En Adama, la empresa controlada por ChemChina, el grupo chino que también es dueño de Syngenta, no dejan margen para las dudas. Juntos, el estrés biótico y el abiótico pueden reducir hasta un 77% el rendimiento potencial de los cultivos.

Hoy, gran parte de los cañones en materia de control están enfocados en tratar de tener una alta eficacia cuando se trata de enfrentar el estrés biótico, como plagas, enfermedades y malezas, pero, considerando que una buena parte del potencial de rinde también se lo llevan las condiciones ambientales, no siempre está puesta toda la atención en amortiguar ese estrés abiótico, es decir, por excesos de temperaturas, de lluvias, déficit de agua, falta de nutrientes, entre otros puntos. Sobre este aspecto hicieron énfasis los especialistas de la empresa cuando, por una iniciativa en la Argentina, desarrollaron en los centros de investigación de Israel y China una tecnología que apunta tanto al estrés biótico como el abiótico. Se trata de Active Bio, que acaba de dar a luz a Acadia Bio, un fungicida para el cultivo de soja también disponible para maíz, trigo, girasol y papa. Salió al mercado tras cinco años de desarrollo y con más de 120 ensayos en todas las zonas de producción.

En la firma, que con este producto presentan el primero con estas características, sostienen que por este lado viene el futuro de la investigación. Lo dicen argumentando que atienden tres pilares: el impacto del estrés, la eficiencia en la producción de las plantas y el control de enfermedades de fin de ciclo que afectan el cultivo.

"El plus de rinde es mantener una salud integral, protegiendo al cultivo de todos los estreses, el biótico y el abiótico. Con esto estamos ganándole una parte al estrés abiótico", dijo a LA NACION Sebastián Coggiola, gerente de Desarrollo y Estrategia de Mercado de la compañía.

A nivel mundial, Adama posee un plantel de más de 4500 empleados, más de 50 subsidiarias, más de 120 ingredientes activos y, con ventas anuales por 3100 millones de dólares, es la sexta compañía de agroquímicos. En la Argentina, en tanto, tiene una dotación de 48 empleados, más de 50 distribuidores en todo el país, 96 activos formulados, siete lanzamientos de productos diferenciados y, con ventas por US$ 94 millones, se encuentra posicionada como la quinta compañía del mercado, sin considerar el rubro glifosato.

Según informó la empresa, el nuevo fungicida "al disminuir el contenido de estrés oxidativo en las plantas mejora la eficiencia en el uso del agua, se logra una mayor integridad de las membranas, y reduce la tasa de muerte celular". Además, "aumenta la actividad de las enzimas antioxidantes, con lo que se logra un retraso de la senescencia prematuro, se inhibe la muerte celular y se reduce el estrés". También permite aumentar el contenido de clorofila e incrementa el contenido de fitoalexinas en soja, reforzando defensas.

Entre otros resultados, en soja con 100% de casos positivos frente al testigo sin tratar el plus de rinde con la tecnología fue, en promedio, de 12% contra testigos y 4% frente a mezclas de estrobirulina más triazol, según dijo la empresa. En trigo y maíz, el plus de 15% frente a testigos y de 3% frente a mezclas.