Para esto, existen interesantes programas de mejoramiento genético, y esta vez, hablamos con el Dr. José Manuel Donoso, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Chile, (INIA), quien nos explicó sobre el programa que dirige en la zona norte del país.

Donoso nos indicó que el programa de mejora como INIA comenzó ya el 2009, y en asociación público-privada con empresas como el Consorcio Biofrutales en 2010, lo que ha sido vital para dar viabilidad al Programa.

Una vez iniciado este proyecto, los socios privados solicitaron ampliarlo hacia la zona norte, diversificando los objetivos del programa inicial enfocado en un principio en el centro-sur del país, áreas tradicionales del cultivo en Chile.

Donoso comenta que, en La Serena, donde se comenzó, poseen una hectárea establecida con híbridos desde el año 2012, por lo que, las primeras evaluaciones se realizan desde hace dos temporadas.

“Lo bueno es que de estas 5 mil plantas que ya llevamos al norte hemos identificado unas 5 plantas con características superiores, ya las propagamos el año pasado sobre portainjertos y este año pasan a formar parte del nuevo centro de evaluación que estará en Ovalle”, informó.

Un punto muy positivo del Programa, es que desde este año contaremos con otro Centro de evaluación cercano a la ciudad de Ovalle, que contará con seis hectáreas, en una zona agroclimática que permite el desarrollo de la especie y que, al mismo tiempo, proporciona una presión de selección favorable a los objetivos del programa, según explica Donoso.

Por otro lado, el material que se mostraba como temprano y de bajo requerimiento de frío en la zona centro, se está preparando para llevarlo hacia el norte. “Al mismo tiempo estamos trabajando con un instituto catalán que nos va a limpiar de virus un material genético que necesitamos para introducir variabilidad genética no presente en Chile”.

Esto significa que, “existen algunas dificultades para el desarrollo de este trabajo, falta de genética útil y las dificultades propias de cultivar una especie que tradicionalmente se adapta bien a otras condiciones de clima”, aclaró.

El objetivo es para el año 2024 tener al menos dos selecciones en etapa pre- comercial para la zona norte de Chile y otras zonas cálidas del mundo, esto es, plantas del programa evaluadas en huertos comerciales en un número alto de plantas, mínimo 100.

Como todo programa de mejoramiento genético, existen grandes objetivos que se buscan. En primer lugar, la zona norte de Chile se establece como un nicho “muy deseable” para las cerezas. Esto se debe a que en esta parte del país sudamericano esta fruta se da de forma más temprana, dando lugar a mejores precios.

Por otro lado, la oferta varietal chilena está muy concentrada en el mes de diciembre, por lo que se requiere mucha mano de obra en poco tiempo, los packings y mercados saturan provocando baja en los precios de la fruta. Mientras que, diversificando la oferta, aumenta la distribución y se alivia la concentración, aparte de dar trabajo durante más tiempo a las personas.

“Buscamos que la oferta de cerezos comience regularmente el 15 de octubre”.

Además, por supuesto existen objetivos en cuanto a calidad de fruta, como producir una cereza atractiva, de buen sabor y tamaño, firme y crocante. En este sentido, se establecen las siguientes características:

Tamaño y calidad de la fruta: El tamaño de la fruta influye en la percepción del consumidor asociado a una alta calidad, por lo que es un factor determinante del precio del producto. A su vez, cerezas grandes permiten una recolección más eficiente, reduciendo el tiempo de clasificación por lo que los costos generales de manipulación son menores. Ojalá un tamaño de entre 10 a 11 grados. Por otro lado, la percepción de la calidad en relación con la firmeza aumenta linealmente y a eso hay que agregar sabor y dulzor.

Extensión del periodo de cosecha: Tradicionalmente, la oferta de cerezas se ha concentrado en un breve período de tiempo en la zona central de Chile. Sin embargo, variedades desarrolladas en los últimos años han hecho posible la ampliación de la oferta en ambos extremos de la temporada, dando lugar a un creciente interés por la especie por parte de los fruticultores, gracias a los mejores precios que obtiene la fruta en los mercados de destino. En Chile, las variedades con menores requerimientos de frío y cosecha temprana permitirían ampliar la zona productiva hasta el centro norte.

Precocidad y productividad: la producción frutícola moderna requiere un rápido retorno de la inversión, variedades precoces y productivas son indispensables para conseguir este objetivo.

Autocompatibilidad: para zonas con primaveras frías y escasa actividad de las abejas, se han desarrollado, a través del mejoramiento genético, variedades autocompatibles, es decir, que no requieren de polen de otras variedades para completar el proceso de fecundación, cuajado y desarrollo del fruto de forma efectiva, permitiendo el establecimiento de huertos monovarietales con producciones consistentes a través de los años.

Resistencia a la partidura de la fruta: un mal de las cerezas es que producto de las lluvias durante el período de cosecha, como sucedió la temporada 2014-2015, las pérdidas económicas son inmensas, por lo que se requiere crear variedades tolerantes a la partidura, pese a que algunas variedades como ‘Summit,’ ‘Regina,’ y ‘Lapins’ han mostrado una cierta tolerancia, pero aún no es suficiente.

Resistencia a plagas o enfermedades: el cáncer bacteriano (Pseudomonas spp.) es uno de los mayores problemas fitosanitarios en Chile. Por esta razón, una de las principales líneas de trabajo corresponde a la búsqueda de resistencia a estas bacterias, teniendo presente las exigencias, que siempre son más, en los mercados internacionales referentes a los límites de residuos químicos y también al incremento de la conciencia ambiental entre los consumidores.