El agua comenzó a bajar en los distritos más afectados por las inundaciones de comienzos del otoño y en los lotes se trata de salvar lo que se puede de la cosecha. Pero las consecuencias del fenómeno, que ya no es excepcional, sino que se viene repitiendo en distintas zonas en las últimas cuatro campañas se siente en términos económicos. Y no sólo en los bolsillos de los agricultores, ganaderos y tamberos. La economía de los pueblos está afectada.

"Mis clientes prácticamente no pudieron cosechar", dice un contador de General Villegas, la zona del noroeste bonaerense que hace un año y medio padece el ingreso de agua desde Córdoba y de las lluvias inusuales. El lubricante económico en el que se transformó el campo tras la reducción de los derechos de exportación y la eliminación de las trabas se está secando en las regiones bonaerenses afectadas por las inundaciones.

Estas preocupaciones quedaron de manifiesto el lunes pasado, durante una asamblea de productores en Junín, convocada por la Sociedad Rural local, la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) y otras entidades. En el encuentro se pidió que la Mesa de Enlace nacional tome la cuestión de las inundaciones ya no como un reclamo ante la emergencia sino como el impulso a una política de Estado. También se reclamó que la Mesa de Enlace bonaerense acelere las soluciones a los problemas derivados del exceso de agua.

"Había gente muy enojada", resumió Patricia Gorza, productora de Nueve de Julio que concurrió a la asamblea. La falta de la declaración de emergencia agropecuaria, la necesidad de otorgar créditos blandos con dos años de gracia y la urgencia por impulsar una política de largo plazo para el manejo del agua fueron los puntos salientes de la asamblea. "Se debería terminar con la anarquía del agua", dijo la productora.

Rodrigo Esponda, representante de la Rural de Junín ante Carbap, en Junín, reconoció: "Sabemos que rápidamente no se va a arreglar la situación", en referencia a las obras de infraestructura en marcha y las anunciadas. "Valoramos positivamente que Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires se reúnan para acordar medidas para el manejo del agua", añadió.

A pesar del malestar, los productores reconocen que ahora, a diferencia del pasado reciente, tienen la posibilidad de hablar con los funcionarios para plantearles los problemas. Algunos, como el presidente de Carbap, Matías De Velazco, quisieran ver algo más involucrada en el problema de las inundaciones a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.

Las primeras respuestas las tendrán la próxima semana, cuando Vidal reciba a la Mesa de Enlace provincial. Según el ministro de Agroindustria bonaerense, Leonardo Sarquís, los decretos de emergencia económica que restan firmar a los partidos afectados se publicarán en estos días en el boletín oficial de la provincia.

En La Plata preparan otra jugada para apaciguar los ánimos de los productores que recibieron el revalúo del inmobiliario rural: crearán una Mesa Tributaria provincial para analizar la situación impositiva de la provincia y resolver los cuestionamientos. "El esquema impositivo es como un queso gruyere, está lleno de agujeros y hay excepciones de todo tipo", dijo Sarquís. En la Mesa participará el Ministerio de Economía provincial al que los ruralistas le apuntan todos los cañones por las demoras en las aprobaciones de declaraciones de emergencia y el revalúo. El gabinete de Vidal está trabajando también para otorgar créditos blandos a las zonas afectadas por las inundaciones.

Sarquís calcula que las últimas inundaciones dejaron una pérdida a la provincia de 300 millones de dólares. No obstante, señala que por el aumento de la producción de trigo y de maíz ingresarán en el circuito productivo unos 2000 millones de dólares.

El ministro bonaerense apela a la memoria histórica. "Los productores saben que en los 30 años anteriores se hizo poco o nada para enfrentar el problema de las inundaciones", dijo. Algo de eso hay, pero algunos creen que el manejo de las aguas, tanto en época de inundaciones como de sequías, obliga cada vez más a tomarlo como una cuestión de Estado, con visión de futuro.

La riqueza de Holanda para sobrevivir en un territorio que está por debajo del nivel del mar, se sabe, no sólo es una cuestión de conocimiento tecnológico, sino de conciencia social y de decisión política. Es un buen espejo para mirarse.