Soy asesor en Agroestudio Viento Sur y asistente técnico de la Regional Necochea de Aapresid. Trabajo en el sudeste bonaerense, donde predominan los sistemas de agricultura continua. Aunque esta situación permite el logro de elevados rindes, algunos indicadores nos alertan sobre probables caídas en la productividad y en la sustentabilidad.

La sucesión de cultivos agrícolas ha provocado mermas en el contenido de materia orgánica del suelo, afectando de manera negativa varios parámetros de su fertilidad física y química (estabilidad de la estructura, disponibilidad de nutrientes, etcétera). Si bien la siembra directa (SD) ha logrado atenuar el deterioro del recurso, resulta insuficiente -por sí sola- para revertir dicho proceso.

Por otra parte, los sistemas bajo SD han modificado las comunidades de malezas y su estrategia de control. Así, la simplificación del manejo, basado en el uso de herbicidas, condujo a la aparición de biotipos de malezas tolerantes y resistentes a distintos modos de acción e incrementó el número de casos de fitotoxicidad en los cultivos, entre otras consecuencias no deseadas. Esta situación ha generado la necesidad de evaluar tecnologías alternativas que posibiliten el logro de altos rindes resguardando la sustentabilidad de los sistemas y del ambiente.

Tradicionalmente los cultivos son sembrados con el fin de obtener productos de cosecha. Sin embargo, los mismos pueden emplearse para proteger el suelo contra la erosión, incorporar carbono y nutrientes al sistema y para reducir la presión de malezas, entre otros. Así, Gervasio Piñeiro y su grupo de trabajo (Fauba) proponen nombrar a éstos cultivos como "cultivos de servicio", poniendo énfasis en el servicio ecosistémico que brindan. Además de los servicios para la producción agrícola, éstos podrían ayudar a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero o la lixiviación de nutrientes a las napas, impactando a escala regional y global.

Para el sudeste bonaerense, estudios realizados en la Unidad Integrada Balcarce (INTA-Facultad de Ciencias Agrarias) reportaron que rotaciones que incluyeron avena como cobertura mostraron mejores valores en algunas propiedades del suelo respecto de planteos con predominio de soja. Además, revelaron los beneficios de la inclusión de vicia sobre el aporte de carbono y nitrógeno al sistema y sobre el control de malezas. Estos resultados nos alientan a incorporar estos cultivos, aunque debemos considerar las restricciones que nos impone el ambiente: bajas temperaturas desde el inicio del otoño hasta mitad de la primavera y lluvias limitadas para los cultivos de verano.

En nuestra región, los cultivos de servicio encontrarían un nicho en planteos que no incluyan cultivos de segunda o que, luego del girasol, tengan un barbecho largo hasta la siguiente primavera. Esto permitiría una adecuada implantación a comienzos del otoño, cuando las temperaturas son aún elevadas. Sin embargo, la inclusión de los mismos luego de soja de segunda o de maíz, los antecesores típicos de los cultivos de verano, nos desafía a considerar especies que logren implantarse con bajas temperaturas, o bien, a usar tecnologías de siembra que permitan que el "cultivo de servicio" inicie su crecimiento previo a la cosecha del cultivo de verano. Por otra parte, las limitadas lluvias durante el ciclo de los cultivos estivales nos obligan a ajustar muy bien la fecha de secado de los "cultivos de servicio" para no comprometer los rendimientos.

En campos de la Regional Necochea de Aapresid estamos evaluando alternativas de cultivos y de manejo. Apostamos a la interacción entre investigadores, asesores, técnicos de empresas y productores para generar la información que permita una pronta adopción de esta tecnología.