La tristeza parasitaria “es una enfermedad prevenible” pero está “diezmando la ganadería”, afirmó a El País el Dr. Rafael Carriquiry, técnico del Instituto Plan Agropecuario (IPA) ante el aparente crecimiento de pérdidas de ganado en el norte del país y principalmente en la zona de sierras, donde la garrapata se hace más fuerte.

La provocan parásitos microscópicos intracelulares que se alojan dentro de los glóbulos rojos del vacuno y en Uruguay incluye a la Babesia bovis, babesia bigemina y Anaplasma marginale; la garrapata es fuerte vector de diseminación de estas enfermedades.
Según la visión de Carriquiry las condiciones climáticas propicias de los últimos tres años, provocaron una expansión de la garrapata. “En áreas donde antes no había ahora hay garrapata y en aquellas zonas donde ya estaba, está siendo muy difícil controlarla con las herramientas que los productores utilizaban hasta ahora”, afirmó el técnico del IPA.

Carriquiry criticó que los productores prácticamente no utilicen la vacuna contra la enfermedad. “Mueren cientos de animales por esta enfermedad cuando contamos con una vacuna que es altamente eficaz para controlarla”, dijo.

No existen datos confiables sobre la cantidad de ganado que mata la tristeza parasitaria en algunas zonas ganaderas del Uruguay, pero los veterinarios sostienen que “la enfermedad está más virulenta”, aunque aseguran que la mayor parte de los casos de tristeza parasitaria no llegan a la Dirección de Laboratorio Veterinario (Dilave) “Miguel C. Rubino”, que es donde se diagnostica en base a los materiales enviados por los veterinarios de campo.

El profesional defendió a muerte el uso de esta vacuna, pero aclaró que “debe ser aplicada por un veterinario. No es la vacuna común que está en la heladera de una veterinaria. Hay que encargarla, es una vacuna viva, es altamente eficaz por ser una vacuna viva, pero tiene sus detalles de manipulación y uso para que sea efectiva”. Está formulada con cepas atenuadas de Babesia y Anaplasma centrale, esta última es una especie muy poco patógena para el bovino pero que otorga inmunidad para Anaplasma marginale, explicó el experto del IPA a El País.

El poco uso de esta herramienta inmunitaria no radica en su costo: “se da una vez en la vida del animal y cuesta US$ 3,20 por dosis. Por lo general, con cualquier otra vacuna hay que revacunar”, explicó el profesional. Estimó que la vacuna se usa poco “porque los productores no la conocen demasiado”. La inmunidad que produce “es muy sólida” y en buenas condiciones puede ser para toda la vida del animal, pero es necesario tener presente que la misma depende de un plan de vacunación y de la correcta aplicación del mismo, así como del estado sanitario y general de los animales. “Está claro que la capacidad de protección, se puede ver sobrepasada cuando el desafío es muy grande o cuando los animales se encuentran en malas condiciones (stress, mala alimentación, bajo estado corporal, etc)”, aclaró Carriquiry. Como prueba de la eficacia de la vacuna contra tristeza parasitaria, el experto del IPA recordó que las toradas del sur del país que van a trabajar a rodeos del norte, llevan todas esa vacuna. “Esas toradas llegan a la zona de garrapata y trabajan tranquilamente. Sin embargo, el productor del norte no vacuna sus vacas con esa misma vacuna, aunque parezca una paradoja”, dijo.