Entre algunos de los propios dirigentes macristas hay conciencia de que la lucha electoral de pasado mañana en la provincia de Buenos Aires se asemeja a un partido de fútbol en el cual el equipo del oficialismo está perdiendo por 1 a 0 ante el team que capitanea Cristina Fernández de Kirchner, y dispone de escasos cinco minutos para revertir el resultado. No es imposible la proeza de los jugadores de Cambiemos, pero resulta claro que el desafío de dar vuelta el resultado no es sencillo. Fundamentalmente, porque hasta ahora todos los ataques de los dirigidos por Mauricio Macri fueron conjurados por una estrategia kirchnerista defensiva, propia de esos equipos empeñados en no dejar jugar al adversario.

Los centros a la olla que tiraron los delanteros macristas fueron rechazados una y otra vez por una defensa cristinista que, básicamente, evitó cometer equivocaciones.

El conjunto kirchnerista dista de ser un dream team. Carece de volumen de juego y le sobran futbolistas que arrastran problemas en el tribunal de disciplina. Pero su conductora acertó al sacar de la cancha a algunos de sus marcadores más recios y con menos apoyo en la tribuna, como los Boudou y los DElía. Y no dudó en mandar a la ducha, a los pocos minutos de iniciado el partido, a su primera candidata a diputada, Fernanda Vallejos, cuando ésta cometió el desatino de defender en público al procesado ex vicepresidente de la Nación, entre otras jugadas inoportunas que estuvieron a punto de significarle un gol en contra al Frente de Unidad Ciudadana. Desde entonces, la voz de la discípula de Axel Kicillof que se postula como diputada no volvió a oírse.

La capitana del equipo también dispuso que la pelota no pasara por los pies de Daniel Scioli, a quien relegó a un puesto intrascendente, hasta tal punto que muchos bonaerenses ni siquiera saben que es candidato a integrar la Cámara baja.

Resignado semanas atrás a que no era esperable que el equipo de Cristina cometiera errores decisivos, el macrismo intentó sacudir a sus rivales convocando a una de sus delanteras de punta más agresivas, como Elisa Carrió, para que recorriera las canchas de la provincia, aunque su partido se juegue en territorio porteño. Pero tampoco pudo torcer el rumbo del difícil match, aunque muchos espectadores coincidieron en que debió haber sido titular desde un principio en el equipo bonaerense. Para el tramo final del encuentro, se apostó a la estrella del equipo, la gobernadora María Eugenia Vidal, quizás a la espera de que, como Messi, pudiera resolver el partido con alguna genialidad en el último minuto. El límite del esperado "efecto Vidal" es que lo que está en juego en estas elecciones nacionales es la gestión presidencial y no la provincial, y los brotes verdes que han comenzado a florecer aún tardan en verse en el conurbano.

El equipo macrista espera las PASO alentado por datos de encuestas. Como una de Management & Fit concluida ayer que, pese a otorgar una ventaja de 4,1 puntos a Cristina Kirchner sobre Esteban Bullrich, señala que nada menos que el 25,7% de los bonaerenses no ha definido o podría modificar aún su voto. Y que mientras más del 80% de los votantes de Cambiemos y del kirchnerismo están seguros respecto de quién votar, sólo el 60% de quienes declaran que votarán a Sergio Massa asegura que no cambiará su posición en el cuarto oscuro. El sondeo arroja otro dato no menor: el kirchnerismo estaría adelante para el Senado, pero detrás de Cambiemos en la elección de diputados.

Si el gol salvador no llega, la política, como el fútbol, le dará al macrismo revancha en el partido de vuelta que se disputará en octubre, aunque primero deberá digerir el trago amargo de los mercados.