Esto dicho sin mencionar la nula capacidad de mejora a la que podían acceder las zonas anegadas de la pampa deprimida. Basta recordar, que entre el oeste de BA, noreste de LP, sudeste de CB y sudoeste de SF, son más de 5 millones de hectáreas las afectadas por una variada gravedad de anegamientos. En muchos casos la fina no se ha podido implantar y no son pocos los lotes que ven seriamente comprometida la posibilidad de iniciar planificar la gruesa.

Poniendo la atención en las condiciones del tiempo que se han definido luego de la irrupción de aire polar, debemos decir, que más allá del imperio de las condiciones ambientales rigurosas, el retroceso del ambiente húmedo era algo realmente esperado por todo los productores, incluso por los que no padecen los perjuicios de los excesos hídricos. Si proyectamos la demanda de precipitaciones desde hoy hacia comienzos de agosto, no podemos sorprendernos que la mayor parte de la región pampeana no demande precipitaciones. En este caso podemos decir que las previsiones de mediano plazo, no complican la proyección que marca este escenario.

La demanda de lluvias crece sobre las áreas semiáridas del noroeste cordobés y son demasiado elevadas sobre el norte de Río IV, posiblemente sobredimensionadas.

El cambio en el patrón pluvial tiene buenas chances de sostenerse en niveles modestos en la transición hacia el mes de agosto, incluso en la primera quincena del mes próximo. Como es común en estas situaciones, el pulso del cambio lo marca la recomposición del flujo del sector norte. La situación actual es la primera del invierno que parece fortalecida como para evitar que las masas de aire con alta carga de humeada se reposicionen con facilidad. Este es el escenario que suele definir las retracciones de las precipitaciones en el trimestre frío. Este comportamiento se vio satisfecho sobre CB y la franja oeste del NEA, sin embargo las lluvias y sobre todo el ambiente muy húmedo mantuvieron un complejo desarrollo de las actividades agropecuarias en la primera mitad del invierno.

Con las reservas de humedad en los niveles actuales y algunas lluvias de mantenimiento, principalmente hacia el oeste, la salida a la primavera debería producirse sin urgencias en por la demanda de lluvias. En realidad un atraso en el regreso de las precipitaciones de primavera, sería beneficioso porque daría alguna oportunidad de incorporar lotes de las zonas comprometidas por los anegamientos en la pampa deprimida.

La realidad es que pedir un inicio de primavera seco, se asocia más con un deseo que con un escenario que tenga altas posibilidades de concretarse. Venimos desde 2014 con una sucesión de años húmedos que se han sucedido apoyados por diversos factores, los cuales todos beneficiaron la circulación de aire muy húmedo hacia la región pampeana. Sin que se perfile ningún indicador que haga fallar esta circulación para el inicio de la primavera, es difícil contar con el advenimiento de un escenario empobrecido de precipitaciones para lo que resta del año.