sigue bajo el valor de la soja para la época de cosecha argentina podrían aumentar el área de maíz por implantar", observa un técnico que atiende varios campos en esas provincias.

Por ambientes

"Voy a sembrar maíz buscando alto potencial de rendimiento, con fecha temprana, híbridos de punta y altas dosis de fertilizante para superar los 10.000 kilos por hectárea", aspira un productor de Santa Fe, dueño de un buen campo. Esa conducta se replica en otros agricultores de Córdoba y de Buenos Aires, que saben que el maíz es un cultivo exigente en cuanto a la tecnología por aplicar. Eso sí: no van a sembrar el 100 por ciento de cada lote con el cereal, sino sólo la mejor parte, una condición que define con el comportamiento de la napa.

"Las interminables lluvias de 2016 y de 2017 nos impulsan a la agricultura por ambientes, para evitar retrabajos, desperdicios y caídas de rinde por hacer una misma receta en todo el potrero como se hizo en los últimos años; en la parte mejor sembraremos maíz y en el resto, soja, girasol o nada", diferencia un productor de la localidad de Rufino. Considera que así cada vez más la agricultura se asemeja a un arte más que a un proceso masivo, con perspectivas de afianzarse como modalidad para los próximos años.

Simultáneas

La siembra de la campaña 2017/2018 tendrá la particularidad de ser simultánea con la cosecha de algunos lotes atrasados del ciclo 2016/2017. En la zona núcleo, los cultivos que todavía no se pudieron trillar por falta de piso o por excesiva humedad del grano aguantan bastante bien en pie, sobre todo los que no sufrieron vientos ni ataques de barrenador, con una pérdida del 15-20% respecto del rendimiento por obtener con una cosecha de mayo-junio. En estos cultivos tardíos hay que vigilar la presencia de aflatoxinas si se van a destinar a alimentación animal, sobre todo de monogástricos.

"La humedad permanente posibilitó el desarrollo de hongos en la espiga, que generan toxinas peligrosas", recuerda un técnico cordobés. Estos compuestos pueden generar reducción de la ingesta de alimento y de la tasa de crecimiento; alteración de los procesos digestivos, y la muerte en casos extremos. Para alimentar animales con ese producto hay que adicionar un secuestrante de aflatoxinas, que se incorpora al momento de preparar la ración y que evita los efectos nocivos.