Desde el kirchnerismo se critica al PRO porque dicen que Macri mintió en la campaña. Es decir, prometió cosas que no hizo. Esta es una acusación absolutamente falsa porque, justamente, Macri nunca anunció una reforma del Estado, ni eliminar los planes sociales, ni reducir la cantidad de empleados públicos, ni volver a un sistema de capitalización privado de jubilaciones y cosas por el estilo. Solo dijo algo sobre las tarifas de los servicios públicos que ya el kirchnerismo había iniciado quitando algunos subsidios y luego apeló al voluntarismo de atraer inversiones, un cuento que alguien le hizo para no encarar los problemas de fondo suponiendo que el solo paso del tiempo los iba a resolver. Es más, el PRO, salvo unos pocos ñoquis, no echó a nadie del sector público, la estructura de la administración pública nacional aumentó un 25% y se enorgullece de tener más planes sociales que el kirchnerismo.

El kirchnerismo dejó una herencia terrorífica, a saber:

  • Tipo de cambio atrasado
  • Gasto público récord e ineficiente
  • Presión impositiva récord
  • A pesar de 3), déficit fiscal entre los más altos de la historia económica argentina
  • Destrucción del sistema energético
  • Destrucción de 12 millones de cabezas de ganado
  • Destrucción de las economías regionales
  • Empleo público récord
  • El gobierno kirchnerista dejó un 29% de pobres y 6,4% de indigentes
  • El stock de LEBACS, NOBACs y pases netos empezó con $ 10.000 millones en 2004 y terminó en 2015 con 300.000 millones. Multiplicaron por 30 la deuda del BCRA
  • Vaciaron el BCRA a punto tal que tuvieron que poner un cepo cambiario
  • Prohibieron la exportación de trigo y maíz induciendo el monocultivo
  • En vez de generar trabajo crearon generaciones de planeros que viven de subsidios y no saben lo que es trabajar
  • El atraso de las tarifas de los servicios públicos fue infinitamente mayor al que generó Gerlbard en 1973 que derivó en el rodrigazo de 1975
  • Nos robaron los ahorros que teníamos en las AFJP para financiar populismo
  • Los trenes chocaban dejando muertos
  • Llevaron al extremo la cultura de la dádiva
  • Es el gobierno más sospechado de corrupción de la historia argentina

Y el listado puede seguir. Ahora bien, frente a esta dramática herencia dejada por el kirchnerismo, el PRO tuvo un diagnóstico equivocado de la herencia que recibía del kirchnerismo subestimándola o cometieron un serio error en creer que los problemas se iban a solucionar solos con el solo requisito que Macri se sentara en el sillón de Rivadavia. Pensaron que la sola presencia de Macri y quitando el cepo iban a llover inversiones que harían crecer tanto la actividad que la recaudación aumentaría de tal manera que el déficit fiscal se solucionaba solo. Puesto de otra manera, asumiendo que tenían un relevamiento acertado de la herencia que dejaba Cristina Fernández, la forma de enfrentar esa herencia no fue ni es la adecuada. Para eso se requería cirugía mayor en materia impositiva, del gasto público y reforma laboral como mínimo. Además, la suba de la tasa de interés abortó el acomodamiento del tipo de cambio de mercado y complicó la salida por el lado de las exportaciones.

De las tres opciones que tenía el PRO para poner en marcha la economía: 1) consumo, 2) inversión y 3) exportaciones, la última era la más rápida para salir de la larga recesión de 5 años que dejaba el kirchnerismo y las que iban a permitir enfrentar reformas estructurales con menor impacto sobre la población. El consumo, llevado artificialmente hasta niveles insostenibles por Cristina Fernández iba a caer inevitablemente y la inversión iba a llevar su tiempo.

Desde el comienzo alguien le vendió a Macri que era políticamente imposible hacer reformas estructurales por el costo social que ellas implicaban sin evaluar el costo social de no hacer las reformas estructurales. Si el presidente hubiese tenido asesores más preparados hubiera advertido que el costo social de no hacer las reformas era más alto que hacerlas.

Por otro lado, se pueden hacer todos los argumentos políticos que se quiera para decir que no se pueden hacer reformas estructurales, pero la economía ignora todos esos argumentos. Si hay escases no es con pensamiento optimista que se soluciona el problema como pretende el filósofo estrella del gobierno o haciendo encuestas para ver qué opina la gente. Un estadista lidera el cambio, no sigue los caprichos que surgen de las encuestas.

¿Qué hacer ahora? En mi opinión terminar con esto de 6 ministerios en el área económica y poner un solo ministro que tenga una visión general del problema económico y cómo encararlo. El presidente no va a quedar opacado porque un ministro de Economía sea exitoso. En segundo lugar, ese ministro tiene que explicar claramente la herencia recibida y por qué hay que bajar el gasto público con planes de retiro voluntario en empleados públicos y un plan (hay varios trabajos al respecto) para ir reduciendo los llamados planes sociales. En vez de endeudarse para financiar el déficit fiscal, endeudarse para financiar la reforma del Estado. En vez de hacer obras públicas con deuda, convocar al sector privado para hacer esas obras. Primero se hace la inversión y luego empiezan a cobrar con peajes o las tarifas correspondientes.

Cambiar la legislación vigente y permitir que se hagan transacciones en cualquier moneda. El peso debe dejar de tener curso forzoso porque se necesita urgente una moneda para poder hacer operaciones de largo plazo.

Plantear una reforma laboral que estimule la contratación de personal para poder reducir la pobreza.

Convocar a la oposición a acompañar esta política para enfrentar la herencia recibida. Si una vez bien explicada la herencia, la oposición se niega a acompañar las medidas necesarias para frenar el sufrimiento de la gente, entonces quedará en evidencia que los responsables son los partidos opositores. Y de compromiso la oposición propone medidas absurdas se las denuncia. Pero para eso tienen que nombrar a un ministro de Economía que sepa comunicar. Que sea casi un docente.

En síntesis, los problemas no se van a solucionar solos con el solo paso del tiempo o endeudándose indefinidamente porque no hay posibilidad de endeudarse eternamente por más liquidez que haya en el mercado internacional. Tampoco van a llover las inversiones porque Macri sea presidente. Van a venir cuando no las maten con impuestos, haya infraestructura, estabilidad de precios y Argentina deje de ser tan cara en dólares por el retraso artificial del tipo de cambio real vía la tasa de interés.

Los problemas hay que enfrentarlos. No esperar a que se solucionen solos. Eso es lo que tiene que entender Macri. Y también tiene que entender es que si el plan económico es no tener un plan económico, es porque no entienden cómo funciona la economía y todas las variables están interrelacionadas, incluso con el flanco institucional.

Un punto antes del párrafo final. También hay que dejar de gobernar mirando qué dicen las encuestas. Acá no se trata de vender un detergente, se trata de adoptar medidas que requieren de estadistas que sepan liderar el cambio.

En definitiva, hace falta más ciencia y experiencia y menos humo vendiendo un falso optimismo y entusiasmo.

Fuente: Economia para Todos