Pusieron en juego sus gestiones y gran parte de su capital político. Y el claro triunfo que festejaron a la noche se transformó, en la madrugada, en un final abierto, un empate técnico en el principal distrito de la Argentina.

Mauricio Macri y María Eugenia Vidal lograron ayer, dos años después de aquella sorpresiva victoria electoral de 2015 y a través de sus candidatos, el respaldo de cerca del 35 por ciento de los votantes bonaerenses, en una noche donde "la madre de todas las batallas" contra la ex presidenta Cristina Kirchner fue sólo una de las performances que festejaron el Gobierno y Cambiemos en las primarias, punto inicial del camino hacia las elecciones legislativas de octubre.

Con el noventa por ciento de los votos escrutados, la lista de Cambiemos para senadores -encabezada por Esteban Bullrich - obtenía el 34,7 por ciento de los votos, unas décimas por encima de Unidad Ciudadana, que llevaba como primera postulante a la Cámara alta a la ex presidenta. Números coincidentes con el "cabeza a cabeza" que desde la propia Casa Rosada pronosticaron aun después del cierre del comicio.

"Ésta es una noche muy especial para los argentinos, y en especial para los bonaerenses. Escuchamos lo que cada uno de ellos nos dijo en las urnas", dijo la gobernadora bonaerense apenas pasadas las 22, sin poder ocultar su emoción y rodeada por los candidatos de Cambiemos en el escenario del pabellón 6 de Costa Salguero.

"A los que dudaban y a último momento volvieron a acompañarnos, muchas gracias (...) acá estamos en la provincia, y nos vamos a quedar (...) ninguno de ellos quiere ser presidente, están acá por vos, y yo también", dijo la gobernadora mientras miraba a Bullrich y el resto de los postulantes de Cambiemos. Un rato después, un Macri con huellas de cansancio pero feliz gritaba desde el mismo escenario: "¡El cambio está más vivo que nunca!". Acompañado por Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió y el resto de la primera plana de Cambiemos, el Presidente también recordaba: "Pocos creían en Mariu en 2015, por suerte algunos creímos", se felicitó, sin conocer los números finales del comicio.

Durante las últimas semanas, y con el escenario de paridad en la cabeza, Vidal trajinó programas de televisión, diarios y radios para ayudar a la lista de Cambiemos. Al mismo tiempo, el Gobierno sufría por la abrupta suba del dólar y el nerviosismo de los mercados, que tenían un triunfo de Cristina Kirchner como una hipótesis concreta para las elecciones de ayer.

"Han gobernado los últimos 20 a 25 años y el resultado fue un país con un tercio de los argentinos en la pobreza, el narco por todos lados, la infraestructura destruida... ¿Cómo puede ser que empezaron desde el primer día a poner palos en la rueda? No tienen un mínimo de autocrítica", dijo el Presidente, en mangas de camisa y en una crítica directa a su antecesora.

Más allá del entusiasmo inicial de la Casa Rosada por el resultado, el voto no fue, por cierto, uniforme. Cristina como candidata a senadora terminaba primera en muchos distritos del conurbano, en especial en la tercera sección electoral, mientras que su lista a la Cámara baja, encabezada por la economista Fernanda Vallejos, también le ganaba allí, aunque por un margen menor, a la lista encabezada por Graciela Ocaña. En el resto, el triunfo de Cambiemos fue concluyente.

El clima en el búnker de Cambiemos era, a partir de las 18, de moderado optimismo. Sin dar demasiados detalles, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, habló de un "crecimiento" del Gobierno en la provincia de Buenos Aires cuando enfrentó a los medios. "Se presentó un equipo muy valioso, competimos contra una ex presidenta, contra dos de sus ex ministros, sentimos que hay un crecimiento", se atajó el jefe de Gabinete. Su declaración sonó a asunción de un eventual resultado negativo, aunque otro funcionario lo negó. " Si no nos hubiera ido bien, no habría salido el jefe de Gabinete a poner la cara", afirmaron.

Enojo y frustración

En el otro búnker se vivieron escenas opuestas, porque de la euforia se pasó al enojo y el fastidio por la demora en conocer los resultados. Sin votar (tiene domicilio en Santa Cruz y en su entorno adujeron problemas de logística), Cristina se fue de su departamento a las 19.48 sin hacer declaraciones y llegó minutos después al estadio de Arsenal para seguir los resultados oficiales. Se esperaba que hablara cerca de las 22, cuando la tendencia de los resultados de las PASO estuviera consolidada, pero el retraso en la carga modificó los planes.

"Si gana, de ninguna manera va a decir que es candidata a presidenta, está en un camino nuevo, la formación del frente ciudadano que anunció en abril de 2016", afirmaba a LA NACION el diputado Héctor Recalde, uno de los más optimistas seguidores de la ex presidenta, al promediar la noche. Con el correr de las horas, en el cristinismo se apostaba a un cambio de tendencia, y la brecha se acortó progresivamente hasta un virtual empate.

Más allá de la disputa voto a voto entre Cambiemos y el frente Unidad Ciudadana, la performance de Sergio Massa y su frente 1 País fue peor de lo esperado. Al cierre de esta edición, Massa apenas superaba el 15 por ciento de los votos, guarismos similares a los que obtenía Felipe Solá en la carrera por la Cámara baja. "Estamos agradecidos por los casi dos millones de bonaerenses que nos eligieron en el camino a octubre para representar una idea de país", dijo Massa. "Hay mucha gente desilusionada, con bronca, que se expresó en las urnas: un 65 por ciento le dio un mensaje al Gobierno de que no están de acuerdo con cómo van las cosas. El desafío no es ni Macri ni Cristina, es Argentina", dijo Massa en el complejo Pipa, de Tigre.

Con un tono aún más apagado salió a hablar Florencio Randazzo . Pasadas las 22, el ex ministro de Transporte kirchnerista, que obtuvo poco menos del 6 por ciento de los votos y el cuarto lugar, felicitaba a sus rivales y afirmaba: "Como hombre de la democracia hay un veredicto que es el de las urnas y lo aceptamos". "Se está achicando la diferencia, pero ganamos", decían desde el búnker de Cambiemos pasada la medianoche. La idea de un triunfo o una derrota ajustada venía como anillo al dedo para despejar dudas y temores para la economía y acompañaba una noche de triunfos en buena parte del país.